domingo, 25 de abril de 2010

Riada de emociones



Ayer fue un dia fugaz, pero intenso. Me llené de abrazos, de risas, de buena compañía...
Hoy quedan retazos de esas sensaciones, imagenes rememoradas, el regusto de esa vida que uno le gustaria frecuentar.
El cansancio me invade, pero al entornar los ojos las imagenes se agolpan, combaten la fatiga y dibujan una sonrisa irreprimible.
Amigüitos gracias por estar ahi, en esa fraternal "isla" cordobesa donde uno puede arribar de vez en cuando y siempre es bien recibido.
Casi siempre llego como un naufrago. Allí sano las heridas y al regresar parezco reconciliado con la humanidad. Al menos por unos días.


Juliki (repleto de afecto)

jueves, 22 de abril de 2010

El oficio de rumiar



Hay días que aunque uno sabe que esta despierto transcurren como si se trataran de un sueño. Uno tiene la certeza de que aquello es real, pero le parece inverosímil que lo sea. Tal vez por eso su voz interior le susurra insistente: " Esto no puede estar pasando". Pero pasa ...
Hoy supuestamente mi jefe se marchaba de viaje por una temporada y no tenía previsto aparecer por el taller. Sentí una cierta euforia, ante la posibilidad de trabajar solo, en silencio, concentrado. Sin que nadie perturbara la placidez de esmerarme en mi tarea con comentarios destructivos o regañinas extemporáneas.
Suena el teléfono. Es él. Ha olvidado algo y se va a pasar. Continuo relajado y dispuesto a que nada altere mi paz interior. ¿Seré capaz? Llega. Al rato suelta la frase:
-¿Podrías hacerme un favor?
No parece peligrosa, pero sé por experiencia que esa frase suele ser el preludio de algo letal, de algo que no voy a entender. Servicial le digo que si y espero ...
Revivo la imagen a cámara lenta y con la misma incredulidad que cuando aconteció. Se agacha, se quita un zapato y me lo tiende.
- Se ha despegado la suela, ponle cola de contacto.
Soy un tipo apañao y no me cuesta hacer favores, pero cuando trabajas para alguien ¿Donde esta el límite entre el favor y la obligación? Mi cuerpo se tensa y pide a gritos decir algo. Sumiso sopeso si es un sueño mientras busco la cola de contacto. Mi cabeza piensa en lúgubres espirales infinitas. Trabajo de estampador. No soy chico para todo. Bueno si, pero para todo lo referente al taller. Nadie debería pedirme que le arregle su zapato y menos aun si acaba de salir de un pie sudado. ¿Estoy flipando o es un abuso excesivo?. Nada va a alterarme. Hoy no. Soy aprendiz de estampador, cuando acabe esto volveré a los grabados. Esto no puede estar pasando ...
Se calza satisfecho su zapato reparado y antes de salir me abronca por algo referente al trabajo. Esta vez no me afecta. Continuo rumiando lo del zapato. Me gustaría ser un simple estampador.

Juliki (De profesión incierta)

domingo, 18 de abril de 2010

Historias inventadas o fragmentos de irrealidad VIII



Cuando mi pareja me dijo que era maravilloso y me quería como un amigo, empecé a sospechar que algo andaba mal. A los pocos días me dejó y quedamos como amigos. Desde entonces no hemos vuelto a vernos. Nuestra extraña amistad dura ya varios años.


Juliki (Amistad excluyente)

viernes, 16 de abril de 2010

Platicar con tu ausencia



Hoy acudí a nuestra cita anual, me senté en la terraza del Petit y contemplé tu silla vacía. Pensé en pedirte una cerveza, pero haberla dejado sin beber sobre la mesa hubiera sido imperdonable. Tuve la intención de bajarme los V de Vendetta que me regalaste para releerlos, pero preferí estar a solas contigo, con tu recuerdo, con el dolor de tu ausencia.
¿Que puedo contarte? Que la vida sigue, aunque igual igual no. Se nota el vacío de los que se han ido, se percibe que nos hacemos mayores y que las telarañas van apareciendo para recubrir la memoria. Cada semana paso la mano, aparto el polvo y saco brillo a tu recuerdo. Es mi forma torpe de sentirte aun. A veces surge inconsciente al pasar por tu calle, al buscarte con la mirada en el Petit, donde se que no estarás. Otras veces solamente te imagino sentado, con tu sempiterno ducados en la mano, o removiendo papeles apareces en una foto de antaño.
Te has ido pero sigues por ahí. Me gusta imaginar que susurras consejos a mi oído, que me abroncas como yo hacia contigo, cuando meto la pata. Sé que no es así, aunque en el fondo sigues influyendo en mi vida, porque aunque ya no estés, siempre formarás parte de ella.
Estoy intentado retomar mi vida, centrarme y recobrar inquietudes de antaño, algunas comunes como la de emborronar cuartillas que tu también frecuentabas.
Llevo varias semanas enviando micro relatos a un programa de radio, donde una vez a la semana suelen leer alguno de los que envían los oyentes. Jejeje … Coincidencias de la vida hoy, por primera vez, leyeron uno mío.
Quería darte las gracias, porque aunque el marrón que me dejaste al marcharte no es tarea fácil, estoy en ello. Me refiero a esa sensación de tener que disfrutar y vivir la vida con intensidad; como si tuviera que hacerlo por ambos. Por mi y por todos mis compañeros, pero por mi el primero, como decía otro que también se fue. Y en eso ando. Lamento la torpeza, el no saber hacerlo mejor, pero a veces cuesta disfrutar; cuando duelen las heridas o cuando las circunstancias y el entorno se vuelven hostiles. Pero continuo con ahínco, sintiendo la vida con su sabor agridulce, que paladeo cada mañana.
También hoy, un amigo común, me comunicó que tras un complejo tratamiento de fertilidad y aunque hay que esperar unos días de incertidumbre para confirmarlo; se abre la anhelada puerta a la posibilidad de ser padres. Como ves la vida sigue fluyendo … Con alegrías que enjuagan las penas.


Juliki (Con resaca de ausencia)

miércoles, 14 de abril de 2010

Miserias cotidianas



Hoy el día comenzó con pesadilla. No ocurrió mientras dormía, que suele ser lo usual; aconteció caminando hacia el trabajo. Varias horas después aún me pregunto si fue sueño o realidad.
El reloj de la parada marcaba las 7:23 y en mi semáforo favorito el peatón que hay en mi hace girar el tambor de la pistola y se dispone a cruzar. Muñeco verde, un pasito "pa lante" y ... un saltito para atrás. Hay que evitar la bala de cuatro ruedas que se me echa encima. Hastiado de esta historia interminable doy un manotazo a la parte trasera del coche y comienza la realidad-ficción.
Frenazo de película, una ventanilla que desciende y la ira con forma de cabeza humana pronunciando unas lindas palabras mañaneras dedicadas a mi persona:
-Me cago en la grandísima puta que te parió, como vuelvas a tocar mi coche te reviento la cabeza.
-Pues no te saltes el semáforo. Replico algo aturdido.
Su cara cambia de color, suelta un exabrupto que no llego a entender. Abre la puerta y abandona el coche.
Parado en mitad de la calzada observo la bala, esta vez humana, que enfila hacia mi. Mi cerebro despierta de golpe, tengo el tiempo justo de captar esa mirada asesina dispuesta a todo, de ver como aprieta los puños, como avanza y ladea el cuerpo para tomar impulso. Las alarmas se encienden. Tengo que tomar una decisión rápida y aunque mi yo malote me diga al oído que merece que alguien le rompan la cara; se de antemano que no seré yo. No va con mi forma de ser, no soy violento, no quiero pegar a un ser humano, aunque se lo merezca ...
Reculo sin perderle de vista, mantengo las distancias para evitar que pueda llegar a golpearme. Su frustración aumenta, me insulta. Yo reitero que se ha saltado el semáforo, no parece importarle, continua su agresión verbal, pero detiene el avance. El muñequito rojo reaparece, se oye algún pito y mi presunto agresor regresa a su coche lanzando nuevos improperios y reiterando sus amenazas:
-Si vuelves a tocar mi coche te machaco.
Lo prudente sería callarme, acabar de cruzar para que otro coche no me atropelle, pero las palabras brotan de mi boca:
-Te importa mas tu coche que las personas. ¡Que fuerte!
Se vuelve, da un paso … Afortunadamente la impaciencia de los otros conductores hace que, volviendo a insultarme, se meta en su coche y desaparezca.
Termino de cruzar. Supuestamente la pesadilla ha terminado, pero en mi boca hay sabor a tristeza. Me siento mal por haber sido participe de una película tan sumamente desagradable. Reflexiono.
¿Que debo hacer?
¿Resignarme cada mañana?
¿Dejarme atropellar?
El malestar me acompaña el resto de la jornada, no es por los insultos, ni porque casi me parta la cara un descerebrado. Es por la frustración de no saber que hacer, como actuar. ¿ Es malo reivindicar lo que uno cree que es justo? Languidezco en la impotencia.
Si así somos los integrantes de la raza humana, estoy pensando que debería borrarme.

Juliki (Desdibujado en la tristeza)

lunes, 12 de abril de 2010

Historias inventadas o fragmentos de irrealidad VII



Recuerdo que fue la destreza de mi abuela, la que devolvió a la vida aquellos pantalones largos, que me habían quedado pesqueros tras el estirón. Les amputó la perneras y con hábiles puntadas los transformó en unos short, muy a la moda de entonces.
Yo sonreí aparentemente agradecido; jamás me atreví a confesar la verdad: Odiaba aquellos pantalones.


Juliki (abriendo el baúl)

sábado, 10 de abril de 2010

Vida sin argumento



Salí a pasear aprovechando la bonanza climatológica. Callejeando sin rumbo aparente, disparando alguna foto ocasional y quien sabe si buscando una señal.
Abrí los ojos, aparté las legañas que habitualmente me obligan a mirarlo todo a media luz, a contemplar mi realidad como si tratara de un sueño, ajeno a mi. La vida de otro ...
Tampoco es eso; cuando uno analiza la vida de otros tiende a criticarla, a comentar los "fallos" y yo con la mía no lo hago. La miro extrañado, en ocasiones sorprendido y la dejo pasar.
Esta pasividad me recuerda esas tardes de apatía en que uno tumbado en el sillón, cambia de canal hasta quedar varado en una película insustancial. La ves con desgana, inercialmente, pero atraído por el magnetismo del no soy yo, no va conmigo, es ficción, no aporta nada. Que mas da, si evita que uno piense y se agote de dar vueltas en circulo a pensamientos cuadrados. Es el escape, la huida, el déjalo correr que ya cambiará ...
Nuevamente el engaño autocomplaciente que no es sutura para la herida, ni tan siquiera tirita; mas bien apósito inútil que no acabará con la gangrena, que se extiende por la inacción. Si uno no reacciona llegará la amputación; de una parte, del todo, y será tarde para poder seguir adelante, al menos completo.
Las perdidas de otros también lo son, pero queda el recuerdo sanador, la añoranza curativa. Perderse a uno mismo es quedarse sin nada, diluirse, desaparecer. No tiene cura.
Me veo, me toco, me siento ... me resiento. No se concretar el mal que me aqueja. Miro alrededor buscando lo que no encuentro dentro y veo el cartel. Saco la cámara, hago la foto y continuo el paseo. Hoy solo hay respuestas ambiguas ...


Juliki (cercado de sombras)

miércoles, 7 de abril de 2010

Ver sin ser visto


Leo y a ratos reposo y observo. El escenario cambiante se llena de personajes que desfilan ante mi. Algunos pasan silenciosos, otros me regalan diálogos truncados.
Una mujer relativamente joven se acerca a un banco. Se gira y dice:

-¿Nos sentamos? Mejor no. Tenemos que irnos a casa. ¿Lo entiendes?

Su perro la adelanta y continúan su camino.
Me quedo pensativo mientras los veo alejarse. La comunicación y la soledad son sorprendentes: cuando se presentan, cuando estan ausentes ...

Juliki (mirón reflexivo)

sábado, 3 de abril de 2010

Historias inventadas o fragmentos de irrealidad VI



Todas las mañanas cuando al intrépido muñequito verde aparece, observo indignado como los coches continúan su marcha. Me gustaría realmente tener los nervios de acero para poder dejarme atropellar y salir ileso. Como no es así, grito, gesticulo … y mis nervios se marchan persiguiendo al infractor.
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Juliki (atropello virtual)

viernes, 2 de abril de 2010

Esquirlas de personalidad



Ya no soy el que era. Tampoco es que me arrepienta de dejar de serlo, forma parte del proceso de evolución. Lo extraño es que en ocasiones, me veo como si no fuera yo, como distanciado de mis pensamientos y reacciones y eso me crea un cierto desasosiego. Al final no se si soy el que actúa, el que piensa como debería actuar o el que mira como piensan y actúan los otros dos ...
El otro día fui a ver al fisio, para el repaso de chapa y pintura al que me someto una vez al mes y que resulta imprescindible en mi estado, a mi edad.
Iba relajado, dispuesto a disfrutar el trayecto y con la única incertidumbre de cual de los dos libros sería el elegido para amenizar mi transito en el metro. Había sitio libre, me senté, tomé mi decisión y comencé a sumergirme en el placer de la lectura. Tan solo había transcurrido una estación cuando alguien, un imberbe con aspecto moderno, irrumpió en el vagón con su móvil, ipod o similar atronando una música tipo bachata, bakalao, o como ahora se denomine el sonido imperante.
Le fulminé con la mirada, a la espera de que captara el mensaje, claro y conciso: Me molesta. Pero hizo caso omiso, no se si cegado por su visión de "soy un malote" o ensordecido por el estridente sonido con que obsequiaba a todo el vagón. Volví a intentarlo, esta vez lanzando un rayo exterminador, pero contra lo que hubiera sido mi deseo ni se desplomo, ni su aparato salto por los aires desgajado en mil pedazos dando paso al silencio.
Intenté encerrarme en mi burbuja, para que las palabras escritas acallaran el ruido imperante. No lo conseguí.
Entonces noté el vahído, la escisión de mi persona: Por un lado el prudente-cobarde que intentaba obviar el problema con la cantinela resignada del " déjalo estar, lee, concéntrate, olvídalo ..." Sin éxito.
Por otro lado una bocanada de mala ostia ascendía por mi esófago cual bilis incandescente, para dar salida al cascarrabias-protestón que hay en mi. “Levántate y con educación indícale que te molesta y que por favor use los cascos o baje el volumen y si dice que pasa, que te jodas le …”
Otee el vagón y vislumbré un sitio libre mas a la derecha. Recorrí los 10 metros que me separaban de él y en mi nueva ubicación con el sonido atenuado que no extinto volví con pasión a la lectura. En ese instante te abrieron las puertas y ocurrió.
Una jovencita de paso resuelto entró con su música predilecta aniquilando el frágil equilibrio que acababa de lograr.
¡No puede ser! aullaron al unísono dos voces en mi interior. Se miraron perplejas y comenzaron una encarnizada lucha entre mis dos "yos". Discrepaban acaloradamente entre la opinión favorable a la acción reivindicativa y la resignación educada y pacifica. Me separé de mi cuerpo en conflicto y desde la proximidad tras un ataque de risa ante la discusión interna de que era testigo y lo paradójico de la realidad, mi parte observador-analítico empezó a evaluar la situación. No esta bien resignarse, tampoco agredir, pero debes buscar una solución para cuando esto vuelva a ocurrir, que ocurrirá …
Y así llevo unos días, buscando … He tomado una decisión: La próxima vez que alguien me someta a similar agresión y pisotee mi derecho a la tranquilidad con su música; educadamente le pediré que modere el volumen, le invitaré a usar cascos, incluso llevaré unos para ofrecerle cortésmente y si se niega o me replica, desenvainaré mi libro y con mi mejor entonación y a pleno pulmón comenzaré la lectura de mi texto en la proximidad de su oreja para que intuya lo molesto que puede llegar a ser la invasión musical a que ellos me someten.
Ahora solo queda atreverme …


Juliki (en pie de guerra)