lunes, 31 de diciembre de 2012

Rumbo a peor


Se acerca el momento de los buenos propósitos, de hacer la lista con todo aquello que uno sabe de antemano que no va a cumplir y de aparentar felicidad mientras, vas, y te atragantas con las uvas. Luego que rule el champán, la alegría y vamos a brindar por…

Yo este año paso. No hay nada que festejar. Sobrevivir está bien, pero no es para tirar cohetes ni mostrarse eufórico.
Aún soy un privilegiado y no tengo derecho a quejarme, pero repito: no hay nada que celebrar. Es lo que siento. No lo hago por significarme, llamar la atención o sentirme distinto. Simplemente no me apetece fingir.

Pienso en otros menos afortunados. No los conozco, no tienen rostro, porque de tanto partirse la cara para salir de la crisis lo han perdido; como el trabajo, la casa, la ilusión y el futuro. El futuro no. Ese se lo han robado; nos lo están robando.

Es un gesto, no cambia nada, no ayuda a que esos otros no se ahoguen, pero no me parece oportuno alegrarme porque yo siga a flote mientras ellos se hunden. Seguir nadando y dejarles atrás no me hace sentirme orgulloso. ¿Por qué debería entonces brindar? ¿Por los deseos de un futuro mejor? El futuro, si es como nos lo pintan, no existe. Y si tenemos que pintarlo nosotros no hay tiempo para distraerse con fiestas.

Por eso, hoy, me he comido unos huevos fritos con patatas, me he arropado con la manta y me he arrebujado sobre la cama con una infusión a tiro y un libro en el regazo. Dispuesto a sumergirme en la ficción porque la realidad no me convence.
¿Qué empieza un nuevo año? Pues estupendo si quiere algo de mí que me haga una visita. En el fondo no deja de ser un día más, gris como los anteriores; el siguiente que toca resistir.
¿Que dónde está mi ilusión por el año nuevo? Para empezar ¿cómo de nuevo? Porque si se parece al anterior por mí que no se moleste. Si va a ser más de lo mismo: más paro, más recortes y más desigualdad mejor estar atento y preparado.
Si el próximo año toca ahogarse al menos que me pille, leído, sin resaca y con la brocha en la mano.

Juliki del día después

jueves, 27 de septiembre de 2012

¿Mentir no era pecado?

Dentro de la campaña del actual gobierno para reinstaurar los valores patrios, ayer tuvimos un nuevo episodio por boca del Presidente que me hizo regresar a la infancia, a cuando el cura, en religión, nos instaba a ser buenos.

Desde que comencé a tener uso de razón de manera autónoma y abandoné la senda de la educación católica he intentando evitar, en la medida de lo posible, la radical división entre blanco y negro, buenos y malos; porque casi todo es gris y como seres humanos tendemos a ser más bien regulares.

Rajoy, como el cura antaño, en su cruzada por salvarnos del mal y para reconducirnos al buen camino, alababa en la ONU el comportamiento de esa gran mayoría de españoles sumisos y obedientes que se quedan en su casa y asumen la crisis y los recortes como algo natural o, peor aún, como palabra de Dios.
Su discurso me parece un claro ejemplo de hacia donde quieren reconducirnos, de esa vuelta al pasado retrogrado donde se niega el pensamiento, se castiga ser curioso y donde poseer un espíritu crítico es casi delito. 
No conformes con que cada cuatros años se les firme un papel en blanco en las urnas además quieren que su labor no se cuestione. Creyéndose poseedores de la verdad absoluta nos instan a retomar la docilidad de la educación católica, que tanto daño hizo, y a aceptar lo que venga con una sonrisa y resignación cristiana. Sed buenos y os alabaremos en la ONU.
Se olvida Rajoy de dos menudencias: que su religión no es obligatoria en el País y que preside un Estado democrático. Y por si lo ha olvidado le recuerdo la definición de democracia:

democracia.
(Del gr. δημοκρατα).
1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

Si señor Rajoy se lo recalco "intervención y predominio del pueblo". En casa, obedeciendo, no se participa, que es seguramente lo que a usted le gustaría.
Lo de asumir la palabra del líder como verdad absoluta sin cuestionarla y la resignación como alivio de las desgracias tiene un tufillo de otros tiempos y se aleja de lo que debería ser la Democracia.

Igual es un anticipo y lo siguiente que pretenden es entrar a saco contra el pecado, evitar los tocamientos, abolir el uso del condón e instaurar misa obligatoria de doce.
Sí, vale, es exagerado pero también muchos creían que llegar a donde estamos no era posible y el rodillo ideológico continua.

Yo, que hace tiempo que deje de ser bueno, que procuro mantenerme despierto de mente y que aún pienso algo; no estoy dispuesto a decir que sí a todo ni a quedarme en casa. Que luego pasa lo que pasa y te vienen a buscar.

Juliki a pie de calle

Uno entre seis mil


Yo, que con el tiempo me he vuelto más pesimista, había asumido que tocaba tirar la toalla. Resignado, iba a las manifesta- ciones a poner el cuerpo porque era mi deber, por intentar se consecuente y por seguir buscando una salida en la que cada vez creía menos. Empezaba a pensar que no servía de nada acudir, comenzaba a sentir que las decisiones ya estaban tomadas y que David jamás derrotaría a Goliat.

Sigo pensándolo, pero algo ha comenzado a cambiar en mí estos últimos días. Toda esa campaña de desprestigio y criminalización del 25s: Cospedal comparándolo con el 23f, Cifuentes acusando al 25s de fascistas amparados en grupos de ultraderecha, esas ordenes  de parar autocares a la entrada de Madrid para tomarles los datos a todos los viajeros…, me ha provocado miedo; y el miedo, en este caso para mí, ha resultado un revulsivo.

Escuchar a estas señoras que se creen poseedoras de la verdad absoluta, que se niegan a escuchar otras opiniones, pronunciadas por ciudadanos a los que deben su cargo, y que califican de radical al distinto, me ha erizado los pelos del cogote y me ha recordado el surgimiento del nazismo.

Yo aun siendo de Ciencias no calculo muy bien cifras de asistencias, pero decir que en la manifestación había seis mil radicales agrediendo constantemente a la policía e intentando tomar el Congreso es un insulto a la inteligencia, a la honestidad y a la verdad.
Si radicales son ahora parados, jubilados y jóvenes, entonces asiento; si radical es el que piensa y se queja no digo nada; si radical es el que levanta las manos y dice "estas son nuestras armas", entonces me callo y les doy la razón. Desde mi modesta y, seguramente para ellas, fascista opinión sus declaraciones son una manifestación de intransigencia y fascismo mucho mas grave que la actitud de cualquiera de los asistentes a la concentración, cafres incluidos.

A mí me parece que para un país con millones de parados y la situación que vivimos la asistencia debería haber sido mayoritaria, pero reconozco que la campaña previa de criminalización desde el Gobierno ha generado miedo y, ante el miedo, cada uno reacciona como puede.

Es cierto que en la manifestación hubo radicales, os dejo una muestra del grupo más numeroso:

Buenas noches y dulces pesadillas.

Juliki, el 5999

lunes, 24 de septiembre de 2012

Resignación cobarde


Se acerca el 25s. Somos muchos los que permanecemos expectantes, incluso algunos pueden que tengan sus esperanzas puestas en ese día; bien porque creen que puede cambiar algo o porque quieren que algo cambie. Me gustaría estar entre los que creen, pero mi pesimismo me hace presuponer que manifestarse, aunque necesario, no cambia el curso de los acontecimientos.
Es indudable que la situación no debería continuar como hasta ahora y los indicios son que así va a ser, que las cosas van a cambiar, pero... pienso que a peor. Ya estás con tu jodido derrotismo pensaran algunos. Puede ser, no voy a negar la evidencia, pero...
Comenzamos aceptando que cada cuatro años compraran nuestra voluntad a cambio de falsa promesas y cuando nos mintieron no movimos un dedo. Era primero la época de la ilusión tras la muerte de Franco y luego la de las vacas gordas. Y por eso no nos importó que algunos se llenaran los bolsillos de dinero ajeno, el nuestro incluido, porque vivíamos mejor. Teníamos casa, trabajo, coche, televisión de plasma... y además el del banco nos sonreía afable y la roja ganaba algo por primera vez ¿Qué más se podía pedir?
Luego, cuando comenzó a acuciar la crisis, nos vendieron que había que apretarse el cinturón y tragamos con recortes en derechos sociales de los de toda la vida,  recortes en sanidad, recortes en enseñanza... y miramos para otro lado. No problems, aún éramos unos privilegiados. Incluso nos hicieron creer que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos sentimos culpables. Yo me autoinculpo en este punto. Reconozco que osé comprarme un piso de 27m cuadrados y aunque haya hecho los deberes y lo tenga pagado a base de renunciar a libros, cervezas y salidas; tal vez tengan razón y para no vivir por encima de mis posibilidades debería haber buscado uno más pequeño de 10 o 12. Pero eso es otra historia.
Después subieron impuestos, recortaron más derechos laborales, bajaron sueldos y demonizaron a los funcionarios, mientras además retocaban otros temas ideológicos como el aborto, la cadena perpetua e indultaban a los grandes desfalcadores que evaden capital... Se levantaron algunas voces, pero cada uno de nosotros siguió parapetado en su mísera vida, en ese "que me quede como estoy" y  en "eso no va conmigo", porque somos cobardes.
Lo próximo, no creo equivocarme, serán las pensiones, la prestación de desempleo y tal vez pronto sea ilegal pensar, criticar o reunirse. ¿Qué exagero? Puede, pero...
Ayer creo que dimos un paso más hacia esa exageración mía. Empezó a abrirse el abismo ante nuestros pies y el supuesto Estado de derecho se quito la careta para dejarnos ver donde nos encontramos en realidad. Ayer, en el Retiro, según atestiguan las imágenes del video casero que figura más abajo; la policía, supuestos policías pues llevaban su numero de placa oculto con cinta, acosaron y persiguieron a personas que reunidas en un parque conversaban en un intento por, tal vez, buscar una alternativa y un mundo mejor.
 http://bambuser.com/v/3003252
 Si realmente los miembros de los cuerpos de seguridad tienen obligación de identificarse y mostrar, mejor dicho, llevar visible su placa y número, pero en lugar de eso lo tapan, algo no funciona. ¿No es eso bastante más irregular que juntarse a hablar pacíficamente? Si la actuación de ayer de esos policías no se ajusta a la ley, es decir es ilegal y en consecuencia un delito. ¿No debería intervenir de oficio alguien? Yo que sé, el defensor del pueblo, el fiscal del Estado... Uno de esos que cobran de todos nosotros para garantizar ese Estado de derecho, esa democracia en la que se supone que vivimos. Si el poder deja impune sus abusos, tal vez no está en las manos adecuadas.
Creo que lo están logrando, su política del miedo, esa que nos hace tragar y conformarnos, está triunfando. Yo lo reconozco avergonzado, tengo miedo y espero parapetado en mi pequeña casa. Salgo a manifestarme y luego regreso y espero mirando hacia otro lado sin querer reconocer que el próximo al que vendrán a buscar puedo ser yo, aunque no haya hecho nada, por no haberlo hecho.
Juliki, culpable de inacción

martes, 18 de septiembre de 2012

Ecos del desempleo


Desde el mismo día en que me despidieron y comencé a buscar curro, fueron muchos amigos los que me recomendaron que acudiera a Internet como la forma moderna de encontrar trabajo. Ellos, con su mejor voluntad, insistieron en que me apuntara a las distintas páginas de empleo que figuran en la red y así lo hice.
Yo, que era escéptico, con el paso del tiempo he ido confirmando mis sospechas, y hoy, aunque sigo apuntado, consultando las ofertas y mandando curriculum a algunas, no tengo ninguna esperanza de que de ahí salga un curro para mí.
Puede ser culpa de mi formación, químico-tendero-titiritero-estampador no parece una trayectoria muy coherente, o de no saber venderme de manera no presencial o simplemente de que todo está muy chungo.
El caso es que de todas las ofertas a las que me he apuntado de manera virtual no he conseguido, no ya un trabajo, sino ni una mísera entrevista. Ni siquiera he llegado al punto ese de poder asustarles con mi coleta y mis ropajes coloristas de hippy desfasado, que paradójicamente ni fuma ni casi bebe y, uno de cuyos pocos vicios, a pesar del apellido, es que le gusta trabajar.
Pongo un ejemplo de una de las recomendaciones que una de esas plataformas de trabajo me adjunto el otro día como consejo para complementar mi formación:

Cursos interesantes para Químico
Productor Musical »
Fundación CPA Salduie | Curso | On line | A consultar

Con este curso obtendrás el Titulo Universitario expedido por Universidad San Jorge de Producción Musical. 

Igual es que algún programa informático, tras consultar mi trayectoria, ha calculado de manera aleatoria cuál debería ser mi siguiente paso laboral y este sea el resultado. Desgraciadamente no han tenido en cuenta algunos aspectos de la realidad: mi inexistente oído, mi nula capacidad  de discernimiento en música y mi nefasto gusto musical.
Aun así voy a pensármelo. Quién sabe, igual mi futuro profesional esté en la música. Por si acaso he sacado el cazú y estoy practicando.

Juliki practicando pedorretas

jueves, 13 de septiembre de 2012

Vuelta al cole de las ilusiones


Esta semana empezó el curso escolar. Lo tenía todo preparado, la mesa ordenadita, los proyectos organizados y las ilusiones en el estuche, bien afiladas; pero no me presenté. Hice pellas. Seguramente las primeras de mi vida. Pudo más el miedo al fracaso que la ilusión de retomar la vida con otro espíritu, con otro impulso revitalizador.
Y es que cada día que paso sin curro me golpea la sensación de que la suerte está echada y de que nada de lo que haga va a cambiar el devenir de mi vida. Sé que no es así, que debería sobreponerme a las bofetadas de las ofertas de empleo gestionadas que parecen llevar escrito "no es para ti" o " 45 años son demasiados" o la más cotidiana "ya te avisamos", que tan solo se concretan en una espera infructuosa. No es fácil amanecer sin expectativas y convencerse de que regresaran.
Por otro lado, ahora que tengo tiempo debería aprovecharlo en llevar adelante nuevos retos o en hacer lo que me gusta, en lugar de perderlo en lamentos, pero reconozco que muchos días amanezco derrotado.
No es que mis proyectos sean salvadores ni que a través de ellos vaya a conseguir abrir nuevas vías laborales. No. Son tan solo un camino que me permite dejar de torturarme, que me mantiene entretenido, engañado en la felicidad de escribir, por ejemplo, en lugar de pasar las horas recordando machaconamente que el desempleo a llamado a mi puerta, como los de Avon, pero parece que con intención de quedarse.
Hoy me he recompuesto y me he presentado en clase. Han puesto muchas pegas, pero al final me han readmitido y por ahora no pierdo la plaza. Eso sí, tengo que copiar cien veces estas dos frases: "no volveré a tirar la toalla" y "me comeré el mundo aunque este lleno de gusanos". Voy a esforzarme, palabrita del niño Jesús, así al menos al terminar el curso podré adjuntar el título de "Iluso" en mi currículum, aunque de eso nadie te ofrezca trabajo.

Juliki al borde de la expulsión

viernes, 7 de septiembre de 2012

Mamoneos de ayer y hoy



Ayer mientras comía me atraganté. No fue que la comida se me fuera por mal sitio. No. Fue culpa de la radio que andaba encendida, o mejor dicho, del comentario que un individuo, que nunca llegará a ser persona, hacía de una noticia.
El susodicho, con dos cojones, defendía públicamente que cada mujer se pagara sus mamografías por considerarlas casi, casi como un capricho, un artículo de lujo.

Las probabilidades de que me tenga que realizar una mamografía, por mi condición de hombre, son mininas, pero me parece una barbaridad que alguien justifique que una mamografía no es esencial y por lo tanto defienda que no deba permanecer dentro de lo que se considera asistencia sanitaria básica. Si empezamos así, prescindiendo de ellas, de la rehabilitación, de las prótesis..., ¿qué vendrá luego? Tal vez no merecerá la pena curar las enfermedades y será mejor rematar al que contraiga algo; total, hay suficiente mano de obra para sustituirle y sale más barato.

Ha costado mucho llegar donde estamos. No a nosotros que nos lo dieron casi todo hecho. A nuestros padres, a nuestros abuelos y a todos los que les precedieron para que ahora retrocedamos y volvamos a ese quién pueda que se lo pague y el que no que se joda.

Voy a confesarlo todo. Me atragante porque de mi boca salió una lindeza que escuché de pequeño y no pude evitar pronunciar. La frasecita, que es una autentica pasada, reza así: hijo de puta, mal cáncer te entre en el culo y cuanto más corra más te duela y si te paras revientes.  Vale que es una burrada desearle eso a nadie; vale que si ese individuo la palmase nada cambiaría ya que, por desgracia, a otro con similares ideas se le llenaría la boca con ese tipo de afirmaciones. Yo lo admito, me pase diez pueblos, pero no me arrepiento. Quizás es que ha llegado el momento de dejar de ser indiferente, de que queden impunes ciertas palabra, de que ninguna agresión quede sin respuesta. Ese tipo de ideas, las del politicucho que intenta hacer recortes anteponiendo la economía a la vida, no pueden ser el futuro al que aspiramos, porque huelen y saben al pasado del que pretendíamos huir.

Mi barbaridad, siéndolo, es del mismo orden de magnitud que su comentario. Por eso, aunque han pasado varias horas y he tenido tiempo de repensármelo, me sigue viniendo a la boca el mismo exabrupto cuando recuerdo sus palabras. Y sigo sin arrepentirme porque, uno, aunque esté encerrado en un pozo, aún respira, siente y aspira a otro tipo de vida.

Juliki, con la cresta despeinada

jueves, 6 de septiembre de 2012

Bisoñez de juventud



A veces soy malo o al menos travieso. Yo no quiero, pero no puedo evitarlo. La bisoñez me transforma.
Me pasa siempre que suena el timbre y ante mi puerta aparece un imberbe o una jovencita que creen dominar el universo y piensan que la moto la tienen ya vendida de antemano.
Lo que ellos ignoran es que yo sé que vienen a vendérmela, que yo no quiero comprarla, que educadamente voy a jugar con ellos y que, al final, bajaran los cinco pisos que han subido con unos capotazos, algún puyazo de mentirijillas y devueltos a los corrales por falta de casta y honestidad al embestir.
Ding dong. Abro tal cual estoy en calzoncillos y camiseta, con un té en la mano y el ánimo decaído.
—Buenos días, soy de la compañía eléctrica, tiene que enseñarme su factura para...
Mal comienzo. Demasiados errores. No dice ni nombre ni empresa, no muestra credenciales, exige en lugar de pedir... Supongo que es una técnica de apabullamiento que les enseñan para ganar terreno. Pobrecilla. La recibo a puerta gayola.
—¿De qué compañía?
—De la eléctrica —en mi cerebro resuena un piiiii de respuesta incorrecta que ella no puede oír.
—Sí, pero de cuál.
—Endesa.
—Yo soy de Iberdrola.
—Pero si me enseña su factura...
—Para qué si no eres de mi compañía —su seguridad se diluye ante la mía.
—Ya, pero es que tiene que mirar que le estan facturando desde Vizcaya y...
—Eso es España. ¿No? ¿Dónde está el problema?
—Pues que usted está en Madrid y...
—España también, ¿no? Mismos impuestos.
—Es que le estan cobrando de más...
—Pues muchas gracias por la información. Lo hablaré con mi compañía.
—...

Si fuera una corrida estaríamos ante la suerte suprema. Tan solo tendría que sacar el estoque, agitar la muleta (¿Y Endesa no lo cobra?) y entrar a matar para luego recibir mis trofeos. Retengo la pregunta trampa y la mando de vuelta a corrales. Viva. Sin dilapidar su tiempo ni el mío. La pobre tan solo intenta hacer su trabajo. Mal, pero lo intenta. ¿Quién soy yo para darle la puntilla? ¿Un desempleado rencoroso? No hay que ser cruel. Aún tiene tiempo de aprender. Además no me gustan los toros. Ni los toreros.

—Gracias de nuevo. Que tengas un buen día. —me despido regalándole lo único que tengo para ella: una sonrisa.

Ella no está para obsequios. Baja con un gesto de enfado. Tal vez por mi culpa, sus objetivos de captación de clientes quedan  hoy lejos de cumplirse. Seguro que piensa que es un curro de mierda y que el hippy del quinto que le cierra la puerta es un gilipollas. Acierta con ambos pensamientos. Vuelvo a mi té. Hoy es de desencanto mañanero. A ver si acabo pronto con las existencias.

Juliki de espaldas al tendido

domingo, 2 de septiembre de 2012

Lección de circo



El último día de agosto me reencontré con mi amigo Dubi. El Dubi es un personaje de esos que, si le fotografiaras en tonos sepia, pasaría por habitante de un circo de antaño. Tal vez esa apariencia no es mas que el reflejo de lo que uno quiere ser, porque el objetivo de Dubi no es otro que trabajar en un circo.
Ver su cuerpo enjuto y fibroso paseando su jirafa de tres ruedas de regreso a casa tras su ensayo cotidiano en el Retiro despertó una vez más mi admiración.
Le admiro por saber vivir el día a día con esa sonrisa que a la mínima se contorsiona hasta convertirse en carcajada convulsa y contagiosa, por perseguir sus sueños aunque a veces parezcan mas bien locuras y por esa despreocupación casi inconsciente del que vive en un mundo peculiar mas allá de la realidad irreal que nos rodea y parecer feliz.
A mí, que últimamente parece que me regodeo en el lamento y que veo casi todo de un gris casi negro, charlar ese rato con Dubi me supuso una nueva lección de vida, tan nutritiva como los abrazos que nos dimos, como su sonrisa imperecedera.

—Hooooooooola Juliki
—¿Qué tal todo, Dubi? —respondo mientras nos fundimos en un abrazo reconfortante
—Bien, la verdad es que muy bien. ¿Sabes que el Churry se ha ofrecido a ayudarme a montar mi espectáculo? Estoy muy contento.
—¡Joder que bueno!
—Y Alfredo, el que conocí rodando Pájaros de Papel, también va a echarme una mano. Por fin voy a tener un número propio y bien elaborado. Lástima lo de la casa...
—¿Qué pasa con la casa?
—Ah, eso. Jajaja, que nos desahucian por no pagar el alquiler.
—¿Cómo es eso?
—Pues nada que desde hace dos años los bolos han ido flojeando y no me llegaba, con lo cual he ido dejando a deber 80, 90 o 100 euros cada mes y ahora es una pasta que ya no puedo pagar. Sabes, el lunes he quedado con el Churry en su local para mostrarle mi espectáculo y empezar a trabajarlo. Incluso él tiene la posibilidad de currar dentro de unos meses en un circo e igual, si cuadra mi espectáculo, podría ir con él.
—Ojalá, estaría genial. Oye, ¿y con lo de la casa qué vas a hacer? ¿Dónde piensas ir?
—No sé. Ahora estoy ilusionado con lo del número. Ya lo veré cuando nos echen.
—¿Y eso cuándo es?
—Se supone que el 1 de septiembre.

Vivir al segundo, negar la realidad o apostar por tus sueños. No lo sé, pero sin duda el espectáculo debe continuar y, para eso, es necesario tener madera de artista.

Juliki de contrachapado malo

Persiguiendo nubes


Estos últimos días saqué a pasear mi desolación. No es que ella necesitara tomar el sol o recorrer mundo; en realidad en casa, encerrada y apática se siente la mar de a gusto. Pero por eso de ventilar un poco y que mi buhardilla no empiece a oler a antiguo, arrastré mi cuerpo hacia la calle y ella, fiel parasito, me acompañó. A estas alturas ya casi no noto su presencia ni su peso; mi caminar cansino, triste y derrotado parece natural, como si fuera solo, como si siempre hubiera sido así. Tal vez lo sea ya, porque cuando uno alberga algo tanto tiempo en su interior los límites se difuminan hasta conformar un solo ser.
Deambulando con rumbo errático, sumido en mis pensamientos acabé por levantar la cabeza, quizás para liberar un suspiro o proyectar lejos algún lamento, y me encontré caminando con los ojos en el cielo.  Allí, enmarcadas entre la silueta de edificios, descubrí un espejo de fondo azul que me devolvía el reflejo de mi vida con forma de nube. Sincronicé mi paso al tempo de unas nubes que se iban desmembrando como mi vida y solo fui capaz de hacer lo que hago con ella: verla pasar y contemplar como se deshace en retazos que, como la espuma en la bañera, van menguando hasta desaparecer.
Sé que la vida es para vivirla, sentirla y disfrutarla, pero no estoy con ánimo para ello. Por eso, hasta que mi desánimo se haga mayor y pueda salir a pasear solo, toca resistir.

Juliki nublado

domingo, 12 de agosto de 2012

La injusticia de la Justicia


El poder Judicial siempre me ha parecido arbitrario, básicamente porque está al servicio de la ley y no de la justicia. Cierto que legislar no parece sencillo, que es difícil establecer que es justo y que no lo es. Más aún cuando muchas personas se empeñan en hacer trampas, en aprovecharse de su posición y engañar para obtener el mayor beneficio personal posible. Debe ser parte de nuestra naturaleza humana. De unos más que de otros.

Hace unos días un grupo de personas "saquearon" sendos supermercado y, quizás aquejados de alguna enfermedad contagiosa, ni pretendían enriquecerse ni querían lo sustraído para ellos; lo hicieron para compartirlo con los más necesitados. Desde entonces el gobierno ha exigido que el peso de la ley caiga sobre ellos.
Este es un error que se repite una y otra vez: aplicar la ley con independencia si el resultado es justo o no. Pudiera ser que los miembros del Gobierno sean poco leídos y no hayan tenido en su ocupada existencia tiempo de conocer nada sobre Robin Hood. Sí, hombre, el que robaba a los ricos para dárselo a los pobres; ese que hoy en día en lugar de ser un proscrito enfrentado a la injusticia de un tirano sería un simple delincuente a encarcelar porque, en democracia, la tiranía no existe.
Un nuevo error. La tiranía intangible de los mercados, de los intereses económicos, de los que manejan los hilos está ahí, aunque no tenga un solo rostro al que enfrentarse.

Todo el mundo conoce a Robin Hood y lo que representa, solo que a algunos tal vez no les interese eso de repartir con los más necesitados porque en el fondo son ellos y los suyos esos nuevos ricos. "Ricos" que aprovechando su posición, explotando y engañando han llegado a llenar sus cuentas de manera "legal" que no justa. Y con ese dinero ¿lícitamente adquirido? han contratado los servicios de los mejores asesores legales y abogados para perpetuar sus derechos, eludiendo sus deberes, pero eso sí, de manera legal.

Mientras que lo justo sea ilegal, mientras que quienes roban para comer acaben en la cárcel y quiénes lo hace para enriquecerse a costa de los demás sigan libres y manejando el país, los Robin Hood futuros pueden ir preparándose para dormir a la sombra. Cosas de la ley.


Juliki, habitante imaginario del extinto Sherwood.

lunes, 6 de agosto de 2012

Subsidio por madrugón


El día empezó con esa lucha por arrancarme de la cama, con ese ejercicio de autoconvenci- miento un tanto demagógico de que algo podría cambiar y ser mejor, que utilizo para incorporarme a esto que llaman vida. Como soy cuadriculado los lunes, miércoles y viernes me he marcado salir a correr. Bueno, correr, correr, no. Es un sucedáneo casero que incluye un paseo hasta el Retiro y luego allí, durante diez minutos, arrastrar el cuerpo mientras la respiración se niega a acompasarse con el movimiento. El resultado es que llego a casa hecho una piltrafa, pero después de la ducha me invade una sensación de actividad pseudo-optimista e incluso a veces se me escapa un "No ha estado mal".
Hoy, en mitad del trote cochinero, con los pulmones pidiendo tregua y mis neuronas preguntándose porqué me empeño en venir a hacer esto, mis ojos se han fijado en algo en el suelo. Sin parar y sobre la marcha mi cuerpo se ha flexionado y en un escorzo, que dudo mucho pudiera repetir, mi mano ha aferrado ese algo y he seguido corriendo. Al abrir la mano un billete de diez euros algo embarrado estaba en ella. "Será falso", he pensado, quizás por eso de que uno cuando le pasa algo bueno siempre tiene tendencia a creer que no es real. Lo he guardado en el bolsillo, con barro y todo, y he seguido en mi irracional propósito de completar los diez minutos de carrera. Al terminar y cuando el aire volvía a entrar en mi cuerpo sin estertores ni aspavientos he comprobado que era un billete de curso legal. Aún no entiendo como en mi estado, en plena carrera y sin lupas (me quito las gafas para correr y no me preguntéis porqué), he sido capaz de detectar ese billete arrugado y sucio. El caso es que, en el camino de vuelta, iba pensando que era una especie de recompensa por madrugar cuando he visto en el suelo diez céntimos que también me he embolsado y, aunque suene a trola, en la puerta de mi portal cinco céntimos más me esperaban para completar mi retribución por el esfuerzo.
El resto del día ha sido una auténtica mierda y a estas alturas me asalta la duda de si no hubiera sido mejor quedarme en la cama y no haberme encontrado nada; pero como la vida tiene estas cosas y carece de marcha atrás, hoy me toca convivir un mal día. Subvencionado, eso sí.

Juliki sin ganas

miércoles, 1 de agosto de 2012

Ganarse el pan


Hace tiempo, no sé porqué, recordé una de esas frases que durante mi infancia oía repetir a mi madre y que me crearon entonces un cierto desasosiego: "Dios da pan a quién no tiene hambre". No sé si es una variante de esa otra más popular que sustituye hambre por dientes y que tal vez acuñó y adaptó mi madre, mujer de la posguerra, a raíz de las carencias de aquella época. El caso es que estoy convencido de que dicha frase tuvo mucha importancia para que yo empezara a cuestionarme cosas, a pensar y es una de las responsables de que yo acabara convertido en el ateo que soy, muy apesar de mi madre.

Quizás no tiene mucho que ver, pero hace unas semanas fui a una panadería, que visito con asiduidad, a comprar un topping alemán, un pan muy rico de semillas y pipas. La dependienta era nueva, supongo que sustituta vacacional de alguna de las habituales. Cuando pedí el pan se volvió hacia las bandejas agarró un pan al azar y me preguntó si quería algo más. Miré extrañado el pan, que no era el que había pedido y le indiqué de manera educada que se había confundido. Ella sin mediar palabra sustituyó el pan por otro y volvió a preguntarme si quería algo más. Quizás otra persona se hubiera mosqueado, porque nuevamente el pan no era el solicitado; yo intenté ser comprensivo, seguramente estaría nerviosa, sería uno de sus primeros días… Sonreí y antes de poder indicarle su nuevo error una compañera con más experiencia que contemplaba la escena subsano el problema. Pagué me despedí deseándoles un buen día y todo quedó en una anécdota.
Quince días después, como en un remix, volvimos a encontrarnos cara a cara.

Hola, buen día. Un topping alemán, por favor.
Ese solo lo tenemos por las tardes.
¿Cómo? ¿El integral de semillas y pipas? pregunté incrédulo.
Nunca lo tenemos a estas horas.
Pues, disculpa yo lo llevo comprando varios años.
No, solo por las tardes.
¿Segura? ¿Podrías preguntarlo? insistí con cierto malestar.
Consultó a una compañera y regresó donde yo esperaba atento a su respuesta.
Sí, tienes razón dijo mientras se volvía hacia las bandeja, cogía un pan y me preguntaba si quería algo más.
Me quedé petrificado, mirando aquel pan que no era el que había pedido y buscando la cámara oculta.
Pero... ese no es balbuceé.
Pues entonces no hay.
Pues entonces no quiero nada, gracias y salí  conteniendo mi enfado en busca de otra panadería donde comprar pan y bollos.

No me molestó quedarme sin ese pan ni que la chica, después de quince días, siguiera sin conocer aquello con lo que trabaja. Me molestó esa sensación de que vale cualquier cosa para salir del paso, incluso tratar como si fuera tonto aun cliente, a otra persona.
Y por eso yo, desempleado desde hace un año, apesar de mi ateismo, pensé mientras abandonaba el local: "Dios da trabajo a quién no sabe desempeñarlo", y me hundí un poco más en mi condición de parado que no quiere serlo.

Juliki a pan y agua laboral

jueves, 12 de julio de 2012

Rayos de desesperanza


Llevo una semana dedicado a mi casa, tal vez algo más. Primero con la obra, sentado en la escalera atento a que los obreros arreglaran más que destrozaran; después, en esa inabarcable tarea de recuperar la normalidad, de limpiar ese polvo que se empeña en no dejarte solo, intentando devolver cada cosa a su sitio y encontrar eso que tan celosamente guardé para que no se rompiera y que ahora no tengo ni puta idea de donde quedó.

Mientras el mundo, fuera, ha seguido su curso, los mineros se dieron un baño de multitudes, pero regresan a casa como vinieron, sin esperanza. El gobierno ha recortado un poco más en ese suma y sigue ideológico que nos hace retroceder en el tiempo en derechos y salarios que no en impuestos y deberes. Es el mundo al revés. La evolución avanza para que vivamos peor, al menos, la inmensa mayoría. No seré yo el que se queje; aún estando en paro soy un privilegiado. No me falta un plato en la mesa ni un techo bajo el que guarecerme. Cierto es que he hecho los deberes, que no he vivido por encima de mis posibilidades, que he trabajado  para que así sea mientras me han dejado y que pretendo seguir haciéndolo cuando tenga ocasión. Pero no puedo evitar impregnarme de esa sensación que queda en el aire, de esa lucha para la derrota que los mineros, como símbolo de la resistencia, se niegan a admitir, pero que nos invade a todos.

Con la casa reordenada, sin excusas que me despisten llega la hora de afrontar realidades, de responder preguntas. ¿Y ahora qué? ¿Qué quiero hacer con mi vida?

Hay preguntas sencillas de respuesta complicada. Sea cual sea la respuesta que encuentre, espero regresar a casa como los mineros, que aunque su futuro sea tan negro como ese carbón que les robo media vida, aunque parezcan condenados a ser engullidos por el sistema y aunque se les niegue un futuro, hay algo que no podrán quitarles nunca: su dignidad.

Nos queda mucho por aprender y, a veces no es del que creemos que más sabe sino del que tiene más para enseñar. Que aunque parezca de Perogrullo, no siempre es lo mismo.

Juliki come back home

jueves, 5 de julio de 2012

Gris oscuro, casi negro


Sentado en la escalera, con el portátil y una pila de libros como parapeto, escucho como la piqueta va agrandando las grietas de la pared para, supongo, hacerlas luego desaparecer para siempre. Mi casa es un campo de batalla donde nada está en su sitio y a duras penas la nevera y el retrete se mantienen firmes sin ceder su posición. Resignado esnifo polvo, los mocos se colorean al son de la pintura lijada y pienso si algún día todo volverá a la normalidad.
La normalidad es el cobijo donde nos escondemos, ese lugar al que recurrimos cuando, cansados de aventuras, necesitamos reconocernos en los hábitos y costumbres con los que nos vestimos para ser nosotros mismos.
Pienso en como era no hace tanto tiempo y en lo que me han convertido los años y sobre todo las circunstancias vividas. No soy el mismo de hace veinticinco años; indudablemente algo queda de aquel personaje empeñado en comerse el mundo, en voltearlo, en que los malos pagaras sus culpas y los buenos llegaran al poder. El tiempo te enseña que no hay malos ni buenos, que las cosas no son blancas o negras y que afortunadamente el mestizaje racial también se da en los comportamientos humanos.
El mundo es gris, a medio camino entre los extremos, pero el problema no es el color sino el tono. Por desgracia el gris oscuro predomina, se va imponiendo y afea las existencias. Es ese hollín que, sin necesidad de bajar a la mina, impregna nuestros sueños, nuestras ilusiones y anhelos hasta cubrirlos con una pátina dura, una coraza inflexible que hace que cuando intentas alcanzarlos y los tocas salten resquebrajados en mil pedazos.
Busco en el saco de mis sueños,lo hago con cuidado y tan solo hallo pedazo. Tal vez va siendo hora de alejarse de la normalidad para llenar el saco, aunque solo sea para luego verlos romperse sin siquiera haberlos tocado

Juliki conquistado por el polvo

miércoles, 4 de julio de 2012

La caducidad del desempleo


Se acerca la fecha y aunque me esfuerzo por no pensar en ello, es indudable que mis neuronas andan tras el tema. En unos días se cumplirá un año desde el glorioso instante en que mi jefe tuvo a bien despedirme o utilizando el eufemismo, prescindir de mis servicios. Recuerdo la conversación, no porque fuera significativa sino porque me pilló descolocado, con la mente puesta en acabar la tarea del día, intentando rematar mi trabajo lo mejor posible.

—Puedes parar un momento, tenemos algo que decirte.
—Acabo de limpiar esto y voy.
—Ya lo limpias luego.
—Cómo quieras, dime.
El silencio, que se prolongaba demasiado, debería haberme puesto alerta.
—Ya sabes como está todo y lo que hay. 
—¿Y? —pregunté tras otro silencio eterno, pensando en que o se daba prisa o se me secaba la pintura en la pantalla
—Pues ya te imaginas, ¿no? 
—¿El qué? —volví a preguntar y es que hay que ser gilipollas para no haberlo visto venir.
—¿Qué no podemos seguir pagándote y tenemos que prescindir de ti?
—Ah, ¿y cuándo? —murmuré encajando el derechazo, aún preocupado por la pintura.
—Pues desde ya, mañana la gestoría nos envía los papeles.
Y como es costumbre en mí, me fui a rumiar la información recibida mientras limpiaba la pintura ya totalmente seca.

Desde ese "ya" ha pasado un año, 52 semanas, 365 días, 8760 horas y una puñaera de minutos que superan el medio millón. ¿Es mucho? Así visto y comparado con la inmensidad del mar, una nimiedad, pero cada mañana, cuando me levanto a las siete menos cuarto con ganas de comerme el mundo y dar lo mejor de mí me parece una losa insalvable. El tic-tac del reloj se ha convertido en una especie de cuenta atrás que no sé muy bien qué anuncia o que bomba va a detonar. Podría estar disfrutando del momento, levantándome tarde y aprovechando el tiempo para ese ocio subvencionado por el INEM, o como se llame ahora, que te permite cobrar sin producir. Pero a mí lo que realmente me pone es producir, cobrar también, pero menos.
Sí, lo sé. Soy un enfermo, incorregible, incurable. Quiero trabajar, me gusta trabajar, esforzarme por hacerlo mejor cada día, sea la labor que sea.
Tal vez han decidido intentar curarme ¿Será el desempleo una medicina? Si lo es alguien se ha confundido de diagnóstico, de receta o de dosis porque la verdad es que un año después no he mejorado nada y sigo queriendo trabajar.

Juliki, el desempleado que nunca quiso serlo

martes, 3 de julio de 2012

Héroes de tapadillo


No entender el mundo viene a ser en mí una constante, un hábito pernicioso, como levantarse cada mañana que me produce sentimientos contrarios: me duele y a la vez me mantiene vivo. Ayer por la tarde-noche eso se acrecentó, como una fiebre que sube y sube amenazando con obligarte a acudir a urgencias. Puse la tele, que dicen los entendidos es medicina que lo sana todo, y si no cura al menos adormece y atenúa los síntomas. No fue así, el zapping, otrora letárgico, solo consiguió aumentar mi desasosiego. Uno tras otro desfilaron ante mí los canales teñidos de rojo, rebosante de vana ilusión, patrioterismo barato y ensalzamiento de la proeza futbolística por la Eurocopa conseguida. Pan y circo. Iba a vomitar ante tanto héroe millonario en calzón corto cuando un breve flash informativo en una de las cadenas tiñó de negro mi corazón y mi ánimo. Rezaba así: detenidos varios mineros por cortar las carreteras volcando camiones de carbón y enfrentarse a la autoridad lanzando cohetes caseros. Duró a penas unos segundos, lo suficiente para obligarme a apretar los dientes y confirmar lo que ya sabía: que ganar la Eurocopa era otra nueva derrota.

Yo también estaba en calzoncillos, por eso del calor, evidentemente mi camisola no era roja, ni lo será. Tuve ganas de acercarme a la chimenea y manchar mi cara de hollín, ganas de calzarme el mono, de situarme en las barricadas junto a esos hombres recios, de pulmones negros y ojos acostumbrados a la poca luz. Tuve ganas de convertirme en rey mago y repartir carbón entre tanto político falso, aprovechado y negligente.

Ayer, entre tanta euforia futbolera, entre tanto héroe de cartón piedra se colaron en mi retina, como de tapadillo, aquellos auténticos héroes del día a día, aquellos luchadores que en los tiempos que corren son de los pocos que han plantado cara a la situación injusta, esa que todos asumimos con resignación porque lo único capaz de unirnos es la roja y una pelota que se convierte en gol.

Hoy no he salido de casa, me mantengo en ella como si fuera una cueva. He bajado las persianas, permanezco a oscuras y con la cara manchada. Sé que no es gran cosa, pero como cuando uno era pequeño imito a mis héroes, homenajeo su valor; aunque no cambie su destino, aunque no me ayude a entender el mundo.

Juliki el de la negra; hoy con alma de minero

lunes, 2 de julio de 2012

El andamiaje de la infelicidad


Se supone que mi casa, como mi vida, debería empezar hoy a estar en fase de reconstrucción. Después de varios años de obra en la Comunidad que me obligaron a abandonar mi casa durante unos meses para las reparaciones mayores, hoy, venían los obreros a hacer los remates y reparaciones menores. La verdad es que es para rematarlos a ellos, porque esos daños "menores" son consecuencia de hacer mal el trabajo, de estar con la ñapa a cuestas, con el "pues ya se arregla luego" y el "eso no es na". Pero uno que no entiende ni de construcción ni de como funciona el mundo, se calla y se aguanta por no discutir y solo desea que acaben de una puta vez para que el polvo que cubre la casa desaparezca o se transforme y sea de otro tipo.

Igual me he levantado pesimista, no sería raro en mí, pero creo que no van a acabar tan pronto como dijeron. Me baso en mi experiencia anterior, porque lo “gordo” iban a hacerlo en un mes y se tiraron cuatro o cinco; no lo sé con exactitud, me he esforzado en olvidarlo. Pero me baso sobre todo en un principio de planificación esencial en toda tarea: para acabar hay que empezar primero.
¿Y que jodido galimatías es este? Sencillo. He quedado con ellos a las nueve de la mañana, son las doce y aquí no se ha presentado ni el Tato. ¿El concepto quedamos tal día a tal hora es tan difícil de entender?

Odio la impuntualidad y a los impresentables. ¡Y aún tendré que poner buena cara y dar las gracias para que me hagan bien el trabajo! Igual soy demasiado exigente o se me nota demasiado en la cara que soy gilipollas, y eso, no es bueno.

Juliki enfadicado, para variar

domingo, 3 de junio de 2012

Reincorporarse a la vida


Hoy amanece como ayer, aunque los días nunca se repiten. Además algo ha cambiado. Después de unos meses apartado del mundo, de centrar energías en el estudio, de intentar memorizar aburridas leyes, de apostar por un imposible la realidad vuelve a imponerse. Falta confirmarlo, pero como los milagros no existen, solo queda reconocer la derrota. Tal vez no sea una derrota haberlo intentado, haber superado la primera prueba y haber llegado hasta aquí. No puedo evitar sentir que he hipotecado mi tiempo, que he sacrificado mis lecturas y que he aparcado decenas de relatos cuyas ideas surgieron para quedar encerradas en libretas de papel. Es cierto que no se han perdido, ahí estan y pueden retomarse, quizás sin la frescura del instante y sin las facilidades que proporciona el hábito ahora perdido, pero...
Ha sido duro reencontrarse con conocimiento aparcados durante años, recobrar la disciplina sin control ajeno ni otro vigilante que uno mismo y sabiendo de antemano que optar a siete plazas entre ochocientos candidatos era una utopía. Más aún cuando las plazas tienen un "interino", que por estar ya suma una buena cantidad de puntos que les hacen difíciles de alcanzar.
Ahora toca retomar hábitos, reinventarse y buscar nuevos caminos. Paso a paso, aunque uno tenga la sensación de avanzar descalzo y tanteando en la oscuridad.

Juliki ¿de vuelta del sueño utópico?

viernes, 24 de febrero de 2012

Expectativas inciertas



Ya está. Diecisiete días mareando la perdiz, creando un hábito, escribiendo de esto y aquello sin rumbo fijo y, como indiqué el primer día, sin nada interesante que decir. Es evidente que mi vida ni es una fiesta ni es una aventura. Pasa, como el tiempo, y se deja vivir. Ilusiones las justas, proyectos escasos y centrados en sobrevivir y los alicientes... escribir uno o dos relatos para mi curso de escritura y leer. No parece una existencia plena y alegre. No lo es.
La cuestión es por qué uno se conforma con lo que tiene si parece que no logra satisfacerle: ¿resignación?, ¿costumbre?, ¿masoquismo?
Admiro a los que se empeñan por conseguir lo que quiere, a los que saben lo que buscan, a los que lo logren o no se marcan un camino y transitan por él.
Yo hace tiempo perdí el rumbo o la ilusión, que es la estrella que guía cuando uno anda perdido y sin rumbo. Por eso diecisiete días atrás me levanté con la intención de cambiar algo y como no sabía por donde empezar me dije: pues vamos a ejercitar la fuerza de voluntad y la constancia y empecé a escribir. Bien ya está hecho ¿y ahora qué?


Juliki sin brújula

jueves, 23 de febrero de 2012

Tiritas para moribundos


Envenenar a alguien y que luego el médico intente curarle recetándole unas tiritas no parece el mejor sistema para salvarle la vida. Si a eso añadimos que el encargado de ponerle o no la tirita no es otro que aquel que le envenenó, el fallecimiento parece garantizado.
No conozco al detalle los supuestos de dación por pago que el Gobierno se dispone a aprobar, pero teniendo en cuenta que parece que la última palabra la tienen los bancos, me parece que esto y nada es lo mismo.
Según queda recogido en las palabras del Ministro la medida será aplicable a "las familias que se encuentran en el "umbral de la exclusión", que tengan a todos sus miembros en paro, hayan agotado su prestación por desempleo y que no cuenten con ingresos adicionales...".
Y a continuación se añade "El Gobierno persigue que las familias con bajos ingresos puedan salvarse de un desahucio en caso de impago de su hipoteca".
Yo experto en lenguaje no soy, pero una familia con todos sus miembros en el paro, que no cobran prestación y no tienen ingresos adicionales, no es que sean una familia con bajos ingresos, son una familia sin ingreso alguno.
Por otro lado lo del término "umbral de la exclusión" es algo ambiguo. Una familia de cuatro miembros que ingrese 600 euros, ¿ya no esta en exclusión?, ¿aunque tenga que pagar una hipoteca de 800 euros?, como cobran algo ¿podrían o no acogerse a la dación por pago?
Espero equivocarme, pero me suena a una de esas "propagandas" en las que se te promete el cielo y la tierra, pero cuando te pones a calcular y analizas a quién puede aplicarse, resulta que casi todos quedan excluidos por "h" o por "b".
La dación por pago puede ser una solución si se aplica en todos los casos, aunque sería mejor prevenir para evitar la enfermedad y que los bancos, que en gran medida son los responsables de la situación en que nos encontramos, paguen las consecuencias.
Ya, ya sé que eso es utopía y que con la Banca hemos topados. Pero por soñar, de momento, no te cobran los Bancos.


Juliki en el umbral del no entendimiento

miércoles, 22 de febrero de 2012

Vivir alerta

Cuando uno entra en una dinámica negativa llega un momento en que la inercia te arrastra. Las cosas importantes siguen siéndolo, pero uno les va prestando menos atención. Es fácil dejarse ir. Es muy sencillo quedar atrapado por las sabanas cuando fuera solo aguarda la desesperanza. Y lo más cómodo es tirar la toalla cuando uno intuye que lo único que puede ganar es una nueva derrota.
A pesar del desencanto hay que obligarse a abrir los ojos, ver más allá del horror cotidiano, convertirse en un buscador de ilusiones en el erial de noticias descorazonadoras que bombardean nuestras esperanzas.
Hoy me arranqué de la cama intentando encontrar esa nueva oportunidad que se supone me aguarda ahí fuera. De momento me ha dado esquinazo, pero ya estoy acostumbrado a jugar al escondite. Cuento hasta diez y me vuelvo. Recorro mis correos, las páginas de trabajo, los cursos...
Es difícil vivir alerta cuando cada día los pies se hunden más en el barro; uno siente que llueve todas las mañanas y uno no puede evitar mojarse porque la puñetera nube se ha instalado en tu salón.
La partida continúa. No te quedan más monedas. Tal vez con la última bola consigas una partida extra. Solo queda intentarlo, una vez más.

Juliki bajo la lluvia

martes, 21 de febrero de 2012

Falacias desde la prepotencia

A un señor de la CEOE se le ha ocurrido proponer que se retire la prestación de desempleo a las personas en paro que rechacen un empleo. Sea cual sea, sea donde sea. Después del recorte de derechos a los trabajadores y, supongo que en un intento supremo de conciliar la vida laboral y familiar, este individuo propugna que se pueda obligar a alguien a coger un trabajo esté o no cualificado para él, digamos que en Laponia, y ya puesto, con el salario mínimo interprofesional (641,40 €). De esta forma el trabajador podría mantener a su familia; solo tendría que ir andando a Laponia, dormir allí en un parque, alimentarse de los contenedores de un centro comercial y no volver a ver a su familia ni llamarles por teléfono. Vale que exagero, que he pintado un panorama extremo, pero es que me toca los cojones que alguien, desde su desahogada existencia, se permita organizar la vida de otra persona y negarle el cobro de una prestación que es un derecho adquirido por haber cotizado durante años. Supongo que en la cabeza de este individuo parado es sinónimo de vago, tramposo y fullero. No se confunda caballerete los que se aprovechan del Estado de verdad no estan en la cola de la oficina de empleo. Llevan traje, viajan en coche oficial o, como en el cuento, se casan con la princesa. Pero claro, para ellos el rasero es otro.

Juliki cabreado con la realidad

lunes, 20 de febrero de 2012

Creando enemigos


Me tengo por una persona pacífica, siempre he pensado que la violencia no soluciona los conflicto y que solo del diálogo y de la comprensión mutua se puede sacar algo positivo para que podamos convivir. Pero hay veces que, cuando veo ciertas actuaciones de los que se supone que están para protegernos y mantener el orden, me lo cuestiono y me asalta una frase que oí hace tiempo "Solo la violencia ayuda, donde la violencia impera".
Me resisto a que sea así, pero viendo el ensañamiento que en Valencia se ha hecho por parte de la policía con estudiantes que ejerciendo su derecho protestaban pacíficamente contra los recortes en educación, me entran dudas. Muchas.
Veo en uno de los diversos videos: http://www.youtube.com/watch?v=xoMQqr65344 (minuto uno del video) a un estudiante que sin increpar a la policía, sin arrojarles nada, se para. Veo un grupo de antidisturbios acercarse y sin mediar palabra pasar a su lado y golpearle. Uno. Dos. Hasta tres policías diferentes. El último con insistencia. El estudiante intenta protegerse, se agacha sumiso tras los primeros porrazos y los golpes siguen cayendo. Y yo pienso ¿es eso una correcta actuación policial?, ¿de qué supuesto peligro nos estan protegiendo? ¿qué pensará desde hoy ese estudiante sobre el ejercicio de la violencia?
Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Cuento buscando la calma, para que la indignación no me convierta en uno de ellos, para que la violencia no anide en mí como mecanismo de autodefensa, para que pueda seguir pensando que hay otra forma de solucionar los problemas.
Lo consigo a duras penas, pero algo ha cambiado en mí; me he convertido en un enemigo potencial, de esos que el jefe de policía de Valencia ve en estudiantes desarmados y con los brazos en alto. En algo sí tiene razón ese señor: son peligrosos. Piensan luego son el enemigo. Ahora yo también.

Juliki aún pacífico