Dentro de la campaña del actual
gobierno para reinstaurar los valores patrios, ayer tuvimos un nuevo episodio
por boca del Presidente que me hizo regresar a la infancia, a cuando el cura,
en religión, nos instaba a ser buenos.
Desde que comencé a tener uso de
razón de manera autónoma y abandoné la senda de la educación católica he
intentando evitar, en la medida de lo posible, la radical división entre blanco
y negro, buenos y malos; porque casi todo es gris y como seres humanos tendemos
a ser más bien regulares.
Rajoy, como el cura antaño, en su
cruzada por salvarnos del mal y para reconducirnos al buen camino, alababa en la ONU el comportamiento de esa
gran mayoría de españoles sumisos y obedientes que se quedan en su casa y
asumen la crisis y los recortes como algo natural o, peor aún, como palabra de
Dios.
Su discurso me parece un claro
ejemplo de hacia donde quieren reconducirnos, de esa vuelta al pasado retrogrado
donde se niega el pensamiento, se castiga ser curioso y donde poseer un espíritu
crítico es casi delito.
No conformes con que cada cuatros
años se les firme un papel en blanco en las urnas además quieren que su labor
no se cuestione. Creyéndose poseedores de la verdad absoluta nos instan a
retomar la docilidad de la educación católica, que tanto daño hizo, y a aceptar
lo que venga con una sonrisa y resignación cristiana. Sed buenos y os
alabaremos en la ONU.
Se olvida Rajoy de dos menudencias:
que su religión no es obligatoria en el País y que preside un Estado democrático.
Y por si lo ha olvidado le recuerdo la definición de democracia:
democracia.
(Del gr. δημοκρατία).
Si señor
Rajoy se lo recalco "intervención y predominio del pueblo". En casa,
obedeciendo, no se participa, que es seguramente lo que a usted le gustaría.
Lo de asumir la palabra del líder
como verdad absoluta sin cuestionarla y la resignación como alivio de las
desgracias tiene un tufillo de otros tiempos y se aleja de lo que debería ser la Democracia.
Igual es un anticipo y lo siguiente
que pretenden es entrar a saco contra el pecado, evitar los tocamientos, abolir
el uso del condón e instaurar misa obligatoria de doce.
Sí, vale, es exagerado pero también
muchos creían que llegar a donde estamos no era posible y el rodillo ideológico
continua.
Yo, que hace tiempo que deje de ser
bueno, que procuro mantenerme despierto de mente y que aún pienso algo; no
estoy dispuesto a decir que sí a todo ni a quedarme en casa. Que luego pasa lo
que pasa y te vienen a buscar.
Juliki a pie de calle