martes, 15 de junio de 2010

El arte de perder



Llevo semanas esperando. Me había propuesto no escribir nada hasta tener algo bueno que compartir. Siempre que intento esto acabo fracasando. Igual solo sirvo para narrar desgracias, desilusiones y derrotas. Mira que bien, narrador de la desesperanza ...
Vuelto a juntar letras, no porque tenga algo "satisfactorio" que contar, sino mas bien porque si sigo esperando, acabaré cerrando un blog lleno de telarañas.
Los acontecimientos se suceden y cuando ya nada puede empeorar va y lo hace. La verdad es que mas bien la historia se repite, con sus variantes, pero suele ser la misma "mierda" servida en distinto plato.
Resumiendo no se donde meterme. No entiendo el mundo en que vivo, ni a la gente que me rodea. Cada vez me horroriza mas el ser humano o ese simulacro que decimos ser. No me gusta mi vida y a estas alturas, ni siquiera tengo energías para dar un nuevo golpe de timón y reinventarme. Estoy mayor, refunfuñón, cascarrabias, enfadado con la humanidad y lo que es peor, conmigo, con esa pasividad que me domina.
Ayer tuve ocasión de volver a las barricadas de enfrentarme a lo que mas odio: el engaño, la manipulación, la mentira ... estaba en ello, con el cóctel molotov en la mano. Mire alrededor y no había nadie. Mire al frente y allí estaban todo un batallón, bien pertrechado, apuntándome impasible. La primera idea fue arremeter contra ellos, luchar por lo que creía justo, razonable. Pero dejarse abatir no sirve de nada. El héroe muerto no gana batallas.
La segunda idea fue inmolarme, pero ese suicidio tampoco ayudaría a mi causa. El mártir solo lo es de cara a la galería.
La tercera idea fue que tenía que estar equivocado, que ellos tenían que tener razón porque eran mas. Estaba sopesando la rendición pero desistí porque el prisionero acaba siéndolo de si mismo
Al final me pudo la cobardía. No fui héroe, ni mártir, ni prisionero fui espectador incrédulo, boquiabierto, balbuceando su verdad sin ser escuchado. Volví a casa como es habitual: roto, derrotado y solo.
Era simplemente una reunión de vecinos, pero como siempre con sabor a contienda irracional. Allí pude ver odio, envidia, deseo de venganza, lucha de poder, fascismo encubierto, gregarismo, manipulación, engaño … Lo esencial del ser humano.
Por eso hoy me siento al borde del abismo. Me asalta la duda ¿Es la esencia del ser humano siempre así? Tal vez la respuesta sea afirmativa y, entonces el que no debería seguir siendo humano sea yo.

Juliki (Buscando especie)