domingo, 2 de septiembre de 2012

Persiguiendo nubes


Estos últimos días saqué a pasear mi desolación. No es que ella necesitara tomar el sol o recorrer mundo; en realidad en casa, encerrada y apática se siente la mar de a gusto. Pero por eso de ventilar un poco y que mi buhardilla no empiece a oler a antiguo, arrastré mi cuerpo hacia la calle y ella, fiel parasito, me acompañó. A estas alturas ya casi no noto su presencia ni su peso; mi caminar cansino, triste y derrotado parece natural, como si fuera solo, como si siempre hubiera sido así. Tal vez lo sea ya, porque cuando uno alberga algo tanto tiempo en su interior los límites se difuminan hasta conformar un solo ser.
Deambulando con rumbo errático, sumido en mis pensamientos acabé por levantar la cabeza, quizás para liberar un suspiro o proyectar lejos algún lamento, y me encontré caminando con los ojos en el cielo.  Allí, enmarcadas entre la silueta de edificios, descubrí un espejo de fondo azul que me devolvía el reflejo de mi vida con forma de nube. Sincronicé mi paso al tempo de unas nubes que se iban desmembrando como mi vida y solo fui capaz de hacer lo que hago con ella: verla pasar y contemplar como se deshace en retazos que, como la espuma en la bañera, van menguando hasta desaparecer.
Sé que la vida es para vivirla, sentirla y disfrutarla, pero no estoy con ánimo para ello. Por eso, hasta que mi desánimo se haga mayor y pueda salir a pasear solo, toca resistir.

Juliki nublado

1 comentario:

  1. Siempre que me detengo a mirar las nubes, noto que tras las que se van esfumando desechas, aparecen otras enteritas.

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