viernes, 26 de marzo de 2010

Lento derrumbe



Dudo si ponerme a escribir, si contar la penúltima. Tal vez mi visión es demasiado partidaria, excesivamente visceral. Quizás sea injusto y me ensañe una y otra vez viendo solo el lado negativo de su actuación. Seguro que tienen muchas cosas buenas que ahora no soy capaz de ver, pero ... Estoy jodido.
Llevo 7 años 1 mes y nueve días trabajando para ellos. En todo este tiempo el número de segundos perdidos en mi horario laboral para fumar un cigarro es cero. No tiene merito alguno. No fumo.
Para tomar café, infusiones ... el tiempo consumido de mi jornada de trabajo suma la cantidad de cero segundos.
El retraso al llegar a mi trabajo acumulado en estos años, no sabría contabilizarlo, pero sea el numero de segundos que sea lleva un signo negativo delante. Nunca he llegado tarde a trabajar, no me he dormido ningún día; y normalmente llego entre 3 y 8 minutos antes a mi puesto de trabajo
El tiempo empleado en visitas de amigos, familiares, conocidos ..., no se calcularlo, pero si alguno aparece por el taller, cosa que no suele ocurrir, sabe que el tiempo que voy a dedicarle, será el justo para abrirle la puerta y saludarle. Si quiere algo importante le escucharé, mientras continuo haciendo mi labor.
Cuando alguien ha ido a buscarme una vez que mi jornada laboral ha concluido, sabe que si considero que debo acabar algo, tendrá que esperar, porque aunque sea mi hora de salida no voy a irme hasta que finalice lo que este haciendo.
Suelo tener mi móvil apagado y si por olvido esta encendido no suelo atender las llamadas salvo caso excepcional.
Paro 20 minutos escaso a tomar algo de comer. No lo hago a una hora prefijada, suele ser entre las 12 y las 13; y siempre después de concluir alguna tarea y antes de empezar la siguiente y consultando si les parece buen momento.
Es cierto que mi pareja suele llamarme una vez al día al trabajo, pero la conversación habitual suele ser inferior a los 30 segundos; la mas larga no suele sobrepasar los 50 segundos.
También es cierto que voy varias veces al día al baño; bebo mucha agua y por consiguiente meo bastante, pero casi siempre aprovecho transiciones de una labor a otra.
Creo ser cumplidor, puntual, responsable, concienzudo en mi trabajo ... Desde que entro hasta que salgo me esfuerzo por hacerlo bien y trabajar sin entretenerme con nada ni nadie.
Hoy mientras estampaba unas planchas mi jefe puso el reloj en marcha. Me extraño, pero pensé que igual estaba mordiendo alguna plancha. Luego me dijo que quería estampar él la plancha. Cuando termino me miro como lo hace cuando algo no le gusta y me soltó:

-Yo he tardado 6 minutos en estamparla y tu casi 9 ...

Aun no me lo creo, pero me había estado cronometrando. Me sentí fatal, no por perder la supuesta competición cuya existencia desconocía. Mas bien es que cuando uno se esfuerza al máximo en su labor y alguien le insinúa que se emplea con dejadez ...
Pensé en decirle muchas cosas:
Que él tiene cerca de 30 años de experiencia mas que yo.
Que era su primera estampación del día y yo llevaba 15.
Que el casi no limpia los biseles y yo los dejo relucientes.
Que la fliselina, la tarlatana, el papel, la tinta .... se los encontró cortaditos, colocaditos ...
Que mi afán no es batir un record sino hacerlo bien.
Me callé apenado. Sé que no soy el mejor estampador y seguro que hay mejores trabajadores que yo; pero si de algo no se me puede acusar es de escaquearme.
A lo largo de la mañana volví a ser cronometrado en varias ocasiones sin el mas mínimo recato. Deduzco por la reacción que aunque no cumplí las expectativas de record, al menos no fui merecedor de un nuevo toque de atención.
La sensación de tristeza y desanimo aun perdura. Algo debo estar haciendo mal, algo debería cambiar en mi vida, en mi forma de afrontar los conflictos.
Hay días que me planteo que mi forma de ser, de enfocar la existencia, la persona en que me he convertido son un lastre para mi vida cotidiana. Al menos en el mundo que habito, en el que intento vivir.

Juliki (necesitando un cambio a contra-reloj)

domingo, 21 de marzo de 2010

Historias inventadas o fragmentos de irrealidad



Tengo apenas cuatro años, estamos es el pueblo de mis tíos, ando pachucho y mi madre me recuerda que debo beber mucho agua. Me dirijo a la cocina sorprendido de la capacidad de las madre para adelantarse a las necesidades de sus hijos. Me muero de sed.
Entro y mis tíos discuten. Mi tío con sus espaldas anchas y su enorme envergadura, parece un gigante; nota mi presencia, se vuelve y me increpa:
- Los niños fuera de la cocina.
No me atrevo a replicar, salgo al pasillo. Mi sed y yo aguardamos. Me gustaría volver, explicarme y beber. Los miedos me atenazan
Regreso a la sala donde mi madre me interroga
- ¿Ya has bebido?
- Uhm que rica esta el agua de Solares.
Miento por primera vez, mientras con mi boca reseca simula un chasquido de satisfacción …


Juliki (Sediento)

viernes, 19 de marzo de 2010

Sobrevivir a lo incomprensible


La verdad es que el día del padre, siempre ha generado en mi cierta confusión. Para empezar por ser uno de los días predilectos de los centros comerciales tipo corte ingles, que nos bombardean varias semanas antes para que entremos en la dinámica consumista-compulsiva, cosa que no me agrada especialmente. Si, ya se que es un día para "homenajear", la encomiable labor del padre, pero no sería mejor mostrar ese reconocimiento día a día, agradeciéndole a cada instante su dedicación, cariño, sacrificio ...
Me vais a perdonar, pero hoy me levante contestatario y me repatean mucho las efemérides artificiales, que constantemente nos anuncian para que no nos olvidemos de ciertos aspectos de la vida: El día contra el hambre, de la paz, contra el racismo, de la mujer, del santo ninio de Calcuta ...
¡Joder! con perdón, habrá que acordarse de todas ellas en cada momento de nuestra existencia y no una vez al año para lavar nuestras conciencia y ponernos el disfraz de la solidaridad. Cada día se tiran toneladas de comida, se agrede al vecino, se llama moro cabrón al distinto, y se golpean y humillan a miles de mujeres sin que se nos altere la sonrisa o el enfado ante nuestros propios problemas. Del santo niño de Calcuta mejor no hablamos, porque de él no se acuerda ni Rita Irasema...
Sé que ese olvido cotidiano forma parte del egoísmo humano, pero si lamentablemente somos así, al menos no finjamos ser los mas solidarios en el día del pariré. Eso solo hace aumentar nuestra ruindad con un nuevo y refinado acto de hipocresía.
Volviendo al día del padre, no me negareis que además hacerlo coincidir con el día de San José, no es cuando menos mala hostia, biológicamente hablando. Desconozco si hay día del espíritu santo, que sería mas apropiado, pero sino siempre podemos atribuírselo a la paloma que se usa en ocasiones para representarlo y que cuyo festejo es el 15 de Agosto. Claro que bien mirado en plenas vacaciones veraniegas es posible que los comercios no pudieran hacer su Agosto ...
Pero mas allá de estas anécdotas mi confusión con el 19 de Marzo viene de la infancia (como no). Por aquel entonces, en el colegio se empeñaban en que agasajáramos a papá con alguna de esas manualidades horribles, de vida efímera, que mayoritariamente acababan siendo presa del contenedor. Yo obstinado por naturaleza, año tras año "porfiaba" con los profesores y me empeñaba en hacer algo también para mi madre.
No es que tuviera un ataque de solidaridad filial; tampoco es que quisiera mas a mamá que papá, ni que tuviera aversión a la figura paterna. Simplemente es que da la puñetera casualidad que dicho día coincide con el cumpleaños de mi madre. Y en mi inocencia infantil me parecía feo llevarle un regalo a mi padre que lo era todo el año y no a mi madre que solo cumplía años ese día.
Sobreviví al conflicto de intereses, pero las secuelas son evidentes. Por eso habitualmente me empecino en la discusiones y hay tantas cosas que, aun de adulto, sigo sin entender ...

Juliki (Duro de mollera)

jueves, 18 de marzo de 2010

Historias inventadas o fragmentos de irrealidad IV



Salgo de la tienda, suena mi móvil; intento atender la llamada mientras guardo la cartera, sujeto las bolsas … Llego tarde. Es entonces cuando siento la lluvia y busco infructuosamente el gorro. Reflexiono y se enciende la bombilla:
- Se me ha debido caer.
Regreso sobre mis pasos velozmente, oteando el suelo. Allí esta, a unos pocos metros; acelero y lo recojo. Mas calmado desando el camino y me cruzo con tres señoras que han debido observar la escena. Es entonces cuando una de ellas muda el rostro y asustada exclama:
- ¡El paraguas, me lo he dejado en el bar!
Las otras la miran perplejas y estallan en una carcajada.
Ella sigue sendas miradas hasta su mano derecha. Allí, un paraguas desplegado la cobija de la lluvia
Su risa resuena algo avergonzada sumándose al jolgorio.
-¡Pero seré tonta!
Las dejo atrás. Yo también sonrío parapetado bajo mi gorro.


Juliki (aguantando el chaparrón)

miércoles, 17 de marzo de 2010

Apatía del vivir



Hoy me levanté aturdido, llevo varios días así, como ido, ausente, dejando escapar las horas, atontándome frente al ordenador, pero sin provecho alguno. Creo que últimamente no me gusto demasiado; por eso tal vez ando descuidado mi persona, sin reflexiones, sin mimarme demasiado ni cuerpo ni mente. Se que tengo que poner freno a esta situación, echar marcha atrás y retomar las riendas de mi existencia, pero no tengo espíritu para ello, al menos de momento.
Por eso me dejo ir, descuento horas al día en lugar de vivirlas y robárselas al tiempo para intentar devorarlas, disfrutarlas ... Como debería ser.
Tengo la certeza de que eso no esta bien, pero he decidido darme un respiro, vivir la calma chicha por unos días y luego ...
Lo peor de esto es esa sensación familiar que aletea en mi recuerdo. En otras ocasiones, llegado a este punto donde no me decido a reaccionar, es la vida la que me abofetea y me saca del letargo, con algún drama, conflicto, disgusto ... ¿Que ocurrió la última vez? Prefiero no recordarlo.
Definitivamente, va siendo hora de bajar de mi nube, aunque no parece fácil. Voy a ponerme las pilas, mañana tal vez ...

Juliki (Pasivo-compulsivo)

martes, 16 de marzo de 2010

Relato invisible



"Vivir sin dios te impele a vivir intensamente, con todas sus consecuencias. Si quieres cambiar algo, no puedes esperar, debes ponerte bajo el chaparrón, incluso de noche, a cambiar la dirección de los raíles. Los que carecemos de un dios que guarda nuestras espaldas conservamos el privilegio de ser nosotros mismos, nuestra novela, una narración única que escribimos con la tinta de la libertad que nos da no tenerlo."
Fernando Montaña Lagos


Hay días, cuando el boli no escribe, que dan ganas de hacerse creyente, dejarse vencer y pasar página. Afortunadamente tras un segundo de reflexión, el espanto nos devuelve la lucidez: Es mejor ser el autor del propio relato, aunque en nuestra vida quede alguna página en blanco.


Juliki ( Sin tinta en las venas)

sábado, 13 de marzo de 2010

Rescatado del olvido XII



Hoy es un día alegre, pero también un día para recordar …
Tal día como hoy, hace 38 años, la vida me enseñó que esa supuesta felicidad que constantemente nos venden como el paraíso al que debemos aspirar, no existe, es un anhelo vació...
La vida es otra cosa. Se compone de infinidad de instantes intercalados: alegres y tristes . Y que uno debe vivir con la máxima intensidad; para gozarlos, para sufrirlos, para aprender de ellos y con ellos … Y con la suma de esos instantes hacerse una vida , vivirla y disfrutarla; hacerse una personalidad y seguir un camino, cada uno el suyo.
La marcha de mi abuela Cele llegó como casi siempre pasa, sin previo aviso. Yo iba a cumplir cinco años, eso significaba completar los dedos de una mano y en mi mente infantil de entonces, empezar a ser mayor. Estaba excitado, como solo saben estarlo los niños ante lo que suponen serán los grandes acontecimientos de un día especial.
Recuerdo la sensación de movimiento en casa, algo no habitual y que mas tarde descubriría no era la inquietud propia de una celebración …
Rememoro el preciso instante en que mi madre compungida se me acerco y con una dulzura que no podría describir pero que aun hoy siento, me habló …

- Cariño, se que hoy es tu cumpleaños, pero vamos a tener que dejar los regalos y la tarta para otro día … ¿Sabes? papa esta triste porque la abuela se ha muerto hoy … quiero decir que se ha ido y no va a volver. Ahora nos verá ella desde el cielo … Otro día celebramos tu cumpleaños y comemos tarta ¿vale tesoro?
- No impota mama, oto día tarta, pero no triste vale. Oto día …

No entendía muy bien que era eso de la muerte, pero sabía que era de lo peor que podía ocurrir. Sabía que nunca mas volvería a ver a mi abuela sentada en los sillones de escay negro como tantas otras veces. Me fui al salón y miré el sillón vacío, rebusque entre mis juguetes y cogí la escavadora de plástico amarillo con el volquete rojo y azul y me puse a jugar en silencio. Era el último regalo de mi abuela y en mi inocencia infantil supongo que era una forma de que mi abuela volviera a estar allí …
Pasaron los años y celebré muchos otros cumpleaños alegres, pero siempre con la sensación del niño-adulto que a la edad de cinco años, descubrió que la vida era un caldo agridulce, al que, para poder disfrutar es necesario apurar hasta la última gota , con sus cosas buenas y con las que no lo son tanto … Por eso y por otras muchas cosas soy como soy …

Juliki (Celebrando el recuerdo)

miércoles, 10 de marzo de 2010

Asideros de la realidad



La realidad es aquello que, cuando dejas de creer en ella, no desaparece.

Philip K. Dick


Y cuando la realidad parece una burla irreal uno se levanta esperando que el despertador le saque del sueño. Aun sabiendo que no sonara de nuevo ...


Juliki (descreido)

domingo, 7 de marzo de 2010

Condenado de antemano


Venimos al mundo desnudos, únicamente con el potencial que nos suministra el nacer. Recorremos la vida con paso inseguro, indecisos ante los múltiples caminos por explorar, que se nos van presentando. Al final del recorrido partimos solos, dejando atrás, en el mejor de los casos, algunos recuerdos en los seres queridos, que al final acabaran difuminándose.
Una vez mas el teléfono sueña, para transformar la apacible realidad en truculenta inquietud. Igualmente real, pero no deseada. El mensaje es breve.
- El tío ha muerto.
La noticia resuena en las cavernas de mi cerebro y vuelvo a perder la capacidad de reacción.
- Te llamo luego ...
Siempre he tenido una extraña relación con la muerte, que bloquea mis reacciones ante su llegada. No es negación, pues es inútil negar la evidencia. No es huida, uno no puede esconderse de ella y sus consecuencias. No es miedo, porque el miedo siempre es previo a que las cosas acontezcan. Es tan solo bloqueo, colapso, anulación ... Intento analizarlo, como casi todo, obsesivamente, para poder entender que alguien que era deja de ser y que ya no tendré ocasión de subsanar los errores o descuidos cometidos hacia él. Me desespero en la impotencia.
Todo empezó hace casi 38 años. La muerte hizo resonar la aldaba que anunciaba su llegada un 13 de marzo y transformó la fiesta en luto y la risa en llanto. Desde entonces arrastro un lastre, pero esa es una historia para el próximo día 13.
Después de eso, cada vez que rondó de nuevo mi vida, trajo la confusión y esa especie de parálisis del racionamiento que no conseguí empezar a superar hasta la muerte de mi amigo Lepe. Aquel día algo comenzó a cambiar. Descubrí entonces que con cada muerte próxima, algo en mi interior moría también. Y aunque eso debería tal vez haberme colapsado del todo me hizo intentar afrontar sus consecuencias con otra actitud. Forzando mi presencia en lugar de como hice en el pasado que me ausentaba, para eludir o atenuar la confusión que me provocaba. Lenta y torpemente, empecé a acudir a su cita.
Como decir lo siento, te acompaño en el sentimiento o cualquiera de esos formalismos vacíos no hace mas que trasmitirme un sentimiento de falsedad y reenviarme a la confusión, opto por no decir nada, solo besos intensos y abrazos sentidos. Tiritas insuficientes para el hachazo de una perdida, lo sé.
Este fin de semana, reaparecí en la vida de mis primos y tíos, después de mucho tiempo, en algunos casos mas de 20 años. No lo hice porque sea lo que hay que hacer, o para quedar bien; lo hice para vivir esos momentos que morían con mi tío y que me esfuerzo por retener en mi recuerdo. Porque hasta la confusión hay que vivirla, aunque solo sea por intentar arrebatársela a la propia muerte, o mantener la ilusión de que es así.
La muerte es lo que tiene, que por ahora es innegociable. Pero que no se descuide porque voy a seguir mirándola a la cara, y en cada nueva ocasión la esperaré cargado de abrazos y besos, para quien sea menester.

Juliki (Negociador de imposibles)