domingo, 31 de mayo de 2009

Almacen de recuerdos



Soy sedentario, me gusta tener un lugar de referencia al que volver, por eso mi casa es importante en mi vida. Necesito tener un hogar propio que guarde mis pertenencias, donde madurar mis proyectos y poder fantasear con mis ilusiones mientras descanso de la fatiga del día a día.
Vivo en un barrio que aun conserva casas centenarias, y suele ser habitual que el "progreso" ocasione bajas entre las fachadas que acompañan mi deambular diario. Cuando uno de estos edificios se ve afectado y queda con su intimidad a la vista, suelo pensar en la vivencias de todas las personas que en algún momento de su existencia habitaron allí. Historia de amor, de odio, de supervivencia ... Muchas de ellas anónimas, que no cambiaran el curso de la historia colectiva, pero que en un momento dado fueron trascendentes y marcaron el devenir de esos seres que moraron entre sus paredes.
Aunque suele ser habitual que el proceso de deterioro nos indique lo que puede llegar a suceder, siempre me coge desprevenido. Un día la casa aparentemente vacía, permanece aun de pie y al instante siguiente se convierta en un amasijo informe que crea un confuso revoltijo de enseres, recuerdos ...
Siempre me pregunto que ocurre cuando ya no existe la evidencia física del edificio. ¿Donde van los sueños pendiente que quedaron vagando en las habitaciones vacías? ¿Y los proyectos no realizados olvidados tras la alacena? ¿Se perderán para siempre las ilusiones abandonadas en la despensa?
Prefiero pensar que una parte de ellas perviven en sus antiguos moradores que partieron de allí cargando con ellas, llevándolas junto a sus otras pertenencias dentro de la maleta. El resto, quien sabe, tal vez floten huérfanas por los alrededores en busca de nuevos "inquilinos" que las "adopten" como propias para devolverlas a la realidad. Hoy pase junto a una de ellas …

Juliki (hogareño)

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