miércoles, 31 de diciembre de 2014

Almanaque de intenciones


Cuando acaba el año la mayoría tendemos a echar un vistazo atrás y  elaborar ese listado de intenciones u objetivos para el año siguiente. No tiene nada de malo eso de pararse y reflexionar, aunque deberíamos de ser conscientes de que al masticar la última uva y brindar por el año nuevo la lista comienza a amarillear y a acartonarse para quedar obsoleta pasados unos días.
Para engañarnos en el deseo de un futuro mejor en la enumeración incluimos sueños improbables, proyectos ansiados, ilusiones otrora frustradas y esperanzas que pretenden iluminar nuestro día a día.
Los propósitos de fin de año son como los programas políticos. Son un conjunto de buenas intenciones, algo que se debería cumplir, pero que de antemano uno ya sabe que ni de lejos va a alcanzar. Funcionan como lavado de imagen, como autoengaño y sobre todo para justificar a uno mismo y de cara a la galería que tenemos intención de evolucionar, de ser mejores. Esas intenciones son como los yogures light olvidados en el fondo del frigorífico, cuando uno se come el jamón y el lomo se hacen visibles, uno comprueba que han caducado y los acaba tirando a la basura. Cierto es que hay individuos sin escrúpulos capaces de ignorar que están pasados y, amparándose en que el “consumir preferentemente” no implica que llegada la fecha el producto se haya deteriorado, se empeñan en ingerirlos. A veces, incluso les sientan bien.
Adelgazar, aprender inglés, sacarse el carnet, escribir… la lista es interminable y varía según las expectativas del individuo. Yo este año me voy a esforzar por ser realista.
En los tiempos que corren, con la crisis galopante pretendo ser austero y no querer acaparar más de lo que puedo. Mi lista será la siguiente:

1-Sobrevivir.
2-Disfrutar en el intento.

Sí, ya sé que es una lista atípica, carente de sueños, ilusiones, esperanzas… Muchos la tildarían de pesimista. Yo en cambio diría que de cumplirla al completo uno podría calificar el año de más que bueno. Por otro lado hay que mirar el lado positivo: al reflexionar pasado un año tengo casi garantizado haber cumplido al menos la mitad de los propósitos.
Vivir importa poco. Lo que cuenta es sobrevivir. Disfrutémoslo pues.

Juliki alistado en la resistencia

lunes, 29 de diciembre de 2014

¿Resistencia o resignación?


Hace unos días tuve una especie de viaje astral, de esos de andar por casa, nada digno de ser tratado en Cuarto Milenio. Conversaba con unos amigos, nos estábamos poniendo al día, cuando tomé distancia de la conversación mientras mi cuerpo la continuaba. Fue como ser un oyente que, ajeno al diálogo, se contemplara a sí mismo desde la distancia. Las palabras además me sonaban a conocidas. ¿Dónde las había oído yo antes? De inmediato mi cerebro proyecto otras conversaciones similares con otros amigos, desarrolladas en los últimos meses, donde después de contarles mis peripecias laborares y mi situación, terminaba yo, como recitando un mantra, con la misma expresión: “Es lo que hay”.
Por suerte me recompuse y casi de inmediato volví a mi cuerpo para reanudar la charla de manera presencial y con todos los sentidos alerta, relegando para más adelante, en la soledad de mi morada, el descubrimiento de que significaba todo aquello.
La frase sirvió como desencadenante de esos recuerdos y como antesala para el ejercicio de comedura de tarro, ese que realizo habitualmente cuando me empeño en analizar las cosas e intentar entenderlas. Las cuatro palabras, ninguna de las cuales llega a contener cuatro letras, encierran agrupadas y en ese orden dos ideas contradictorias. Por un lado muestran un componente de resistencia ante una situación desfavorable propio de un espíritu luchador, pero a la vez con ese matiz de resignación que delata al que ha sido derrotado y ha dejado de luchar.
¿Y qué soy yo?, ¿en qué me he convertido?, ¿qué sentimiento predomina en mí? Pues supongo que ni lo uno ni lo otro y ambas cosas a la vez. A ratos revivo y me lanzo a la batalla de enfrentarme a la realidad para volver al rato maltrecho y desilusionado a mi rincón para lamerme las heridas mientras asumo que jamás venceré.
Hoy toca sesión de lametones, mañana… Parecemos condenados a seguir buscando la luz al final del camino, aunque hay días que da la sensación que la hubieran cortado.
Es lo que hay, aunque uno no alcance a entender del todo que es lo que hay.

Juliki en alternancia continua

domingo, 28 de diciembre de 2014

Superar el día


Me levanto con las legañas soldando los parpados y lo que es peor, con hormigón fraguando en mis neuronas. Me arrastro al baño y los escasos metros me parecen el recorrido de una maratón. Es otro día que habrá que superar para que exista un mañana tan poco halagüeño como el ahora. No tiene sentido seguir así. Esquivo la ducha, la dejo para después, como todo. Aterrizo frente al ordenador en busca de mi dosis de realidad. Antes de nada me pongo los ojos y la visión es borrosa. Retiro las lupas y observo que tienen una capa de mugre; cómo yo, como mis neuronas, como mi vida.
Las limpio sin convicción, como el que conduciendo bajo una tromba de agua sabe que aunque el parabrisas funcione a tope no dará abasto.
Busco refugio igual que cada día en la lectura. Leer sobre escritura, sobre la situación social, revisar correos que nunca traen alicientes
Me meto en un video del presidente Mújica y sus palabras retumban en las oquedades de mi cerebro a punto de colapsar. Frase tras frase recibo las bofetadas que, en principio, no me hacen reaccionar:

La vida se te escapa y no puedes ir al supermercado a comprar vida.
Dar contenido a la existencia, ser autor de tu propia vida, pelear por un sueño o una esperanza…
No dejar que te roben la vida.
No hay receta.
Lo imposible cuesta un poco más.
Derrotados son los que bajan los brazos.
Lo importante es el camino.
No hay meta.
Siempre hay algo que dar por jodido que estés.
El que esta acostumbrado a estar mal se resigna.
Quien acaricia su sueño lo pelea.
Consciente de los errores cometidos.
La vida es un aprendizaje continuo y esta lleno de caminos muertos.
Los individuos solos no somos nada.

Apalizado, sin marcas en el rostro, pero con las neuronas magulladas, apago el ordenador y me levanto. Vuelvo a intentarlo y me encamino a la ducha. La realidad gana por KO.

Juliki tras besar la lona

sábado, 27 de diciembre de 2014

Crónicas de resistencia


Miro el reloj del call center donde trabajo. Son las 19:45h de un viernes. Después de más de 150 llamadas hay que disimular el cansancio intentando mantener el tono jovial y efusivo.

— Hola, buenos días. Mi nombre es Julián. Le llamo de XXXXXX. Tendría, YYYYY, un minuto para dedicarme si es usted tan amable.
—No, no le oigo.
—Pues yo si le oigo a usted. ¿Me escucha mejor ahora?
—No.
—Bueno, pues intentamos mejorar la comunicación y le llamamos a usted en otro momento. Muchas gracias y que tenga un buen día.
—Igualmente.

No puedo evitar una sonrisa ante lo ocurrido. Sé que debería apuntar la idea porque aquí está la semilla de un futuro relato. La sensación dura dos segundos. Justo lo que tarda en entrarme la siguiente llamada. La atiendo mientras pienso que en quince minutos todo habrá terminado. Para entonces el relato estará muerto y enterrado bajo paladas de agotamiento. La vida sigue y lo importante es sobrevivir aunque sea sin ficción

Juliki en la agotadora tarea de sobrevivir

viernes, 26 de diciembre de 2014

Apuntalar la utopía


Cuando la realidad deja de ser atractiva suelo refugiarme en la ficción. Es como tomar una pastilla que te coloca, te saca de tu cotidianeidad y te traslada a otros mundos donde son los protagonistas de esas ficciones los que deben tomar las decisiones. Desde el puesto de vigía juego a observar sus errores, sus aciertos y a juzgar con esa mirada del voyeur crítico que se cree un semidios.
Últimamente mi vida es tan poco interesante que apenas tengo ganas de contar nada de ella; tan previsible, agotadora y gris que he estado tentado de convertirla en ficción para llenarla de ilusiones y colorido. Luego cuando pienso en hacerlo me invade el cansancio y la pereza.
En su momento decidí que el blog sería un reflejo de mi día a día y que mis relatos y escritos de ficción no tendrían cabida aquí. Ahora dudo si no sería un buena idea, ante la pereza que me da escribir sobre mis desalientos y rutinas, empezar a airear mis relatos. Cuando lo pienso el primer impulso es retirar el polvo de la bandeja de “pendientes” donde relatos antiguos languidecen a la espera de una revisión. Luego en un ataque de euforia que dura menos que una eyaculación precoz y deja la misma insatisfacción, me planteo el fabular mi monótona existencia en un intento por maquillarla y crearle algún incentivo. La cuestión es: ¿se puede de la nada, de esa sarta de días idénticos y vacíos, sacar ideas que me motiven a jugar a ficcionar de manera casi mágica ese vacío y trasformarlo en algo ocurrente, divertido, curioso…? Necesito algo enteramente distinto a ese encefalograma plano en que se han convertido la sucesión de días y noches que consumen semanas, crecen hasta convertirse en meses y casi casi sin apreciarlo acumulan años en mi existencia sin alicientes.
Si estuviera por la labor de jugar podía ser una ruptura divertida y estimulante. La cuestión es decidir si quiero, puedo y sabría hacerlo.

Juliki entre la realidad y la ficción

jueves, 25 de diciembre de 2014

Obstinación ante la derrota


—Ríndete.
—Aún no.
—Ese “aún” es más que significativo. Un anticipo de tu derrota.
—…
—¿No dices nada? Eso también es indicativo. Queda apenas una semana para acabar el mes y no has escrito ni una sola entrada. No tiene sentido alargar la agonía. Cierra el blog y reconoce tu inconstancia, tu carencia de frescura para escribir, tu falta de historias por contar…
—Aún tengo cosas que decir.
—¿Anunciar tu despedida tal vez? Hubiera sido un broche perfecto cerrar con esta entrada, que es la 300, yo te podría haber escrito el epitafio adecuado.
—Eso te encantaría, ¿verdad? Si no hubieras abierto la boca quizás te hubiera dejado decir la última palabra, pero ahora…
—Mírale, pobrecito. Su amor propio se ha sentido herido y va a dejarse el alma en intentarlo.
—Puede.
—¿Y de dónde vas a sacar el tiempo, las ganas y las ideas? Tu cerebro está colapsado, tu motivación por los suelos y el reloj sigue corriendo. Tira la toalla, perdedor.
—Mejor ser eso que nada. El perdedor al menos lucha.
—Pufff..., ¡Cómo me cansa esa filosofía vacía, esa palabrería que suena a autoayuda barata! La realidad te golpea, asúmelo. Haz el favor de afrontar que has perdido.
—La realidad está por escribir y en ocasiones puede apoyarse en la ficción.
—¿Qué quiere decir eso? Vas a hacer trampas.
—El compromiso era escribir seis entradas al mes. Nadie dijo que fueran sobre lo que me acontece a mí. Puedo usar historias inventadas, relatos imaginarios, ficción… o tal vez no.
—¿Vas a tirar de relatos antiguos para falsear el reto?
— Antiguos, nuevos, revisados… o puedo simplemente contar como me siento.
—¿Estás jugando conmigo? Bueno, en cualquier caso no te veo capaz. Olvidas que hablamos de escribir, crear…
—Todo es ponerse a ello.
—¡Tú alucinas!
—Puede que también incluya alguna alucinación.
— Tú mismo, pero ya puedes darte prisa. El tiempo corre.
—Cierto, pero el reloj no se ha parado y yo aún tengo la pluma en la mano.

Juliki contra las cuerdas