domingo, 31 de mayo de 2009

Almacen de recuerdos



Soy sedentario, me gusta tener un lugar de referencia al que volver, por eso mi casa es importante en mi vida. Necesito tener un hogar propio que guarde mis pertenencias, donde madurar mis proyectos y poder fantasear con mis ilusiones mientras descanso de la fatiga del día a día.
Vivo en un barrio que aun conserva casas centenarias, y suele ser habitual que el "progreso" ocasione bajas entre las fachadas que acompañan mi deambular diario. Cuando uno de estos edificios se ve afectado y queda con su intimidad a la vista, suelo pensar en la vivencias de todas las personas que en algún momento de su existencia habitaron allí. Historia de amor, de odio, de supervivencia ... Muchas de ellas anónimas, que no cambiaran el curso de la historia colectiva, pero que en un momento dado fueron trascendentes y marcaron el devenir de esos seres que moraron entre sus paredes.
Aunque suele ser habitual que el proceso de deterioro nos indique lo que puede llegar a suceder, siempre me coge desprevenido. Un día la casa aparentemente vacía, permanece aun de pie y al instante siguiente se convierta en un amasijo informe que crea un confuso revoltijo de enseres, recuerdos ...
Siempre me pregunto que ocurre cuando ya no existe la evidencia física del edificio. ¿Donde van los sueños pendiente que quedaron vagando en las habitaciones vacías? ¿Y los proyectos no realizados olvidados tras la alacena? ¿Se perderán para siempre las ilusiones abandonadas en la despensa?
Prefiero pensar que una parte de ellas perviven en sus antiguos moradores que partieron de allí cargando con ellas, llevándolas junto a sus otras pertenencias dentro de la maleta. El resto, quien sabe, tal vez floten huérfanas por los alrededores en busca de nuevos "inquilinos" que las "adopten" como propias para devolverlas a la realidad. Hoy pase junto a una de ellas …

Juliki (hogareño)

sábado, 30 de mayo de 2009

Virutas de vida



Hay días apacible que no merecen comentario. Uno debe limitarse a disfrutarlos y esperar que sean la antesala de mas tardes de paseo, lluvias refrescantes y nuevas satisfacciones aun por llegar.


Juliki (Aparentemente tranquilo)

viernes, 29 de mayo de 2009

Rescatado del olvido IV



La vida no siempre da insatisfacciones, en ocasiones nos obsequia con triunfos banales pero que reconfortan.
Hace unos años hice un fantástico viaje a Florencia y Roma, aunque seguro que mi compañera de aventuras no opinaría igual y me recordaría que nos dejaron tirados en el aeropuerto, que yo perdí la mochila, que discutimos y … Nada grave, al final nos devolvieron algo de dinero, mi mochila apareció intacta y lo mas importante: disfrutamos …
Como es lógico visitamos muchas cosas pero donde realmente comienza la anécdota fue en la visita a San Pedro, cuando yo, feliz de la vida, me dirigía con paso animoso a la entrada y un individuo trajeado, con cara de pocos amigos y un pinganillo en la oreja me puso la mano en el pecho y tras farfullar algo que no entendí me señalo hacia el suelo. Yo pensé para mis adentros ¡no jodas has vuelto a pisar una mierda y vas pringándolo todo! Claro, este amable señor te prohíbe la entrada para no manchar el templo ¡Con toda la razón! Me limpio los pies y listo.
Mire avergonzado hacia abajo y ante mi sorpresa allí solo estaban mis zapatillas, el mismo 42 que calzo desde los 12 años y que tantas burlas propició en mi infancia. De la supuesta caca canina ni rastro. Estaba en la susodicha inspección ocular cuando mi compañera me tomó del brazo y arrastrándome hacia la salida empezó a abroncarme. Me calló la mundial …
- Si ya me lo imaginaba yo, ahora ya no nos dejan pasar. Y como se te ocurre venir con unos pantalones pirata … Tendremos que volver al hotel a que te cambies o comprarte unos pantalones mas largos ¿pero donde si aquí solo hay postales? …
Mi neurona aturdida entendió el problema. Incrédulo le pregunte:
- ¿Me estas diciendo que por los tres centímetros de pierna peluda que quedan entre el calcetín y el pantalón nos han prohibido la entrada?.
- ¡Pues claro ! Pareces tonto …
Me quede de una pieza. Mi cerebro indignado me indicaba que aquello no podía quedar así. Porque vamos a ver, si a Jesucristo que esta crucificado con un mísero taparrabos le dejaron entrar en el reino de los cielos, a mi, por unos pelillos no me iban a dejar acceder a San Pedro. Están locos estos romanos …
Recordé entonces las palabras que me dijo en una ocasión la madre de un amigo:
-Cuando te enfrentas a una situación que crees injusta te vuelves demasiado obstinado. Eres como esa mosca cojonera que viendo la calle al otro lado del cristal se empeñaba una y otra vez en golpearse infructuosamente con el . En la vida lo vas a pasar mal, porque las mosca cuando llegan a ese punto suelen tener dos finales; o mueren aplastadas en el cristal (en la mayoría de los casos), o encuentran un resquicio en la ventana entreabierta y logran su objetivo (las menos).
-Pues tendré que aprender a ser del segundo tipo, le dije yo en su día …
Abandoné los recuerdos y volví a la realidad. La mosca cojonera que hay en mi sonrió y le dije a mi compañera vamos a entrar … Ahora.
Ella me miró desconfiada, mientras yo con parsimonia, abría mi mochila y sacaba de ella el pasaporte a la rendija del ventanal: mi pareo. Me lo puse. Cumplía todos los requisitos, me tapaba hasta los pies y era discreto y recatado.
Lo lógico hubiera sido no tentar a la suerte y pasar delante de un guardián de dios distinto al anterior, pero mi vena reivindicativa me obligó a buscarle y ponerme delante de el. Movió los labios como si quisiera decir algo y se quedó boquiabierto mirando mi vestimenta. Avance con paso decidido, la ventana estaba entreabierta y la mosca se deslizó presurosa, en este caso al interior de San Pedro.
Dentro, superada la tensión de la entrada decidí soltarme la coleta y dejarme el pelo suelto. Varios grupos de turistas me miraban, sonreían y cuchicheaban.
- Comentaran que pareces el Mesías con esas pintas, dijo mi compañera .
- ¡Que va! Es lógico que se sorprendan: no todos los días se ve una mosca cojonera ataviada con faldas en la casa del señor, comente yo.
- ¿Cómo?
- Nada cosas del pasado, ya te explicaré …

Juliki ( que aun revolotea)

jueves, 28 de mayo de 2009

Vetusto ideal



Ayer el destino me obsequió, "superado" el revés matutino, con una apasionante reunión de vecinos, para redondear el día. Con el tiempo, cuando acabe de ordenar las ideas, tal vez escriba un libro sobre los peculiares personajes que habitan en mi Comunidad. Será como todas supongo, pero joder, hay veces que pienso que yo soy el mas normal del edificio ...
Hay personas que por alguna fatalidad del destino o por influencia de la genética o la cultura nos hemos quedado anclados en el pasado. Pues si, soy un antiguo que no esta preparado para la vida moderna. Aun me desconcierto cuando observo como el que miente, manipula e intriga es capaz de ganarse la confianza de los demás y salirse con la suya. Por lo general soy confiado, suelo pensar bien sobre el prójimo; pero si descubro que me mienten, engañan o intentan imponer su criterio mediante el chantaje o coacción, me indigno. En la reunión de ayer, asistí a un autentico recital de manipulación de masas y aun me cuesta entender porque solo tres personas nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo. Y lo peor no es sentirse rodeado de un rebaño hábilmente adiestrado, lo realmente lamentable es no poder hacer nada por evitarlo. Proteste y solo conseguir ser el malo de la película. Regrese a casa con esa sensación de impotencia, me metí en la cama y me costo conciliar el sueño, intentando entenderlo. A buen seguro que el vecino triunfador de la noche , sin remordimiento alguno, durmió a pierna suelta ...
Hay gente que hace tiempo desterró a la conciencia de su lado en la cama. Al menos a los "antiguos" nos queda el consuelo de dormir acompañados …

Juliki ( en vía muerta)

miércoles, 27 de mayo de 2009

Tono de decepción



Hoy no ha sido un buen día. Parecía que esta semana la dinámica laboral había cambiado, que ya no era merecedor de constantes reproches e interrogatorios que fiscalizaban mi labor. Pensé que las cosas habían vuelto a su cauce y podría por fin concentrarme en aquello que mas me gusta: Intentar hacer mi trabajo cada vez mejor.
Me había relajado y de repente surgió la frase: " Tengo algo que comentarte". Saltaron instantáneamente todas las alarmas; esa frase siempre precede a un "marrón" de trabajo de los complicados, de búscate la vida o similar o a ... perdona pero te jodes.
Mala suerte, fue lo segundo.
-"Que las vacaciones este año son en Agosto, sin posibilidad de negociarlo"
-"Pero eso no es lo que acordamos cuando entre aquí y además sabes que mi pareja no puede cogerlas en Agosto"
-"Si es una putada pero es lo que hay ..."
Igual es presuntuoso que lo diga yo, pero soy buen trabajador. Puntual, cumplidor, implicado, responsable y dispuesto siempre a aprender rápidamente lo que no se; con ganas de trabajar, porque me gusta hacerlo. Hoy sentí que tal vez se cerraba otro ciclo. Uno no puede pasarse todo el año currando como un cabrón para al final ni siquiera poder disfrutar de 15 cochinos días de vacaciones con su pareja. La desilusión me embarga. La rueda gira una vez mas y cercena mi ilusiones de que la vida personal y laboral pueden conciliarse. Pensaba que si eras un buen trabajador se te valoraría y no digo que se te cuide, pero ...
El trabajo no debería ser una carga, que se hace por la pasta y nada mas, pero a veces las "circunstancias" te llevan a pensar en ello. No se trabajar solo por dinero, aunque seguro que podría también aprender a hacerlo. Siento que toca reciclarse de nuevo, pero con 42 años y en plena crisis a que me puedo reconvertir en esta ocasión.
Primero fui estudiante y decidí ser médico, me faltaron dos décimas y me transformé en químico. Recuperé la ilusión y me hice químico agrícola (médico de plantas). Después pasé a ser una especie de becario para hacer la tesis y de repente se acabo el dinero y solo se podía currar, pero sin cobrar. Me repuse y tras soñar unos segundos con ser malabarista, entre a currar de mozo en una tienda de material de circo; acabe siendo jefe de ventas, de comprar y responsable de demasiadas cosas... Reventé y para no acabar mal lo dejé; volví a empezar de cero, me hice aprendiz de estampador. Seis años queriendo saber mas y hacerlo mejor ¿y ahora que?
Si algún empresario majete lee esto, pues eso que soy trabajador, responsable y con capacidad de aprendizaje. Se admiten ofertas, ideas ...

Juliki (¿Marcharse, resignarse, resistir o ... cualo?)

martes, 26 de mayo de 2009

Ser nadie



Muchos días me pregunto ¿quienes somos en realidad? Si es cierto, tenemos un nombre un DNI, un número de la Seguridad Social ... Varios datos que nos identifican como individuo. Tenemos una trayectoria en la vida que dice donde nacimos, que hemos estudiado, en que trabajamos, donde vivimos... Hasta ahora todos datos objetivos, irrefutables; pero los datos no dicen nada de la personas, o al menos no de su esencia.
Yo soy Juliki, desde mi posición tengo una visión de mi persona, más o menos clara (depende del día). Los años de convivencia conmigo mismo han generado un bagaje que me permite "entender" a grandes rasgos como y quien soy. Pero eso no es Juliki, es tan solo una mínima parte.
Cada una de las personas que coincide contigo, que te trata, te quiere, te odia ..., atesora una información sobre ti diferente. La cantidad de datos que tienen de tu persona esta en función de la intensidad de la relación que mantengas con cada uno de ellos y eso les da un "saber" distinto sobre ti.
Para mi madre yo soy su niño pequeñín, aunque tenga 42 años y la barba llena de canas; como ella dice: Me conoce bien porque me ha parido.
Mi pareja indudablemente comparte facetas de mi intimidad a las que otros no tienen acceso y eso genera otro tipo de conocimiento.
Para mis amigos del colegio o del instituto seguramente seré un acúmulo de vivencia y recuerdos edulcorados por el paso del tiempo.
¿Y para mis amigos actuales quien o que soy yo?
Sería interesante saber quien eres por boca de otros, amigos, enemigos, desconocidos, transeúntes ... Quizás eso ayudaría a conocernos un poquito mejor.
Tal vez el miedo a descubrir lo que realmente somos o el atisbo de que en el fondo no somos nadie, nos hace permanecer en la ignorancia.


Juliki (¿aun por conocer-se?)

lunes, 25 de mayo de 2009

Coleccionista de mundos



Hay días en los que estoy descontento con el mundo que me toca vivir. Entonces para evitar el desasosiego, bajo a la calle y lo sustituyo por otro; más amable, más alegre, con más colorido...
No cambia nada, pero al menos durante un instante, me hago la ilusión de que puede ser así.


Juliki (iluso que no ilusionado).

domingo, 24 de mayo de 2009

Realidad cambiante



Hoy fui a visitar a mis padres, al barrio que me vio dar los traspiés iniciales, sufrir las primeras desilusiones ... Vale, también hubo alegrías, pero esas se olvidan con mayor facilidad. Así somos los seres humanos, al menos algunos.
Una vez mas me sorprendió la rauda transformación que sufre el entorno, como de repente las señas de identidad, las marcas que permiten a uno reconocer donde se encuentra y asociarlo a sus recuerdos de antaño, empiezan a escasear. Las tiendas de antes desaparecen y son sustituidas por otras nuevas; incluso aquellas que parecían ser de toda la vida y para la eternidad dejan de estar allí. Supongo que el barrio es también algo vivo y evoluciona como lo hacemos nosotros. Quizás nuestra ausencia, el no vivir el día a día nos distancia del lugar y los pequeños cambios se acumulan generando una mayor extrañeza al regresar. A fin de cuentas ya no es mi barrio y uno no deja de ser una simple visita...
Hay otra cosa que ya no es igual son los ojos con los que uno observa lo que le rodea. Ahora somos mas adultos, mas universales, hemos visto mas mundo. Cuando uno es pequeño el barrio es su único mundo, al menos lo era en mi época, la vida se desarrollaba en ese reducto y ocasionalmente uno salía de allí: al centro, de viaje... pero como algo excepcional y siempre para regresar de nuevo a nuestro origen, al epicentro de nuestra existencia.
Me encanta ser mas abierto, que mi patria sea el mundo y mi raza la humanidad... Me gusta la facilidad de hoy en día para trasladarnos rápidamente a otro lugares y lo que eso facilita el conocimiento de otras personas y otras culturas; pero en ocasiones no puedo evitar la añoranza por la proximidad y calidez que de niño me hacia sentir estar en el barrio.


Juliki ¿mas universal o desarraigado?

sábado, 23 de mayo de 2009

Descalzos por la vida



Vivimos en la sociedad de la opulencia, nos dedicamos a adquirir pertenencias de manera compulsiva y la gran mayoría de ellas tienen un paso fugaz e inútil en nuestra existencia.
Abro el armario y me desborda la cantidad de ropa que tengo y que es casi imposible que llegue a "gastar". Recuerdo ese rincón en el armario de mi infancia; con sus dos juegos de ropa de diario (uno para cada semana) y la de los festivos, uno solo que con el tiempo pasaba a sustituir a la mas ajada de las de diario y a su vez era reemplazada por otra nueva. Entonces me sorprendía que dicha limitación no se extendiera a calcetines y calzoncillos que se cambiaban a diario y eran renovados con mayor frecuencia y generosidad. Es en lo único que coinciden el armario actual y el de antaño ...
¿Cuantas cosas acumulamos en casa que hemos usado en una o ninguna ocasión? ¿Que nos impulsa a ese afán de poseer mas y mejor independientemente de si lo necesitamos o no? Si, es cierto que todos aspiramos a una vida mejor, más cómoda, más satisfactoria ... ¿Pero tener de todo es realmente tan placentero?
A mi una de las cosas que mas me gusta y que sale muy económica es andar descalzo ...Tal vez deberíamos aprender a viajar por la vida mas ligeros de equipaje, porque las cosas realmente importantes, apenas ocupan lugar, no se pueden poseer y suelen llevarse por dentro ...


Juliki (¿sencillez o pobreza?)

viernes, 22 de mayo de 2009

Vivir sin aplausos



Soy gilipollas. Si, ya se que mas de uno estará pensando: Este Juliki no tiene arreglo, ya nos va a dar la matraca con otra sesión pseudo depresiva ... Nada mas lejos de la realidad, simplemente constato un hecho real que me dispongo a razonar, y lo mas importante: a documentar.
La gran mayoría de los niños y jovenzuelos en sus años de colegio o instituto han participado en algún tipo de competición o campeonato como atletismo, natación ... y han salido al menos en alguna ocasión victorioso, aplaudidos, vitoreados ...
Yo no. Dada mi natural torpeza tuve que esperar hasta la universidad para poder hacerme acreedor de mi primer y único título ganado: El campeonato de gilipollas.
Visto así, con el simple enunciado, dan ganas de ocultarlo, porque seamos sinceros: Hay que ser gilipollas para participar en un campeonato de dicha índole.
Explicar en que consistía dicho campeonato no es sencillo. Su oscuro origen es anterior a mi llegada a la facultad de Ciencias de la UAM, cuando Alejandro Salamanca legendario habitante de dicha facultad (también era estudiante en sus ratos libres) derrochaba su energía en múltiple tareas por y para la organización estudiantil. En esas fechas el campeonato no existía como tal, pero de haber existido es indiscutible que Alejandro que nunca lo ganó después, habría arrasado. Yo que tanto aprendí de el no dudaría en concederle el título de Gilipollas de Honor a toda una carrera, y el seguramente que se sentiría orgulloso por tan grande distinción.
¿Tu que haces perdiendo el tiempo con eso? ¿No deberías estar estudiando?¿Que sacas tu con dedicar tu tiempo a eso? ¿Nada? ¿Que es por el beneficio de todos? Tu eres gili...
Todas esta preguntas y otras similares son las que hacia la "gente" a los participantes del campeonato cuando los encontraba en sus diversas tareas que podían ser muchas y variadas: Organizar asambleas estudiantiles, participar como portavoces estudiantiles en la junta de facultad, delegación de estudiantes; organizar charlas, comisiones de video, ajedrez, informática, de huertos ecológicos... ; gestionar el reparto de taquillas... Todo ello gratuita y desinteresadamente en su tiempo libre o en el robado a alguna que otra clase. Éramos algo así como miembros de las actuales ONGs pero sin sueldo, buscando en parte el bien común y en parte hacer mas llevadero y humano nuestro paso por la facultad. Para que aquello fuera algo mas que la competición entre estudiantes, previa a lucha laboral que acechaba al acabar la carrera e ingresar en el mundo real, adulto ...
Una vez al año, al concluir el curso escolar los participantes se reunían en un bar, con unas cervezas; cada uno relataba sus méritos y entre todos se decidía quien era el ganador de ese año, que además tenia el dudoso honor de pagar alguna que otra ronda. Se podía llegar a conseguir un trofeo en propiedad, pero para ello había que ganar tres años seguidos o cinco alternos ...
Participé cuatro años, gané los tres primeros en solitario y el cuarto ex aequo con mi añorado amigo Lepe. Después lo dejé, la facultad se me quedó pequeña y salí a comerme el mundo; desde entonces, ahí seguimos, haciendo el gilipollas en mi comunidad de vecinos, en mi trabajo ...
Ya sin título, ni trofeo; sin aplausos.
No reniego de ello, es mas, me siento orgulloso, soy a si: Soy Gilipollas ... y tengo mi trofeo que lo acredita.

Juliki (el mejor gi …)

jueves, 21 de mayo de 2009

Rescatado del olvido III



Hay historia reales que parecen inventadas pero no lo son. Hace varios años la tía de mi ex, una señora mayor y conservadora vivió una experiencia que a buen seguro nunca olvidara.
Como otros muchos días subió al autobús y ocupo su asiento, no le gustaba ir junto a la ventanilla y se situó en el lado del pasillo. El trayecto transcurría con normalidad, los pasajeros subían y bajaban y ella cansada de hacer punto se dedico a observar las idas y venidas del personal. En una de las paradas observo con desagrado como un jovencito de aspecto desaliñado, pelo en punta y montones de imperdibles, candados y chapas en su indumentaria subía al autobús. Se acerco a ella y sin pedir permiso la arrollo y se dejo caer en el asiento libre junto a la ventana, ella se maldijo por su mala suerte, pero el autobús estaba lleno y no había otro asiento disponible donde cambiarse para alejarse de el.
Hastiada de la compañía y de la excesiva proximidad de ese desagradable ser con el que compartía asiento y que llegaba al contacto cada vez que el conductor aceleraba o pillaban algún bache, decidió mirar la hora para saber si llegaba con tiempo de ver en la tele su culebrón favorito. Espantada se palpo la muñeca para descubrir que su maravilloso reloj de pulsera había desaparecido. La seguridad invadió su cuerpo, estaba claro lo ocurrido, aprovechando los vaivenes del autobús, el desarrapado de al lado le había sustraído el reloj.
Dudo unos segundos si montar una escandalera acusando públicamente al individuo del robo, pero quien sabe si su instinto de autodefensa o la proximidad de su parada que se acercaba, la apremiaron a una inusual reacción.
Metió la mano en el bolso, saco de el las dos agujas de punto y con certeza y decisión, no exenta de discreción, las apoyo contra el corazón del punki que dormitaba en el asiento contiguo. Dame inmediatamente el reloj desgraciado y deposítalo en mi bolso sin rechistar o te ensarto como a un pincho moruno, susurro al ladrón. El punki saliendo de su letargo la miro a los ojos y sin mediar palabra obedeció, con una mueca de sorpresa y diversión.
La señora toco el timbre se levanto y cuando las puertas se abrieron bajo rápidamente , se dirigió paseando a casa mientras aliviada resoplaba para liberar la tensión. Iba excitada y orgullosa, porque había resuelto una situación violenta y estaba deseosa de contar su hazaña a las amigas, que a buen seguro aplaudirían y vitorearían su valor para recuperar lo que era suyo ¡ Y además sin llamar la atención! En estos pensamientos se hallaba aun cuando llego a casa y como era su costumbre se dirigió al dormitorio para ponerse sus cómodas zapatillas que a buen seguro darían un respiro a sus maltrechos pies. Mientras se descalzaba sentada sobre la cama, su mirada despreocupada vago por la habitación hasta detenerse en la mesillita de noche. Allí, inerte e inmutable, un reloj de pulsera marcaba el lento paso del tiempo. Su mandíbula se descolgó mostrando un gesto de horror mientras un grito de espanto salía de su garganta. Aun descalza se abalanzo sobre el reloj que descansaba en la mesilla, comprobó que era el suyo y se dirigió corriendo a la entrada donde había dejado el bolso, lo volteo y dejo caer su contenido sobre el sofá. Así pudo observar atónita y horrorizada como en el centro de todas sus cosas un mugriento reloj con una A de anarquía pintada en la correa descansaba en su nueva morada.
Lo mejor de la historia, aparte de la moraleja sobre los prejuicios es imaginar al punki días después contándole la historia a los colegas … Tronco no te vas a creer lo que me paso el otro día, iba yo to pedo, me subo al bus y me quedo sopa y en esto que va la vieja de al lado me trinca las agujas de punto y me las pone en el pecho, que hasta me dejo marca y todo y me dice que la de el peluco. ¿Y que hiciste tron?
Flipe, con el colocón que llevaba la mire a los ojos y te juro que vi la muerte en su mirada, asinque se lo di y me volví a quedar dormido, joder hasta pensé que lo había soñado . ¡Lastima de peluco que estaba dabutin !…
La vida es relativa y tendemos a prejuzgar por las apariencias. Lo distinto no tiene porque ser malo y uno no siempre lleva la razón, aunque nos parezca lo contrario …

Juliki (ex-gris)

miércoles, 20 de mayo de 2009

El color de la tristeza



Tengo 42 años, y a estas alturas de mi vida no tengo ni puñetera idea de lo que quiero ser de mayor. Estoy perdido. No es que no intente buscarme; prácticamente todos los días me siento un rato a solas a intentar discernir que quiero hacer con mi existencia. El resultado es siempre el mismo: No lo se. Antes de caer en la desesperación, buscando alguna salida a la situación, me suelo plantear la cuestión a la inversa: ¿Que es lo que no quiero ser-hacer? Descartar es más fácil, aquí si encuentro respuestas. Es entonces cuando comienza esa mezcla de desasosiego o desolación que me conduce a pensar que estoy construyendo mi realidad como una negación. Es como si mi vida se basara en un huir atropellado de lo que no quiero, sin saber si eso a la vez me aleja de lo que quiero, aunque aun no tenga claro lo que es. Huir es una forma de avanzar, pero creo que no la más adecuada ...
Miro a mi alrededor, intentando no ser el ombligo del mundo y encuentro personas tan perdidas como yo. También hay otros que no lo están. Son los que tienen clarísimo cual es su meta, que camino seguir y no pararan hasta conseguirlo; Caiga quien caiga y cueste lo que cueste ... Además de ellos están ese otro grupo que ni se lo plantean, viven lo que les toca vivir, asumen las cosas como vienen y no se comen la cabeza. "Viven" sin mas pretensiones ...
Una parte de mi envidia a ambos grupos, tienen esa despreocupación que les permite seguir adelante, que no les atenaza, ni les impide ser.
A veces pienso que la culpa es que sigo siendo un niño, atrapado en un cuerpo de adulto, con las responsabilidades de un adulto, que mira extrañado su realidad pues le parece ajena. Creo que se resiste a crecer, a madurar...
Esta mañana en el curro, durante unas décimas de segundo, estuve a punto de mandarlo todo a la mierda. Entonces me di cuenta que volvía a huir; el segundo paso y aquí estoy a solas conmigo mismo y mi confusión.
Se admiten consejos, sugerencias e incluso propuestas deshonestas ... Cualquier cosa con tal de encontrar nuevas vías que explorar.

Juliki (gris)

martes, 19 de mayo de 2009

Colosos de ayer y hoy


Empequeñecerse ante la adversidad no nos garantiza pasar desapercibidos


Juliki (ínfimo)

lunes, 18 de mayo de 2009

Utopía ambulante


No soy demasiado sociable ni comunicativo; con excesiva frecuencia me enroco en mi mismo a rumiar lo que me preocupa. En ocasiones son cosas intrascendentes, que no van a cambiar el curso de mi vida; otras veces tienen su peso en el discurrir de mi existencia. Pero en ambos casos, antes de decidir sobre ellas; he de reflexionarlas, pasarlas al estomago para empezar a digerirlas, regurgitarlas para repensarlas una vez mas, y vuelta a empezar ...
Me gustaría ser más impulsivo, analizarlo todo menos, que la espontaneidad formara parte de mi ser, pero es lo que hay. A veces tengo la impresión que me empeño una y otra vez en alcanzar la cuadratura del circulo, en querer que las cosas sean como creo que deberían ser y me olvido de vivirlas como son ...
En los días soleados con tormentas internas, cuando los rayos de sol no pueden calentar nuestro interior, la sombra que nos precede se agiganta; quizás para mostrarnos el camino a seguir ...

Juliki( rumiante)

domingo, 17 de mayo de 2009

Añoranza perpetua



Un año, un mes y un día. Es el tiempo transcurrido desde que el destino me condenara a tu ausencia imborrable, a que el recuerdo sea la única forma de compartir contigo, pero sin ti.
Ese día teníamos una cita para vernos las caras, no era una cita concertada, era solo un deseo por mi parte. Hablamos y bromeamos el día anterior y te dije que seguramente pasaría a verte al hospital.
Esa tarde yo buscaba desesperado un vecino para que se encargara de un papeleo de mi Comunidad. Ya me conoces, soy como tu, un tipo responsable, un gilipollas responsable … Se hizo tarde en la búsqueda y decidí posponer la visita y verte al día siguiente, no había urgencia alguna; total, no te ibas a escapar de allí …
Al final tuve que ir a verte, pero tu ya no eras tu, lo esencial se había marchado. Descansabas inerte en la cama, faltaba ese espíritu inquieto, esa carcajada espontánea, esa conversación fluida …
Recuerdo que te bese, como si eso pudiera al igual que en los cuentos llegar a despertarte, mientras apretaba los dientes. Te regañé por irte sin avisar, por no haberte esperado para poder haber charlado contigo, aunque fuera sólo una vez mas. Esta vez no replicaste, no pudimos discutir como tantas otras veces…Nunca, jamás, ser responsable me había provocado tanto dolor …
Después el tiempo se paro, recuerdo como recogimos tus cosas, como cargué con la bolsa de tus pertenencias hasta mi casa, que pesaba como solo puede pesar la ausencia de un amigo. Dormité incrédulo mirando tus cosas, quizás con la esperanza de que al despertar no estuvieran allí y eso significara que tu seguías aquí.
Me metí en la ducha, pero esa mañana no conseguí que la pesadilla se desvaneciera a través del desagüe; fui a trabajar apretando una vez mas los dientes y a escondidas deje que ese aluvión de pena húmeda se deslizara por mi cara. Cumplí estoicamente con mi responsabilidad laboral y después fui a decirte adiós.
Desde entonces el tiempo continua detenido, al menos una parte de él. He nadado en tu recuerdo, entre tus comic, con tus escritos, usando la herencia de tus plumas …
Se que seguirás estando ahí, que te buscaré sentado en la terraza del Petit cada día , que miraré a tu ventana para ver si la luz esta encendida, que esperaré encontrarme contigo en el barrio y que recordaré una y otra vez las miles de aventuras que vivimos juntos …
Me queda el sinsabor de no haber cogido por las solapas a los que te dejaron marchar con su negligencia, que la hubo, y pedirles explicaciones, pero eso no te traería de vuelta y tenía que respetar la decisión de los tuyos.
Había tantas cosas que nos quedaban aun por hacer juntos … ¿Sabes? Cuando era joven decidí que moriría tras cumplir los 41 años, era una estupidez, no recuerdo el porque lo decidí, pero fue así. Nunca pensé que llegada esa edad fuerais tu y tu pérdida los que me haríais morir un poco y a la vez me obligaríais a vivir para seguir recordándote.


Juliki (¿Condena o pena?)

sábado, 16 de mayo de 2009

Huellas reveladoras



La mayor parte de nosotros, yo al menos soy así, tenemos una tendencia innata al “conformismo“, a conservar aquello que nos aporta estabilidad. Nos asustan en cierta medida los cambios, quizás porque cada novedad trae consiguo un cierto desorden y eso incrementa nuestra inseguridad.
A mi la rutina, en un principio me proporciona la sensación de controlar mi vida, aunque tal vez, en el fondo, sea una falsa apariencia. Con el tiempo esa tranquilidad aportada por lo cotidiano se transforma en monotonía y va generando una sensación de hastío que nos lleva al aburrimiento o a pensar que son las “obligaciones” diarias las que dirigen nuestros pasos en la vida.
Como casi todo en la vida el secreto estaría en encontrar el equilibrio entre lo habitual que nos sosiega aportando seguridad y los cambios que provocan un incremento de la ilusión ante las nuevas posibilidades que nos esperan. Esa alternancia o coexistencia entre lo nuevo y lo conocido, entre la cordura y la osadía tal vez sea el motor de la vida. Luego esta el combustible que cada cual use para avanzar que dependerá de si uno esta dispuesto a andar, correr o volar en su existencia …


Juliki ( ¿diesel o gasolina?)

viernes, 15 de mayo de 2009

Espejismos urbanos



Las cosas no siempre son lo que parecen. Lamentablemente solemos pasar por ellas sin prestarles la atención que requieren. Transitamos demasiado deprisa por los acontecimientos de nuestra vida como para detenerlos a observar los detalles. La enfermedad tiene esa ventaja, dentro de la desventaja, cambia el tempo de nuestra existencia. La fragilidad nos convierte, quien sabe si por miedo a un daño externo adicional, en observadores compulsivos de nuestro entorno inmediato. Así es como uno descubre que el barrio gris en que habita tiene un colorido especial, o que esos ruidosos vecinos que invaden las calles, son portadores de risas y alegrías ... o que una simple farola encierra en realidad al genio de la lámpara. Solo queda ahora trepar hasta ella, frotarla y pedir los tres deseos sin equivocarse. Yo pido recobrar la ilusión ... ¿Y tu?


Juliki (¿febril o visionario?)

jueves, 14 de mayo de 2009

Rescatado del olvido II


Suele decirse que los niños vienen con un pan debajo del brazo y en mi caso no fue distinto. Llegue a la hora de comer y en lugar de pan, vine con una quiniela de catorce; de esas modestas, que no te retiran de trabajar, pero que permitió a mis padres comprar su primer televisión en blanco y negro. Crecimos juntos y mientras el médico me recetaba inyecciones, la tele sufrió la visita del técnico para cambiarle alguna que otra lámpara. Compartíamos espacio y nos acostábamos juntos. No, no os asustéis, no es ningún tipo de perversión sexual con máquinas, simplemente es que yo dormía en el salón y la tele reposaba sobre mi cabeza. Aun hoy en día, cuando visito la casa de mis padres, me admiro de la obra de ingeniería que diariamente se desplegaba en el salón a la hora de dormir … Primero se corría la mesa que se situaba junto al aparador, se retrasaban los sillones apenas unos centímetros y a continuación como surgiendo de la nada el gran despliegue técnico, que aun hoy en día me maravilla. Surgían las dos camas muebles (la mía y la de mi abuela Amalia) que dispuestas en forma de “ele” rellenaban todo el espacio del salón dejando un minúsculo pasillo que comunicaba los sillones con la puerta. Todo milimétricamente calculado, hasta el punto que entre el sofá y las camas cabían a duras penas las piernas de una persona que sentada se quedara a ver la tele. Así fue como muchas noches me dormí arrullado por el ruido de fondo del televisor, o me quedaba alerta fingiendo estar dormido, escuchando, pero sin poder ver lo que había en la tele …
Tu nombre es Tobi, negro. ¿Cómo te lamas?
Kunta Kinte … Rass …
Aun resuena claramente el latigazo en mis oídos y me estremezco como si fuera yo el azotado con solo recordarlo. Crecimos, o mejor dicho yo crecí y el televisor envejeció. Pasamos buenos momentos, recuerdo los chiripitiflauticos, a los hippies de Un globo, dos globos tres globos, el aprendizaje con Barrio Sésamo, ese que aun hoy día continua …
Mención especial merecen las series de dibujos animados, infinidad de ellas con imborrables recuerdos … Siendo un adolescente y quien sabe si como callado homenaje a mi tele en blanco y negro, otro compañero y yo organizamos una competencia para ver quien recordaba más series de dibujos de su infancia, y para autentificar el recuerdo era imprescindible además del título, tararear parte de la cancioncilla de la misma, de manera que fuera reconocible. Parece una chorrada, pero fue apasionante. Cuando empatamos a diez, el repertorio parecía agotado, al llegar a quince cada uno, chirriaban nuestras neuronas y varias canciones se negaban a aflorar El empate a veinte fue festejado por los compañeros que se arremolinaban a nuestro alrededor. Cuando surgiendo de lo mas profundo de mis recuerdos identificaron ese torpe tarareo como la canción de mi serie 22 me vi vencedor … Perdí, mi amigo quizás iluminado por los colores de su tele en color llegó a 23. Perdí, pero disfrute como pocas otras veces con esa mezcla de superación personal y viaje al pasado … Rebuscando entre aquellas series no puedo menos que elevar un homenaje a una de mis preferidas: Los autos locos. Me gustaba, entre otras cosas, porque independientemente de si eras simpatizante de Pedro Bello, Penélope Glamour, Matthew y su pandilleros o el profesor Locovich, todos y cada uno de ellos podían llegar a ganar la carrera … Bueno todos no, no era perfecta, y el pobre Pier Nodoyuna y su “fiel” Patán no llegaban nunca a ganar, pero si eso hubiera ocurrido, para mi hubiera sido la serie perfecta … De ella aprendí que todo era posible, y que siempre se puede volver a intentar. Su famoso comienzo con la frase ¡"Y allá van de nuevo...!" era un aliciente para seguir en la lucha de la vida. Guaperas, modelos, militares, investigadores, gángster, aviadores, monstruos, granjeros, primitivos y malos, todos juntos en la carrera de la vida, mas o menos como la realidad cotidiana que nos acompaña …
Y es lo que tiene la vida, uno va tranquilamente paseando, con los recuerdos de su infancia en la mochila y de repente, en el lugar mas insospechado resurgen sus “héroes” de infancia, como si nunca se hubieran marchado … El otro día paseando, gire la cabeza y boquiabierto vi que me adelantaba el Troncomovil de los hermanos Macana. Y es que hay cosas que siempre viajan y viajaran con uno …
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Juliki (nostálgico).

miércoles, 13 de mayo de 2009

Anomalias previsibles



Soy un tipo raro, lo se; por muchas causas, pero para muchos esta seria una de las mas llamativas: Me gusta trabajar.
La verdad es que hay pocas cosas que me produzcan mas satisfacción que el trabajo bien hecho. Sentirse orgulloso de la tarea realizada, del esfuerzo empleado en ella, del resultado final ...
Se que a veces soy demasiado perfeccionista y seguramente eso pueda ser en ocasiones un grave defecto; pero si uno intenta hacerlo perfecto, es casi seguro que saldrá bien, si solo intenta hacerlo bien, puede no salir tan bien y desde luego si uno lo intenta con desgana ...
Cuando empiezo un nuevo trabajo siento que todo esta por descubrir, puede parecerse al anterior, pero se que no será igual y además esta ese aliciente supremo: intentar hacerlo aun mejor.
No es muy normal, pero soy así. Quizás la culpa es de mis mayores. Ellos me inculcaron que el tesón y la obstinación dan su fruto, que no existe mayor recompensa que la satisfacción de las cosas bien hechas y sobre todo el disfrutar mientras se hacen. Me gusta intentar que sea así.
Cada mañana al levantarme se que voy a trabajar a cambio de un salario, me gustaría que no fuera así, pero necesito ese dinero para sobrevivir. Si ese fuera el motor de mi vida laboral, se habría parado mucho tiempo atrás. Lo que realmente me saca de la cama es la ilusión por aprender algo mas, por poder descubrir y superar lo que esta aun por venir.

Juliki (¿Previsible o anómalo?)

martes, 12 de mayo de 2009

Vapores de desaliento



Quizás estar vivo sea esto: Perseguir instantes que mueren.


Juliki (abatido).

lunes, 11 de mayo de 2009

Delirios de responsabilidad



Hoy no tenemos reflexión, ni parrafada, ni buscaremos en el recuerdo ... Hoy solo hay resfriado, gripe o similar. Hemos abierto el grifo, los mocos tienen libre circulación, los pañuelos de papel se acumulan por doquier húmedos y pegajosos. La cabeza martillea con un soniquete constante y la tos replica formando un acompañamiento musical que deja exhausto al mas pintado. Lo realmente jodido es que la capa de superhéroe la tengo en el tinte y dentro una hora tengo clase de pilates; tendré que recurrir a la faceta de sufridor-masoca y plantarme allí a echar el pulmón. Luego cenar algo, infusión para sudar en la cama y vuelta a empezar. Todo para mantener el ritmo, que mañana habrá que estar "recuperado" para acudir a la ineludible cita del curro. Alguno pensara que la enfermedad me trastorna, pues no; soy así. Siempre lo he considerado una responsabilidad, que no una obligación. Y me gusta ser coherente, al menos mientras el cuerpo aguante ... ¿o será que soy algo masoquista?


Juliki (enfermo ¿físico o mental?)

domingo, 10 de mayo de 2009

Timidez recurrente



Me gusta escribir, me ayuda a aclara mi embarullada cabeza. Es algo así como capturar las ideas y darles forma, vestirlas con palabras y que sean algo mas tangibles. También es una forma de recorrer el pasado a través de los recuerdos y atisbar quien soy y en que me he convertido.
De pequeño yo era un buen estudiante, mas por mi tesón que por mi brillantez, pero se puede decir que no se me daba nada mal. Me gustaba ir a clase aunque en ocasiones no lo pasara especialmente bien.
Rememoro a Anzola (Máximo creo), profesor de matemáticas de 1º de BUP y un episodio aparentemente trivial de mi vida que aun recuerdo como si estuviera ocurriendo en este preciso instante. Dicho profesor tenia la habilidad de ponerme especialmente nervioso pues gastaba un humor irónico que me desconcertaba. Un día durante la clase dijo que íbamos a escenificar un problema para su mejor comprensión.
-A ver Vicioso a la pizarra.
Salí temiéndome lo peor.
-Ahora entre las chicas de la clase va a elegir una, la que mas le guste.
- Pues Conchi, me salio espontáneo (Conchi era, aparte de la mas "desarrollada" de la clase, simpática guapa, inteligente ...).
-Vaya Vicioso pues no es tonto usted, le alabo el gusto.
Enrojecí hasta la medula e intenté justificarme.
- No si yo la elegí porque estaba en primera fila.
- Si claro, no me cabe duda.
El descojone fue generalizado, incluso creo que al profe le costo aguantarse la risa.
No recuerdo nada del problema, tampoco se como volví a mi sitio, pero mi cara continuo irradiando un calor acorde a su colorido.
Fue el instante en que llegue a estar mas cerca de Conchi. Al año siguiente ella y su novio, un maromo que nos sacaba dos cabezas, por decisión propia o accidente se quedaron embarazados y desapareció de nuestras vidas.
Máximo Anzola me obsequio con un 10 en el siguiente examen. No se si mis conocimiento merecían dicha nota, o simplemente compensaba el mal rato que me había hecho pasar. Lo cierto es que seguramente el también coincidía con mi elección: Conchi era la que mas nos gustaba … a todos.


Juliki (ruborizado)

sábado, 9 de mayo de 2009

Transito cotidiano




La vida es como un camino desconocido. Uno avanza por ella sin saber muy bien que encontrará en el siguiente recodo. Cada cual avanzar a su ritmo; algunos lo hacen deprisa pensando alcanzar la meta lo antes posible, otros en cambio prefieren andarlo pausadamente disfrutando del recorrido.
En ocasiones el sendero se difumina y uno lo pierde, pero se debe seguir adelante pues generalmente tras un rodeo uno acaba volviendo a encontrarlo; además siempre existe la posibilidad de localizar un atajo que nos permita recuperar el tiempo perdido.
El dilema surge en las encrucijadas o bifurcaciones allí es donde uno elige por donde debe continuar y generalmente esa decisión implica que se desechan las demás posibilidades. No suele ser habitual poder o querer desandar el camino recorrido y esa limitación da a la decisión un carácter definitivo. Cuando reanudas la marcha, la primera duda surge al preguntarse si uno acierta o no con la elección realizada, pero eso solo se conoce mucho mas adelante y a veces ni tan siquiera eso. El dilema realmente inquietante surge después con ese comezón eterno que se instala en nuestro ser: Y si … El “isi” es esa eterna posibilidad cercenada que en ocasiones nos reconcome durante el trayecto y nos hace dudar si la senda seguida era la mas apropiada de entre los posibles.
En las paradas, revisando la mochila que acompaña nuestro recorrido uno puede hallar infinidad de “isis” acumulados. Lo satisfecho o no que uno este con su vida puede radicar en la importancia que se le conceda a cada uno de ellos.
Yo decidí hace tiempo no vivir pendiente de mis “isis”, pienso que es mejor disfrutar del recorrido y seguir avanzando y aprendiendo con lo que ofrece la ruta. No voy a negar que uno de mis “sueños” seria poder experimentar todos los posibles itinerarios, no ya para elegir el mejor, sino para poder vivirlos todos …
La jornada por hoy ha terminado. Mañana habrá que volver al camino ¿Tal vez con nuevos compañeros de viaje?


Juliki (en ruta)

viernes, 8 de mayo de 2009

Rescatado del olvido I



Soy peatón. Si, ya se que no parece mucho, ni tan siquiera parece interesante, pero ser peatón es algo apasionante que uno no decide sin mas, ¿o tal vez si?. Yo soy peatón un poco por decisión propia y un mucho por cuestiones genéticas. Ya se que suena extraño, pero a toda mi familia le falta un algo en el ADN que nos incapacita para situarnos a los mandos de un vehiculo a motor, pero esa es otra historia que ya habrá tiempo de relatar en el futuro …
El peatón es un bicho raro, una especie al borde de la extinción. Es mas que eso, es un superhéroe a pecho descubierto; sin capa ni superpoderes, solo con la superconvicción de defender sus derechos y su cuerpo perecedero como parapeto, dispuesto a plantar cara a esa mutación que surge cuando un humano se sitúa al volante de un coche y siente la sensación de velocidad correr por sus venas.
Superman, Spiderman o el Hombre Antorcha tienen algo con lo que combatir a sus enemigos, el peatón solo puede dar un paso decidido, situarse frente al coche que pretende saltarse el semáforo y esperar que los frenos ABS sean tan buenos como dicen los fabricantes de coches en la tele. Y todo ello ante la atenta mirada de un único testigo, ciego, sordo y habitualmente mudo: el puñetero muñequito verde, que nunca se presenta en el juzgado a testificar a tu favor en caso de conflicto.
Hay dos clases de peatones: el que reivindica su derecho en los semáforos y otro, mas osado, que en un autentico estado de enajenación mental, pretende que dicho derecho sea aplicable también al paso de cebra.
El peatón debe estar siempre en plena forma; porque cuando afronta el reto de cruzar un semáforo, después de esperar pacientemente a que el eterno muñequito rojo se transforme en verde, debe con un ágil movimiento de cadera y simultaneo retroceso esquivar los dos o tres vehículos que indefectiblemente se saltan el semáforo. Recuperado del escorzo y después de palparse para comprobar que su integridad física este intacta ¡Tiene que correr! Porque antes de llegar a la mitad del trayecto que separa ambas aceras, el muñequito verde comienza a difuminarse en un enloquecido parpadeo. Es un momento de autentico pavor , donde el peatón debe realizar, en cuestión de segundos, un complejo calculo memorístico, todo ello sin dejar de desplazarse hasta la otra acera salvadora: ¿Este semáforo será de 6, 8, 10, o 16 parpadeos? Lo habitual es 8, pero un lapsus en el recuerdo es lo que diferencia un peatón avanzado en posición erguida de un expeatón horizontalizado y maltrecho.
El paso de cebra es su otro territorio comanche, pero si me apuras, mas osado, mas salvaje: el viejo oeste. Aquí no hay testigos y es el peatón el que decide cuando cruza. Mira al vehiculo acercarse en la lejanía e intenta escrutar si el conductor tiene intención de parar o anda revisando el GPS, atendiendo el móvil o regañando a los niños que hacen cabriolas en el asiento trasero y entonces decide. Es como apostar a la ruleta, pero en este caso si ganas, el premio es únicamente poder volver a intentarlo al día siguiente …
La reacción de los conductores al ver que un peatón se interpone en su trayectoria es de lo mas variopinta:
Esta el piloto que secagaentuputamadre, mientras acelera. En contraposición y para ser justos existe el que hace lo que debe y para cuando le toca.
También existe el que levanta la mano en señal de disculpa, mientras su neumático lija la puntera de tu calzado. Yo le llamo el perdonaperotejodes y estoy convencido que en otra vida fue peatón.
Otro es el que da un volantazo tipo rally , pero no nos engañemos, no es que intente no atropellarte, es que pretende esquivarte para poder pasar el semáforo a pesar tu presencia.
Pero de todos ellos, mi preferido es el que tras frenar, baja la ventanilla indignado y te acusa de haberte abalanzado sobre su coche. Con este tipo vuelvo a mi infancia, me veo sentado frente al televisor viendo el Barrio Sésamo que tanta sabiduría aporto a mi persona; y rememoro a Draco enseñándome los números y cuento con el hasta nueve, para ya calmado dirigirme a este conductor y educadamente indicarle:
Tiene razón caballero ha sido una imperdonable imprudencia por mi parte. He estado con mi cuerpo de carne punzante apunto de arañar su queridísimo coche de suave chapa metálica. Discúlpeme, en que estaría pensando yo . ¿tal vez en cruzar cuando me corresponde?
Todas las mañanas, después de la ducha me enfundo mi coraza recién lavada, ese pellejo que protege al peatón y salgo dispuesto a sortear con éxito todos y cada uno de los semáforos y pasos de cebra que separan mi buhardilla de mi trabajo. Parece sencillo, pero se que es la primera tarea de la mañana y se que debo hacerla a la perfección, pues me va la vida en ello.
Y quien sabe, tal vez algún día a base de insistir, los conductores se conciencien de que el peatón también existe o puede que solo sea el delirio de una simple mosca cojonera ilusa …


Juliki (¿o mosca cojonera?)

jueves, 7 de mayo de 2009

Cerrado por inventario


Seguro que sabe algo, porque no dice nada ...
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Juliki (¿descentrado?)

miércoles, 6 de mayo de 2009

Mariposas en el estomago



Recuerdo cuando te conocí. Estábamos en el Centro de Ciencias Medioambientales, yo estaba teniendo un mal día. Me habían echado la charla sin motivo y estaba poniendo a punto un aparato para una técnica que tenia la certeza que nunca se usaría. Apareciste de repente como salida de la nada.
-¿Te tomas un café?.
Salí de mi concentración de rumiante y te mire sorprendido. Apenas habíamos hablado hasta entonces, intercambiábamos saludos por las mañanas y creo que cruzamos alguna que otra palabra en una reunión de becarios.
Tendría que ser una infusión pero estoy liado con esto ...
-Vale, no importa adiós.
Saliste disparada y en contra de lo que suele ser habitual en mi, reaccione y salí tras de ti.
-Espera, dame un minuto que apago esto y vamos.
-No, es igual. No quiero molestarte.
Insistí y acabamos en el kiosco de la entrada. Charlamos de nuestras desgracias de becarios, estabas desmoralizada con tu situación y yo hice eso que se me dan tan bien: Te enumere todas las cosas positivas de tu posición de "precaria", con toda esa sarta de argumentos que tiene el que se sabe la teoría, aunque luego sea incapaz de llevarlo a la practica sobre su propia persona. Volvimos al trabajo y el resto de la mañana tuvo otro sabor ...
Al día siguiente al entrar en mi laboratorio había una rosa preciosa sobre mi mesa. Me asuste. Joder, menudo marrón, pensé. ¿quien coño se ha equivocado de mesa y ha dejado esto aquí? Tranquilo chaval, son las 7:00 de la mañana y hay una nota; vemos para quien es, se lo dejamos en su mesa, nadie se entera del error y todo solucionado.
Abrí la nota y me tuve que sentar; la mandíbula se me descolgó. No había error. La nota era para mi. La rosa también ...
Nunca nadie antes me había regalado flores. Creo que fue en ese preciso instante cuando descubrí que en el estomago, además de lo que comemos y los jugos propios del lugar, uno puede a veces sentir el revoloteo inquieto de las mariposas que habitan en el.
Sabia que tu tenías pareja y yo venía herido de mi relación anterior (me dejaron por ser demasiado "majo"); no quería otra relación, me había resignado a ser el solitario amigo de la humanidad. Estaba decidido, acababa de nacer una linda amistad. No fue así; las mariposas revolotearon con insistencia y al final acabamos juntos.
Ha pasado mucho tiempo desde aquello, he vivido muchas cosas a tu lado. Tu me hiciste creer en mi mismo, con esa ilusión desbordante y contagiosa que despliegas cuando algo te emociona. A tu lado volví a crecer. Desde entonces las mariposas han habitado mi estomago. En ocasiones parecen no estar, pero simplemente en su ciclo de la vida, se convierten en gusano para volver a eclosionar, nuevamente como lindas mariposas.
Se que la felicidad no existe como tal. Se puede estar feliz de manera puntual, pero no se puede serlo. El secreto esta en intentar estarlo a menudo. A veces no es fácil, pero me gustan los retos difíciles y aunque normalmente no te dejas, continuo empeñado en intentar "hacerte feliz", aunque sea a ratos. En ocasiones te miro sin que te des cuenta y me parece atisbar que voy por el buen camino, se que no puedo relajarme, pero creo que al final si me dejas, podemos ir estando felices juntos...
Hoy cumples nuevamente 17, la edad eterna de los que son capaces de contagiar y hacer sentir a otros el revoloteo de las mariposas en el estomago.
Gracias por compartirlo conmigo y dejarme caminar a tu lado.


Juliki (con revoloteo)

martes, 5 de mayo de 2009

Soledad civilizada


Soy un ser urbano, no puedo evitarlo; llevo tanto tiempo transitando por el asfalto que la ciudad forma parte de mi con su encantos y sus desatinos. Cierto es que hubo otro tiempo, cuando mi barba no plateaba, porque cuasi ni barba había, que me rondo con insistencia la idea de perderme en el campo. Aquella idea no llego a cuajar, quien sabe si por el miedo que de natural acompaña a mi persona cuando de cambiar "algo" de mi vida se trata o por la deficiencia genética que padece mi familia para conducir vehículos y que me relegaba al mas absoluto aislamiento en esos pueblos de dios.
Me atraía mucho, además de la tranquilidad y el aire puro, la idea de proximidad que se respira en los pueblos y las ciudades pequeñas, donde uno no tiene que quedar con los amigos porque acabas encontrándolos y si no en dos patadas te acercas a ver a cualquiera...
Una de las circunstancias que mas desasosiego me produce en la ciudad es ese aislamiento al que solemos someternos, ese estar rodeado de media humanidad, pero a la vez encerrado en nuestros microcosmos particulares. Las grandes ciudades tienen eso, generan recelo y desconfianza, nos hacemos herméticos y nos distanciamos. El vecino pasa a ser un extraño, el compañero un desconocido y el amigo alguien con quien cuesta coincidir...
Cada mañana al ir caminando al trabajo, me cruzo con numerosas personas, la mayoría son caras habituales, con las mismas expresiones de sueño, preocupación, cansancio ... Cada una de ellas iniciando su jornada, despertando al día y metidas en su mundo, en sus problemas. Yo las miro, les pongo nombre y juego a imaginar:
Hoy "Seriedad impertérrita" va mas tarde, se ha dormido y por eso parece mas enfadada.
"Hombre tranquilo" pasó antes que “Estela plateada", ella se ha cambiado el peinado
"Chico nervioso" no vino ¿Acabará faltando a la cita como "Sonrisa de amanecer" ...
Yo les observo y si me devuelven la mirada esbozo una sonrisa. Si me devuelven la sonrisa al día siguiente les saludo. Con algunos llegamos a intercambiar algunas palabras : "Venga a la tarea", "Buen fin de semana" ...
No vamos mas allá, se que no es gran cosa, pero es mi forma de incluir a esos extraños cotidianos en mi mundo, porque a fin de cuenta compartimos un instante y forman, aunque sea accidentalmente, parte de mi vida.
Siempre me queda la duda ¿quien seré yo para ellos? Seguramente "Loco sonriente de las 7 de la mañana".


Juliki (¿sociable?)

lunes, 4 de mayo de 2009

Menudencias sustanciosas


Vivimos demasiado deprisa y, en ese "sprint" cotidiano por llegar antes a no se sabe donde para no se sabe que, nos perdemos un montón de cosa, obviando los pequeños detalles. Son esas menudencias, en apariencia insignificante, las que miradas con calma y de cerca suelen aportar algunos de los mejores instantes de nuestra existencia.
El otro día preparando una ensalada, mientras pensaba en mis asuntos me sentí vigilado. Que raro pensé: ¡Si estoy solo! Volví a mi ensoñación y fue entonces cuando con el cuchillo en la mano pude ver con claridad, que el tomate me miraba. Palabrita del niño Jesús, no fue un trastorno transitorio provocado por la ingesta masiva de alcohol ni ninguna otra sustancia psicotrópica. Allí estaba yo, a punto de degollar a un indefenso tomate que me miraba con una carita mitad sorpresa-mitad desesperación. Me quede paralizado sin saber que hacer y después de ese instante de indecisión, tome una resolución salomónica; fui a por mi cámara, inmortalice al tomate para la posteridad y me lo lleve satisfecho a la boca, pensando lo mucho que debe doler que te corten por la mitad ... y es que no hay nada como la tranquilidad para poder saborear las pequeñas cosas de la vida.


Juliki (de lunes)

domingo, 3 de mayo de 2009

Variedades de pánicos


Uno tiende a pensar que el motor de la vida son las ilusiones que alimentan nuestro animo. Esos sueños esperanzadores que son el aliento que nos hacen superar los traspiés en el discurrir cotidiano. Es indudable que sin ellos, tal vez el día a día se haría mucho mas penoso y la vida pasaría a ser una rutina desalentadora.
Pero no hay que olvidar este otro combustible que nos acompañan y cuya superación nos hace crecer y luchar por ir mas allá: Me refiero a nuestros miedos. Cada uno tiene los suyos; unos los comentan abiertamente y otros los ocultan como si revelarlos pudiera aumentar su fragilidad frente a los demás.
Hace unos día asistí a un exposición donde cada artista representaba sus miedos y animaba a que cada uno de los asistentes apuntara los suyos. La lista fue interminable:
"a los monstruos de debajo de la cama, a no encontrarte, a crecer, a perder el control, a mi verdadero yo, a tu mirada, a que la soledad me coma, a tus palabras, a tus silencios, a que me rompas el corazón, a no tener puntos en común, a perderme, a los secretos, al miedo, a quedarme en blanco, a bajarme de la torre, a la cuerda floja, a que me líes..., a quedarme en silencio, a los príncipes rana, a quedarme sin libros, a borrar mis huellas..."
Si los compartes siguen estando ahí, pero tienen menos peso, dan menos pánico. Yo he decidido que cada día, al levantarme, mirare a los ojos a uno de mis miedos, como primer paso a afrontarlos. Esta mañana ante al espejo me enfrente a uno nuevo: Miedo a encontrarme y a no gustarme como soy... Estoy en ello.
Y tu, ¿a que miedo vas a encararte mañana?


Juliki (¿curado de espanto?)

sábado, 2 de mayo de 2009

Suspiros inteligibles


La vida se desliza ante nuestros ojos y en ocasiones no somos mas que meros observadores de lo que se supone es, nuestra realidad cotidiana. Desde hace muchos meses la vida fluye ante mi, con sus ilusiones frustradas, sus ausencias imborrables, sus responsabilidades asumidas y su realidad hostil ... y yo me limito a conformarme con sobrevivir.
Llega el momento de esforzarse por vivir adrede, aunque sea solo un intento efímero de morir con las alas puestas.
Tres, dos, uno ... ¿A volar?

Juliki (en reconstruccion)