viernes, 24 de febrero de 2012

Expectativas inciertas



Ya está. Diecisiete días mareando la perdiz, creando un hábito, escribiendo de esto y aquello sin rumbo fijo y, como indiqué el primer día, sin nada interesante que decir. Es evidente que mi vida ni es una fiesta ni es una aventura. Pasa, como el tiempo, y se deja vivir. Ilusiones las justas, proyectos escasos y centrados en sobrevivir y los alicientes... escribir uno o dos relatos para mi curso de escritura y leer. No parece una existencia plena y alegre. No lo es.
La cuestión es por qué uno se conforma con lo que tiene si parece que no logra satisfacerle: ¿resignación?, ¿costumbre?, ¿masoquismo?
Admiro a los que se empeñan por conseguir lo que quiere, a los que saben lo que buscan, a los que lo logren o no se marcan un camino y transitan por él.
Yo hace tiempo perdí el rumbo o la ilusión, que es la estrella que guía cuando uno anda perdido y sin rumbo. Por eso diecisiete días atrás me levanté con la intención de cambiar algo y como no sabía por donde empezar me dije: pues vamos a ejercitar la fuerza de voluntad y la constancia y empecé a escribir. Bien ya está hecho ¿y ahora qué?


Juliki sin brújula

jueves, 23 de febrero de 2012

Tiritas para moribundos


Envenenar a alguien y que luego el médico intente curarle recetándole unas tiritas no parece el mejor sistema para salvarle la vida. Si a eso añadimos que el encargado de ponerle o no la tirita no es otro que aquel que le envenenó, el fallecimiento parece garantizado.
No conozco al detalle los supuestos de dación por pago que el Gobierno se dispone a aprobar, pero teniendo en cuenta que parece que la última palabra la tienen los bancos, me parece que esto y nada es lo mismo.
Según queda recogido en las palabras del Ministro la medida será aplicable a "las familias que se encuentran en el "umbral de la exclusión", que tengan a todos sus miembros en paro, hayan agotado su prestación por desempleo y que no cuenten con ingresos adicionales...".
Y a continuación se añade "El Gobierno persigue que las familias con bajos ingresos puedan salvarse de un desahucio en caso de impago de su hipoteca".
Yo experto en lenguaje no soy, pero una familia con todos sus miembros en el paro, que no cobran prestación y no tienen ingresos adicionales, no es que sean una familia con bajos ingresos, son una familia sin ingreso alguno.
Por otro lado lo del término "umbral de la exclusión" es algo ambiguo. Una familia de cuatro miembros que ingrese 600 euros, ¿ya no esta en exclusión?, ¿aunque tenga que pagar una hipoteca de 800 euros?, como cobran algo ¿podrían o no acogerse a la dación por pago?
Espero equivocarme, pero me suena a una de esas "propagandas" en las que se te promete el cielo y la tierra, pero cuando te pones a calcular y analizas a quién puede aplicarse, resulta que casi todos quedan excluidos por "h" o por "b".
La dación por pago puede ser una solución si se aplica en todos los casos, aunque sería mejor prevenir para evitar la enfermedad y que los bancos, que en gran medida son los responsables de la situación en que nos encontramos, paguen las consecuencias.
Ya, ya sé que eso es utopía y que con la Banca hemos topados. Pero por soñar, de momento, no te cobran los Bancos.


Juliki en el umbral del no entendimiento

miércoles, 22 de febrero de 2012

Vivir alerta

Cuando uno entra en una dinámica negativa llega un momento en que la inercia te arrastra. Las cosas importantes siguen siéndolo, pero uno les va prestando menos atención. Es fácil dejarse ir. Es muy sencillo quedar atrapado por las sabanas cuando fuera solo aguarda la desesperanza. Y lo más cómodo es tirar la toalla cuando uno intuye que lo único que puede ganar es una nueva derrota.
A pesar del desencanto hay que obligarse a abrir los ojos, ver más allá del horror cotidiano, convertirse en un buscador de ilusiones en el erial de noticias descorazonadoras que bombardean nuestras esperanzas.
Hoy me arranqué de la cama intentando encontrar esa nueva oportunidad que se supone me aguarda ahí fuera. De momento me ha dado esquinazo, pero ya estoy acostumbrado a jugar al escondite. Cuento hasta diez y me vuelvo. Recorro mis correos, las páginas de trabajo, los cursos...
Es difícil vivir alerta cuando cada día los pies se hunden más en el barro; uno siente que llueve todas las mañanas y uno no puede evitar mojarse porque la puñetera nube se ha instalado en tu salón.
La partida continúa. No te quedan más monedas. Tal vez con la última bola consigas una partida extra. Solo queda intentarlo, una vez más.

Juliki bajo la lluvia

martes, 21 de febrero de 2012

Falacias desde la prepotencia

A un señor de la CEOE se le ha ocurrido proponer que se retire la prestación de desempleo a las personas en paro que rechacen un empleo. Sea cual sea, sea donde sea. Después del recorte de derechos a los trabajadores y, supongo que en un intento supremo de conciliar la vida laboral y familiar, este individuo propugna que se pueda obligar a alguien a coger un trabajo esté o no cualificado para él, digamos que en Laponia, y ya puesto, con el salario mínimo interprofesional (641,40 €). De esta forma el trabajador podría mantener a su familia; solo tendría que ir andando a Laponia, dormir allí en un parque, alimentarse de los contenedores de un centro comercial y no volver a ver a su familia ni llamarles por teléfono. Vale que exagero, que he pintado un panorama extremo, pero es que me toca los cojones que alguien, desde su desahogada existencia, se permita organizar la vida de otra persona y negarle el cobro de una prestación que es un derecho adquirido por haber cotizado durante años. Supongo que en la cabeza de este individuo parado es sinónimo de vago, tramposo y fullero. No se confunda caballerete los que se aprovechan del Estado de verdad no estan en la cola de la oficina de empleo. Llevan traje, viajan en coche oficial o, como en el cuento, se casan con la princesa. Pero claro, para ellos el rasero es otro.

Juliki cabreado con la realidad

lunes, 20 de febrero de 2012

Creando enemigos


Me tengo por una persona pacífica, siempre he pensado que la violencia no soluciona los conflicto y que solo del diálogo y de la comprensión mutua se puede sacar algo positivo para que podamos convivir. Pero hay veces que, cuando veo ciertas actuaciones de los que se supone que están para protegernos y mantener el orden, me lo cuestiono y me asalta una frase que oí hace tiempo "Solo la violencia ayuda, donde la violencia impera".
Me resisto a que sea así, pero viendo el ensañamiento que en Valencia se ha hecho por parte de la policía con estudiantes que ejerciendo su derecho protestaban pacíficamente contra los recortes en educación, me entran dudas. Muchas.
Veo en uno de los diversos videos: http://www.youtube.com/watch?v=xoMQqr65344 (minuto uno del video) a un estudiante que sin increpar a la policía, sin arrojarles nada, se para. Veo un grupo de antidisturbios acercarse y sin mediar palabra pasar a su lado y golpearle. Uno. Dos. Hasta tres policías diferentes. El último con insistencia. El estudiante intenta protegerse, se agacha sumiso tras los primeros porrazos y los golpes siguen cayendo. Y yo pienso ¿es eso una correcta actuación policial?, ¿de qué supuesto peligro nos estan protegiendo? ¿qué pensará desde hoy ese estudiante sobre el ejercicio de la violencia?
Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Cuento buscando la calma, para que la indignación no me convierta en uno de ellos, para que la violencia no anide en mí como mecanismo de autodefensa, para que pueda seguir pensando que hay otra forma de solucionar los problemas.
Lo consigo a duras penas, pero algo ha cambiado en mí; me he convertido en un enemigo potencial, de esos que el jefe de policía de Valencia ve en estudiantes desarmados y con los brazos en alto. En algo sí tiene razón ese señor: son peligrosos. Piensan luego son el enemigo. Ahora yo también.

Juliki aún pacífico

domingo, 19 de febrero de 2012

Verdades absolutas


Ayer, viendo un programa de debate sobre las reformas en educación que se avecinan, no pude evitar sentirme indignado. Suelo ser razonable, intento comprender las posturas de los demás y cuando no lo consigo, trato de respetarlas. Cada cual tiene derecho a equivocarse siempre que no obligue a otros a compartir su error.
Pero lo que no soporto es a la gente que trata de imponer su criterio o sus creencias como si su pensamiento fuera el único real y verdadero. Me cuesta entender que alguien, amparándose en su verdad, sea capaz de tratar al resto como si fuéramos tontos, defendiendo que la asignatura de educación para la ciudadanía intenta inculcar valores nocivos para los estudiantes; escudándose en que el aborto, los matrimonios homosexuales... son una forma de adoctrinamiento contrario al sentir religioso del país. ¿En que país viven? ¿Será que se creen los dueños? Son esos mismos los que quieren imponer en un Estado aconfesional la enseñanza obligatoria de la religión católica, obviando las otras muchas creencias que conviven en las calles. ¿Quién trata de adoctrinar a quién?

Tener doble moral y presumir de ella no dice mucho de sus intenciones ni de su moral.

Juliki ateo respetuoso, pero indignado

sábado, 18 de febrero de 2012

Puertas al vacio


Hoy, al abrir la caja de las letras la encontré vacía. Las palabras habían huido, las frases se habían tomado el día libre y los párrafos andaban de resaca.
Sin materia prima es difícil hacer un buen guiso. Por eso pensé que era el momento de tirar la toalla y reconocer mi derrota. Escribir todos los días es duro; no tanto por juntar letras, como por contar algo con ellas agrupadas, sin repetirse, sin que suene a relleno.
He dejado pasar el día con la esperanza de que alguna idea, aunque fuera ajena, se cruzara en mi camino y poder apropiármela. No hubo suerte. ¿Qué hacer entonces? Pues no escribir nada o escribir sobre nada que a veces es lo mismo. Podría seguir esperando alguna idea, pero no creo que llegue a tiempo. Por eso busco en la alacena, abro el sobre y echo los polvos en el agua hirviendo, remuevo un rato y ya está lista la sopa de letras. No es acto para paladares exquisitos, pero quita el hambre.

Juliki fullero

viernes, 17 de febrero de 2012

Ruta sin fin


Viernes. En otra época constituiría un día ambiguo; por un lado, el cansancio acumulado de la semana de trabajo; por otro, el alivio y liberación del fin de semana que tanto promete y tanto desilusiona con esa llegada del domingo por la tarde.
Desde que no trabajo eso ha cambiado y curiosamente no ha sido a mejor. La semana, con sus siete días se han convertido en una tarde de domingo, con el agravante de que el lunes nunca llega y un nuevo cansancio invisible se acumula sin que el viernes llegue para aliviar nada, pues no existe fin de semana. Es como estar prisionero en un grabado de Escher, bajando una de esas escaleras que tan solo conducen a un movimiento perpetuo por un camino que carece de final.
Lo normal sería vivir la vida al contrario, disfrutando de cada día como si de un fin de semana continuo se tratara, para que con la llegada de la tarde del domingo uno pasara de nuevo al viernes sin fatiga alguna.
Tal vez uno se acostumbra a la "esclavitud" del trabajo y cuando se le abre la puerta de la jaula es incapaz de disfrutar de la liberación. Queda mucho por aprender.

Juliki en periodo de adaptación

jueves, 16 de febrero de 2012

Acunar las horas


La semana pasada, por primera vez en mucho tiempo, alguien que conozco encontró trabajo. Llevaba meses escuchando aquí y allá la cantinela de la crisis, oyendo que la empresa de un conocido cerraba, que a otro amigo le habían despedido...
Me alegré mucho, aunque reconozco sentí algo de sana envidia. La envidia no era porque él encontrara trabajo y yo no, fue porque él tiene una profesión que le ha permitido encontrar trabajo: es cerrajero. Yo en cambio tengo un título de químico que realmente, en los tiempos que corren, es papel mojado. Supongo que equivoque mi destino estudiando una carrera y no aprendiendo un oficio manual de los de toda la vida, que en el fondo pegan más con mis inquietudes y mi forma de ser. Eso ya no puede cambiarse. Por otro lado soy como soy por el camino que he recorrido; si hubiera tomado el desvío de la Formación Profesional a lo mejor no estaría escribiendo esto. De nada vale lamentarse y aunque la reforma laboral solo augure condiciones más penosas y trabajos de mierda me sigue gustando trabajar. ¿Algún puesto libre?


Juliki a la espera

miércoles, 15 de febrero de 2012

Morir con disimulo


Hay personas que darían su vida por salir en los papeles, por ser portada de alguna revista o protagonistas en un programa de televisión. La fama es una adicción, como otra cualquiera. Ya desde niños nos enseñan que debemos ser alguien y que es básico hacerse notar. Por eso, no es de extrañar la intención de muchos de ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro. Ese comportamiento está a la orden del día, casi todos aspiran a su minuto de gloria y protagonismo.
A mí no me gusta la notoriedad, tal vez porque soy un tipo gris y seguramente mediocre. Me encanta el anonimato que es como una especie de superpoder que le hace a uno invisible y le permite cometer acciones positivas sin que la imagen propia nuble la repercusión de lo realizado. Lo importante es lo que se hace, no quien lo ejecuta. Cuando una persona anónima comete un acto que a todos nos agrada, tenemos la posibilidad de ponerle un rostro amigo, incluso el nuestro propio. Es en el fondo como si hubiéramos contribuido un poco a ese acto y nos enorgullecemos de ello. En cambio, si conocemos al autor la cosa no es igual; se le juzga de otra forma, comienzan las críticas, las envidias y siempre se piensa en que lo habrá hecho buscando un interés y no de manera altruista.
Cada vez me vuelvo más reservado, más intimista y menos sociable; quizás esté empezando a ser anónimo y eso me permita llegar a hacer algo que merezca realmente la pena alguna vez.

Juliki interior

martes, 14 de febrero de 2012

El día “d”


No me gustan demasiado los festejos, menos aún, si la finalidad real no es otra que poner un bonito envoltorio a la hipocresía y que con una sonrisa profiden nos lancemos a comprar regalos porque sí.

No me gusta nada que tenga que oficializarse un día, sea de lo que sea: de los enamorados, de la mujer, de la risa... Es como si a uno le tuvieran que recordar que el amor, la mujer o la risa existen; cuando en realidad uno debería ser consciente cada día de la importancia de todos ellos. La vida y nuestro comportamiento debería ser un continuo encaminado a la coherencia, a disfrutar de todo lo que tenemos sin mirar la fecha.
Hoy al levantarme me quedé mirando a mi pareja. Las legañas no pudieron impedir que la viera preciosa ni que las mariposas de mi estómago revolotearan. La obsequié una sonrisa y un "¡que guapa estás!", como ayer, como mañana...
La vida es un continuo, un camino que se recorre paso a paso, sin que el calendario marque lo que dicta el corazón.

Juliki día a día

lunes, 13 de febrero de 2012

Vértigo de la espera



Preparo unas oposiciones imposibles, mas que nada por tener la sensación de que me esfuerzo e intento reconducir mi situación laboral. No confío mucho en el resultado; nos presentamos ochocientos para siete plazas que, además, tienen "bicho". Al menos aquí nadie mira la edad que figura en mi carnet para optar a un puesto.

Llevo un tiempo intentando estudiar. Debería estar encantado porque me gusta aprender, pero no es así. Cada vez que me enfrento a los temas "legales": Constitución, Administración, Igualdad... se me derrumba el chiringuito. Lo que me estudio hoy, mañana ha desaparecido de mi cabeza sin apenas dejar rastro. Sé que tiene que haber legislación sobre esos temas, incluso que es bueno conocer las leyes, pero nadie va a poder convencerme de que un auxiliar de investigación, que viene a ser el que mueve las cajas, deba memorizarlas para el desempeño de su función. Es una forma de hacer criba y eliminar candidatos, aunque debería haber otra más apropiada. Tal vez comprobar quien es el que mejor mueve las cajas, que es, se supone, para lo que es la plaza. Supongo que si lo hacen de la otra manera será por algo. Ellos sabrán mejor que nadie como elegir los candidatos e igual yo estoy equivocado.

Juliki frente a los apuntes

domingo, 12 de febrero de 2012

Vidas sin horizonte


Hoy me desperté con la intención de comerme el mundo. Mientras me incorporaba buscando las zapatillas el desánimo me dio una dentellada y me arrebató parte de mis propósitos. Maltrecho me arrastré hasta el sillón intentando conservar parte de mis expectativas. La realidad se despertó también y me vapuleó recordándome quién era yo, en qué me había convertido. Refugiado en mi mundo intenté reponerme y lamerme las heridas. Entonces fui consciente de que mi refugio era mi cárcel y que estaba atrapado. Dispuesto a abandonar recordé algo:


"No hay nada más fácil que escapar de un callejón sin salida: solo tienes que dar la vuelta y correr hacia el otro lado." Benjamín Prado (Operación Gladio).

Me he puesto en pie, las piernas apenas me sostienen y no puedo correr. Doy un paso, después otro... No es fácil aprender a caminar de nuevo.

Juliki en el callejón

sábado, 11 de febrero de 2012

Atontamiento de masas


Me da la impresión de que uno de los auténticos triunfos de la sociedad de consumo y de la información es el hacernos iguales y previsibles. No me refiero a iguales en derechos, deberes y oportunidades; eso es así en teoría, aunque la realidad muestre otra cosa. Me refiero a iguales en cuanto a comportamiento cotidiano.
Las redes sociales nos acercan a otros y a la vez fomentan un distanciamiento: el que hay entre ordenador y ordenador. Interaccionamos con multitud de personal de manera virtual e intercambiamos informaciones, inquietudes, pensamientos. La apariencia de actividad llega incluso a fatigarnos. ¿Realmente sirve para mejorar algo o es una ilusión?
Tenemos tanta información, mucha de ella tendenciosa, que al final acabamos sin saber realmente como son las cosas. Sí, podemos acceder antes a ella, pero también es cierto que con tal abundancia de datos acabamos olvidándolos antes. Recibo varios "actuables" le doy al botón y me queda la sensación de ser un activista que participa en algo. Menos es nada, pero mientras mi culo sigue pegado al sillón y fuera las cosas no cambian o lo hacen a peor, ayudadas por mi pasividad virtualmente activa. Tal vez me hago mayor y cada vez me conformo con menos.

Juliki ¿luchador de sofá?

viernes, 10 de febrero de 2012

Visión obsoleta


Otro síntoma claro de mi envejecimiento es que empiezo a no entender la realidad. Es cierto que siendo más joven había muchas cosas que tampoco entendía y me esforzaba por comprender; la juventud está para eso, para aprender e ir formándose una opinión. Lo que ocurre es que entonces yo pensaba que, con el tiempo, la realidad se iría acomodando y yo encontraría mi sitio en ella. Ahora tengo mis dudas; como si alguien me hubiera movido la silla cuando, ya encontrado mi puesto, me disponía a sentarme.
Hoy me levante pensando en que si el modelo de sociedad en la que vivo es este en el que "triunfan" Camps, Fabra, los Urdangarines..., este en el que se inhabilita a Garzón y donde la nueva reforma laboral para arreglar la crisis consiste en reducir los derechos a los que menos tienen: alguien anda equivocado.
Podemos ser todos, por dejarnos dirigir por unos políticos que en el mejor de los casos serían capaces de mal dirigir sus vidas; pueden ser los dirigentes que cegados por el poder solo aciertan a buscar su beneficio o puedo ser yo que me he quedado anclado en el pasado.
Tendría que hacérmelo mirar, quizás el idealismo, la justicia y el bien común pasaron de moda y necesito una limpieza de cerebro para ponerme al día. ¿Quién sabe? Tal vez sea la oportunidad que ando buscando y pueda encontrar trabajo como reliquia en algún museo. ¿Adaptarse o morir? ¿Es esa la solución?

Juliki antigualla moral

jueves, 9 de febrero de 2012

Meses al sol


Me he pasado media vida quitándole importancia a mi edad. Es cierto que uno se hace mayor y ya no es lo que era: no aguanta el alcohol, trasnochar se convierte en sacrificio y el cuerpo nos obsequia con achaques que, sin querer reconocerlo, se convierten en compañeros de viaje. A pesar de ello, no se si porque mi edad mental (para algunas cosas no supero los quince años) me considero una persona activa, con inquietud por aprender y ganas de trabajar.
Hace casi siete meses me quedé en paro y en el tiempo que llevo sin trabajo he envejecido más que en los 44 años y casi once meses del resto de mi existencia. Me consume la inactivad. No es que no haga cosas; leo, escribo (no en el blog), paseo, preparo una oposición..., pero la incertidumbre de no encontrar aparece como los días, sin ausentarse nunca, y enturbia el ánimo.
Cada día que pasa soy consciente de que mi edad no es la mental, es la que el DNI marca, la que cuenta a la hora de no encontrar curro.
Cuando uno es joven le piden experiencia y cuando a fuerza de sacrificio la adquiere le piden juventud. Y eso ahora, a estas alturas de la vida ¿dónde se encuentra?
Uno muchas veces busca lo que no tiene para acabar encontrando lo que no quiere. A eso se sobrevive; lo peor es no encontrar y perderse en el intento.

Juliki buscando juventud

miércoles, 8 de febrero de 2012

Nada que decir


Por enésima vez me propongo retomar el blog, pero que no se engañe nadie: el fracaso está garantizado.
¿Por qué lo hago? Buena pregunta. Básicamente para establecer una rutina e intentar escribir un rato todos los días. Soy animal de costumbres y, como tal, mi fuerza de voluntad radica en establecer dicha rutina.

Leí, no recuerdo donde, que para fijar un hábito era necesario repetir la tarea diecisiete días seguidos. Curioso ¿no? Ni dieciséis ni dieciocho, tenían que ser diecisiete. De esa forma se creaba una familiaridad con el acto que le anima a uno a mantenerlo como algo cotidiano en su vida. Cierto es que también decían en el escrito que un solo día de inconstancia aseguraba el fracaso. De ahí mi anuncio inicial de que retomar el blog es una causa perdida.
Aclarado esto paso a contar mi vida que, como ya llevo un trozo escrito y no es realmente interesante, hoy resumiré en nada. Un silencio también habría sido valido, pero en ese caso no habría escrito nada y la idea es escribir. ¿Mañana más y mejor? Ya veremos.

Juliki en paradero desconocido