lunes, 2 de diciembre de 2013

Calzarse las Tórtola y resistir


Nunca he sido mucho de marcas auque he de reconocer que durante mi infancia soñé en numerosas ocasiones con que mis zapatillas Tórtola de loneta azul se transformaran en unas Yumas. Haber aspirado a unas Adidas habría sido excesivo. La situación económica de mi familia me devolvía año tras año a la realidad, me ponía los pies en el suelo, eso sí, calzando unas Tortola, y no por eso me hizo peor persona. Creo que, más bien al contrario, me enseñó el valor real de las cosas.
Quizás por eso cada vez que a los políticos se les llena la boca de la marca España  a mí me suena a querer llevar unas Adidas, a no asumir lo que en realidad somos, a aspirar a una supuesta calidad que no tenemos, que la gran mayoría no necesitamos y de la que podemos prescindir. En definitiva me suena a eso que tanto nos achacan: a vivir por encima de nuestras posibilidades.
Pretender como país aparentar más de lo somos, vender la imagen al extranjero de un estatus que solo las élites de buen vivir ostentan a costa de estrujar a los de abajo es vivir ajeno a nuestra realidad. Tan solo me parecen políticos vacíos de contenido en el papel de vender humo para mantenerse sus privilegios sacrificando a los demás.
He trabajado gran parte de mi vida. Mi sueldo mensual más elevado fue de 1255 euros y me daba para vivir bien, sin lujos; luego disfruté de los casi 1000 que me correspondían de paro, que daban para mantenerse sin más; después encontré un trabajo efímero de 660 y pude subsistir. Esta semana, con suerte, entraré a trabajar de comercial captando socios para una ONG  a pie de calle, cobrando 300 más comisiones (estas computables solo a partir del décimo socio captado), que intentaré me permitan sobrevivir.
Creo que nunca he vivido por encima de mis posibilidades. He hecho los deberes, me compré una casa de 27 m que era lo que me podía permitir, he contribuido con mis impuestos, estoy deseando trabajar… ¿Por qué mi vida se precariza entonces?
Ahora, una vez más, estoy dispuesto a calzarme las Tórtola, aunque creo que ya no se fabrican. Lo único que pido es que me dejen llevar unas de mi número y que no me obliguen a ponerme las que calzaba con diez años. Aprietan demasiado y si siguen apretando tanto puede que prefiera salir a la calle descalzo, dispuesto a exigir unas Yumas de mi número, ¿o es mucho pedir?
Por desgracia esa evolución hacia lo precario que reflejan mis últimos salarios es la verdadera y actual marca España, no esa otra imagen que quieren mostrar de cara al exterior.
Por favor, dejen ya de poner las Adidas en el escaparate y de intentar vendérnoslas. Nos han dejado sin posibilidad para poder comprarlas y lo que es peor: sin ganas de soñar con ellas.

Juliki con calcetines de invierno