jueves, 29 de octubre de 2009

Escisión de personalidad



Hoy perdí el control; fue solo un instante, pero suficiente para dejarme ese regusto amargo que queda cuando algo burla la propia voluntad, desatando el instinto animal que permanecía aletargado. Suelo ser racional, demasiado en ocasiones, por eso ese arranque visceral me sabe aun peor.
Es cierto que a lo largo de esta semana, he revivido cada mañana la misma indignante situación, como en esas pesadillas en las que uno queda atrapado y todo forma parte de un bucle infinitamente reiterado que no parece ir a parar jamás; pero no valen excusas.
Era temprano, mi cuerpo empezaba a desentumecerse y estaba a punto de llegar al trabajo. Solo un semáforo y 50 metros me separaban de mi destino.
Allí estoy yo, miro fijamente el muñequito rojo en posición de firme, le veo desaparecer y ser sustituido por el otro mas saleroso de color verde. Comienzo mi avance, con la precaución de acompasarlo con un prudente giro de cabeza. Empieza a funcionar el bucle, como el Lunes, el Martes y el Miércoles la historia se repite. Un coche se me echa encima, reculo raudo y entonces algo cambia. La imagen repetida en los días anteriores de echar un paso atrás, levantar los brazos y protestar airado, se distorsiona, se transforma ...
De repente tras el paso atrás, mi cuerpo se balancea, dejo todo el peso en la pierna izquierda y como un resorte perfectamente engrasado ajeno a mi, mi rodilla derecha se flexiona, proyectando mi pie hacia delante.
¡Brum! El sonido del choque me devuelve la consciencia. El coche pita y frena. Yo me encuentro expectante, con los brazos en jarra y de espaldas al sentido del tráfico, como desafiante y me pregunto que cojones espero para seguir cruzando. No se muy bien que ha ocurrido.
Lo analizo. Es sencillo, y aunque no tengo consciencia de haber dado la orden desde mi cerebro, acabo de patear la puerta lateral trasera de un coche en movimiento; el enésimo coche del año que se salta el semáforo y me obliga a retroceder para salvar el pellejo.
El coche arranca y termino de cruzar. Me enfado con mi acción y me recrimino: Tío, estas trastornado por reaccionar así , podrías haberte hecho daño, no esta bien responder con violencia ...
Una frase cruza mi mente "Solo la violencia ayuda, donde la violencia impera" me espeluzno con solo pensarlo. Meto la llave en la cerradura y vuelvo a ser yo, dueño de mis actos, dispuesto a comenzar la jornada laboral, pero sin poder olvidar lo ocurrido.
Solo espero mañana, cuando este sentado en la cama dispuesto a calzarme, poder seguir siendo yo. Sería terrorífico caer nuevamente presa de ese otro yo que hoy surgió de los abismos de mi consciencia, y descubrirme atándome las botas con puntera reforzada de acero, para quien sabe que ...

Juliki (y su Mr Hide)

martes, 27 de octubre de 2009

Silencio adverso



Me siento a escuchar el silencio, y no escucho nada; me quedo así, como esperando que un sonido, que algún ruido accidental transforme este instante vacío en algo vivo. Transcurre el tiempo, callado, sigiloso en su avance y yo inmóvil, miro a mi alrededor atento a los susurros de mi propio cuerpo. Mi cuerpo pide reposo, mi cabeza letargo; ambos quieren adormecerse, tal vez para no ser, para adentrarse en el mundo de los sueños, que sin ser real, tiene mas vida que el presente.
Reflexiono sobre el día, rutina seguida de desencanto se alterna con esa desilusión en soledad que marca mis pasos.
Busco la placidez de las palabras no pronunciadas y solo alcanzo a sentir ese desasosiego de silencios resignados. Nueva jornada de espera, sin pensar, sin querer sentir, pero percibiendo, acumulando sentimientos plegados a conveniencia ajena, que engrosan la cada vez mas pesada bolsa de viaje.
Gestos sin recompensa y a cambio, cansancio como moneda de pago. Hoy, al conejito duracell se le agotaron las pilas. Él también se recrea cabizbajo en el silencio.

Juliki (inoperante)

domingo, 25 de octubre de 2009

Ídolos en derrumbe



Hoy querría hablar de mi padre, aunque no se de cual de ellos. No, no es que no tenga claro quien es, mal pensados; ni tampoco que sea adoptado (no me consta serlo). No se si hablar de mi padre, tal y como es ahora, o de aquel que se mantiene en el recuerdo de mi infancia y juventud. No estoy flipando, aunque la gripe que me invade, me tenga abotargado; lo que ocurre es que ambos son personas distintas, muy distintas ...
Uno tiende a fabular su historia, a adornarla y convertir en héroes a las personas que admira cuando aun esta intentando convertirse en un proyecto de adulto, de persona. De mi padre siempre admiré su honradez, su sentido de la justicia, tu tesón en el trabajo; quizás no fuera culto, ni listo, ni excepcional, pero se entregaba al 200% en lo que hacia.
De un tiempo a esta parte mi padre es un espectro, la sombra del que fue. Desde que se jubiló parece haber ido perdiendo fuelle paulatinamente; su mundo se ha reducido y su vida parece ser un subsistir y punto. Comer, dormir y alguna rutina mas a la que le ha obligado la enfermedad de mi madre y que realiza mecánicamente, como por obligación. Cualquier pequeño problema le bloquea y parece incapaz de actuar; eso unido a una frase que repite constantemente cuando se le intenta incentivar con algo, me preocupa sobremanera: "Yo ya no quiero aprender nada".
La piel se me eriza con solo pensar en su significado, en lo que realmente me trasmite: Resignación total, derrota, desgana, pereza, abatimiento, ausencia de ilusión ....
Es cierto que esta mayor, tal vez senil. Sus 78 años, le permiten con creces engrosar el listado de los ancianos, pero después de toda una vida de sacrificio de lucha, de sufrimiento, Ahora que podría disfrutar de la vida, renuncia a ella.
Es fácil criticar a los demás, aunque se haga desde el cariño absoluto. ¿que seré yo cuando ronde su edad? ¿en que o en quien me habré convertido?
Miro mis últimos meses y me asusto, me pareciera que mi vida se encamina a algo similar. Es cierto que aun quedan retazos de rebeldía en mi vida, que las ganas de aprender siguen intactas y que el abatimiento y la desilusión son pasajeros, pero aun así existe una tendencia. Dos cosas nos diferencian aun: La primera soy consciente de mi situación, la segunda no me resigno a que esa tendencia se cumpla.
Vuelvo la vista atrás, recuerdo al tipo que en las huelgas de la EMT corría delante de las porras y de las pelotas de goma por defender sus ideales y derechos, que me llevaba a dar largos paseos por el campo, aquel junto al que cogido de su mano grite siendo un criajo: La Vaguada es nuestra ...
De el aprendí gran parte de lo que soy; a no tirar la toalla y a dar lo mejor de mi. Por eso, aunque ahora el no sea el de antes, sigo mirándole orgulloso, porque uno es su bagaje completo mas allá de su situación puntual.

Juliki ( con admiración )

sábado, 24 de octubre de 2009

Pajaros en la cabeza



Mi vida ha estado desde que recuerdo llena de pájaros. Bien es cierto que nunca tuve un pollito de colores, de esos que eran tan habituales durante mi infancia; en su lugar, en la terraza del piso de 40 metros de mis padres corretearon entre otras codornices, alondras ..., incluso antes de que yo pudiera gatear tras ellas. Después nos "civilizamos" y criamos canarios enjaulados. Teníamos montones de ellos que mi padre regalaba orgulloso.
Recuerdo ese cúmulo de sensaciones que se repetían cada año: los preparativos previos a la época de cría, la emoción posterior con cada nueva puesta, la ilusión del conteo diario en busca del nuevo huevo, la impaciencia infantil ante la tardanza de la primera eclosión, la fascinación ante aquellas miniaturas de ojos cerrados y pico ávido, aquel hacinamiento imposible y fraternal ocasionado por el crecimiento y, ¡como no! el primer valiente, aun algo pelón, que abandonaba el nido y se situaba tembloroso en el palo. Sensaciones con las que crecí. Después dejamos de criar, los canarios fueron envejeciendo y un silencio triste reemplazó sus cantos. Los pájaros levantaron el vuelo de mi existencia para volver a reaparecer tiempo después.
Fue al poco de comprar mi actual casa, una cría de golondrina intrépida se descolgó del nido y vino a caer en mi alféizar. Dudé que hacer con ella; reintegrarla a su nido en el tejado era un imposible, dejarla a su suerte me pareció una crueldad, intentar alimentarla una locura. ¿que cojones come una golondrina? Ni idea, desde luego alpiste de canario no. La metí en una amplia caja y recorrí varias tiendas de animales preguntando, hasta que en una me dieron una respuesta: "Prueba con larvas de mosca vivas, pero olvídate, es casi imposible que sobreviva". ¿Tarea imposible había dicho aquel individuo? El gusanillo de la superación me invadió. Compré dos cajas de aquellos gusanos escurridizos y con mucha paciencia, casi a la fuerza comenzamos la crianza. Al principio abría el pico metía los gusanos que eran escupidos reiteradamente. Insistí con la tenacidad del tozudo y en una de esas la fortuna se convirtió en aliado; el bicho tragó, quizás accidentalmente y poco a poco fue engulléndolos con mayor facilidad. Los días se sucedieron, se acabo el primer bote y cuando fui a abrir el segundo, unos días después, las larvas se habían transformado en una piara de repugnantes moscas verdes, que condene a morir al fondo del cubo de basura. Seguimos comiendo, crecimos, revoloteamos y llegó el momento de la independencia: Lo lancé desde mi quinto piso, aleteó y se perdió en los tejados. Cuando pasan planeando frente a mi ventana me gusta pensar que alguna de aquellas golondrinas tiene algo que ver con aquella que casi, casi amamante.
Dos años después descubrí en el rellano de mi piso dos mirlos que huyeron asustados ante mi llegada. Pensé que aquellos cabrones eran los responsables de la decapitación reiterada de mi planta carnívora y del maltrecho estado de algunas plantas mas con las que me empeñaba en revivir y alegrar mi ajada escalera. Volví a encontrar a los intrusos de mi vergel y un día al meter la llave en la cerradura, levanté la vista y contemplé inmóvil, aposentado sobre uno de mis tiestos semi-abandonados a uno de ellos. Me miraba algo tembloroso y yo boquiabierto me preguntaba ¿por que no huía? ¿que poderosa razón a pesar del palpable miedo la retenía a menos de medio metro de mi?
Solo podía ser una, los intrusos se habían convertido en okupas y protegían su nuevo hogar y a su futura progenie
Conviví unas semanas con el nido intentando no perturbar la incubación y posteriormente a su única cría. Los padres iban y venían, sobre todo ella, desviviéndose por alimentarlo. Un buen día dejaron de aparecer, miré el nido, estaba vacío
Ahora ya solo tengo pájaros en la cabeza, bueno esos, que son muchos y variados, y alguno colgado en la pared, de esos que pinta, graba y dibuja alguien que revoletea en mi vida, aquella junto a la que me gusta aletear y compartir vuelos cotidianos.
En el fondo todos tenemos algo de ave, aunque solo sea el ansia de volar.
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Juliki ( ansioso)

miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Vigor irreductible?



La tos ha cesado por el momento; la garganta quema, pero los escalofríos remiten. El dolor de riñones también parece difuminarse. Estoy en la cama, eso ayuda. No estoy tan mal, pero necesito reposo. Tengo que reponerme para mañana, para volver al trabajo. ¿Por que no voy al médico y me pido una baja? Eso sería lo normal, lo fácil, lo esperable. Hace tiempo que deje de ser normal, prácticamente toda una vida. Me gusta lo elaborado, prefiero que sea mi cuerpo el que haga un esfuerzo por curarse. Tiene gracia, para ser químico me resisto bastante a tomar lo que fabrican los de mi ramo.
Si, soy terco. Si puedo evitarlo no me medico: Infusiones, sudar, miel, vitamina c en forma de zumos, propóleo ... y reposo entre cada jornada laboral. También soy razonable; si pasado un tiempo no mejoro claudicaré; iré al médico, me tomaré lo que me receten y ... seguiré trabajando. Es ilógico, ya lo se, pero solo he admitido ser razonable.
Es una suerte necesitar toda la atención y energía en sanarse, así tengo excusa, para no analizar y pensar mis problemas. Cuando me recupere volveré a la hiperactividad, será mi nueva coartada para continuar sin encarar mis asuntos. Siempre hay una autojustificación. En el fondo soy realmente un enfermo sin cura ...


Juliki (comiéndome los mocos)

martes, 20 de octubre de 2009

Confusa evocación


Hoy el día se transformó paulatinamente, fue oscureciéndose hasta que la lluvia hizo su aparición. De nuevo tiempo gris. No es que los días anteriores con su sol y sus luces fueran menos grises. No. A veces, la luz no determina el color, el color sale de uno, de su interior.
Camino por Lavapies con los ojos abiertos, aunque la tos y la fiebre me inciten a levitar hasta casa a meterme en la cama. Miro el paisaje; los soportes para las cámaras de vídeo vigilancia han hecho su aparición, un negro se acerca sigiloso a un chavalín de 6-8 años y le tapa los ojos, predisponiéndole al juego de adivinar.
- Chocolate, eres tu seguro.
- ¿Como lo has sabido?
- Es que apestas a chocolate.
Me imagino una taza humeante de rico cacao, su aroma me invita a la somnolencia, a una paz interior que hace tiempo que perdí. Sigo mi camino deleitándome en su fragancia, con su textura suave y ligeramente espesa, siento el calorcillo que emana de una taza de chocolate recién elaborado ...
Mi sueño se difumina, la fiebre me ha nublado el entendimiento. La frase retorna a mi cabeza "Apestas a chocolate" ¿Que chiquillo de esa edad renegaría de tan goloso olor?
Estamos en Lavapies, aquí el "cacao maravillao" es de otro tipo. Claramente debería estar en la cama ...


Juliki (enfermo de cuerpo y mente)


sábado, 17 de octubre de 2009

Asumir el papel


Ha sido una semana intensa, de esas en las que los sentimientos cambiantes nos trasladan de las puertas de averno a la entrada del paraíso. Unos días llenos de esperas tensas y angustiosas, seguidas de otras insustanciales, tediosas y exasperantes.
He tenido que aparcar mis asuntos para ocuparme de los de otros, asumiendo un papel que se me hacia ajeno. En ocasiones uno no decide como es, ni que función desempeña en sus relaciones con los demás. Muchas veces uno se convierte en lo que otros esperan de él y debe desempeñar la labor del personaje que otros creen que es. Al final uno lo asume como propio, porque así le ven, porque acepta que así debe ser.
Mi madre pasó por el hospital, en un nuevo intento de mejorar su calidad de vida, de enfrentarnos a ese ventrículo isquémico, prácticamente muerto, que solo le permite usar un 10% del potencial de su corazón. Compartimenté mi ser, dejando a un lado mis propios pesares, para convertirme en ese hijo que mi madre cree que soy. He aceptado el rol que ella me otorga, he escuchado sus palabras sobre mi aunque me sonaran extrañas, con conversaciones del tipo:
-Esto no lo puedo hablar con tu hermana, contigo si, porque eres fuerte... Si a mi me pasa algo, quiero que me incineren y me lleves al pueblo; si puede ser metes mis cenizas con tu abuela ...
- No seas tonta, no te va a pasar nada, ya eres una veterana y ...
- Pero si ocurre, quiero que te encargues de eso y con mis cosas hacéis lo que queráis, que tu hermana coja lo que quiera, pero el abrigo y el chaquetón que te comente ya sabes para quien son ...
- Mira, si te quedas mas tranquila yo te escucho, pero sabes que esto es un tramite y que mañana voy estar aquí mismo sentado y nos reiremos de lo pesada que eres con estas conversaciones .
- ¡Ah! y no te olvides de lo mas importante, cuida de tu hermana, que es mas débil que tu. Los ahorrillos que te comente os los repartís ella y tu y ...
-Que si, ¡pesada! pero vas a tener que seguir gestionándolos tu, porque te queda mucha guerra que dar aun.
Dibujo una sonrisa tranquilizadora en el rostro, y por dentro recuerdo la frase que hace dos años el cardiólogo pronuncio: " Lo normal es que su madre vaya a peor y en unos seis meses, sino hay un milagro, se acabe apagando del todo." Superamos esa etapa con obstinación, con la entrega de mi hermana y algo de fortuna cuasi milagrosa.
Pienso en el 1% de posibilidades de que la operación salga mal y me parece un porcentaje inmenso. Apretó los dientes sin crispar mi sonrisa con el anhelo de que mañana este miedo se transforme en ridícula angustia pasajera. Al día siguiente sentado junto a mi madre la veo sonreír y me relajo, no hemos mejorado su calidad de vida, pero sigue ahí.
Pasado el trago debería retomar mi vida, pero no voy a hacerlo. No es cobardía, ni escaqueo, ni dejadez. Son exigencias del guión. Debo continuar en mi papel de rocoso pilar, de animoso apoyo, de serenidad contagiosa que se me supone. En quince días volvemos a subir al cuadrilátero hospitalario, mi madre en el ring y yo desde la esquina alentándola para que se alce victoriosa en su nuevo combate por alcanzar esa ansiada mejora en su calidad de vida. Escucharé estoico sus conversaciones, sonreiré apacible para trasmitir tranquilidad, rumiare silencioso el miedo a esa posibilidad, esta vez del 5%, de que algo falle ...
Después, cuando la victoria sea nuestra, me calzaré el calzón corto y subiré, yo solo, a librar mi propio combate y, aunque ahora solo pueda imaginarme inerte, tumbado en la lona, derrotado; no pienso abandonar, ausentarme ni tirar la toalla ...

Juliki (en el papel que toca)

martes, 13 de octubre de 2009

Manifiesta precaridad



Estos días atrás en el mundo de la investigación ha sido noticia. Noticia de segunda, eclipsada por los casos de corrupción y la tan comentada foto de las hijas de Zapatero. Una vez mas las cosas importantes quedan relegadas, ninguneadas y acaban pasando desapercibidas. Llego tarde, pero quería hacerme eco de la campaña iniciada por este sitio Web: http://aldea-irreductible.blogspot.com/2009/10/la-ciencia-en-espana-no-necesita.html para protestar por la reducción del presupuesto del ministerio de Ciencia en un 37%.
Investigar y formar futuros investigadores no es barato, pero si realmente se quiere hacerlo, aunque sea solo para poder presumir de la calidad de nuestros científicos, habría que invertir en ello. Si no es así, solo podremos presumir, como ha ocurrido y sigue ocurriendo, de exportar talentos a otros países. Científicos que, ante la desoladora situación nacional, se "fugan" al extranjero para poder desarrollar allí su faceta investigadora.
Investigar debería ser una prioridad institucional, pero muchas veces se deja en manos de la empresa privada. No digo que este mal como complemento, pero no puede ser la base de nuestra labor científica. Las empresas nos venden su gran interés, su enorme preocupación por el bien común y recalcan su obra social, pero esta claro que lo prioritario para ellas son los beneficios obtenidos al final del año. No las culpo, a fin de cuenta son empresas privadas y no ONGs. Es el Estado el que debería asumir el grueso de dicha labor.
Conozco algo el tema. En una etapa anterior de mi vida, fui proyecto de investigador, es decir precario. Estuve en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, mas concretamente en el Centro de Ciencias Medioambientales. Suena cojonudo, pero era fachada mas que otra cosa. Aquel reducto del pasado, donde aun abundaban los miembros del Opus, es donde fui yo a recalar con mi coleta y mis pantalones cortos, que tapados por la bata de laboratorio hacían a mas del uno santiguarse preguntándose si realmente llevaría algo debajo. Mi periplo allí merece un capítulo aparte que algún día me animaré a escribir. Hoy solo quería solidarizarme torpemente con aquellos que ponen toda su pasión por investigar y cuya labor raramente es reconocida: Los becarios. Ellos, seguramente, serán de los primeros en verse afectados por dichos recortes y sin su aportación difícil será nuestro crecimiento científico.
¡Ah! Si algún día la cosa mejora, y los ahora becarios llegáis a ser investigadores de prestigio, por favor, no olvidéis vuestros orígenes; recordar que fuisteis precarios y evitar que se sigan perpetuando los mismos errores que sufrís ahora...

Juliki (Otrora precario alquimista)

lunes, 12 de octubre de 2009

Atrapado en cuerpo ajeno



Se fue el fin de semana con extensiones, ese regalo que en ocasiones nos hace el calendario laboral. Leer algo, ver alguna película y vegetar. Un aterrador plan que se repite en las últimas fechas. No arranco, es como cuando el ordenador se bloquea y no responde; al final uno acaba por reiniciarlo y todo vuelve a funcionar. Yo apreto el reset en mi pero el problema persiste, se ha generado un bucle difícil de evitar. Debería llamar al técnico para que me eche un vistazo, que revise al equipo, pero eso tendrá que aplazarse ...
Me esperan días complicados, en el trabajo, con la familia ... Voy a usar la "tecnología" de antaño, esa que no resuelve los problemas, pero con un apaño permite seguir adelante. Su mas brillante exponente son las anteojeras, no te dejan mas que ver el siguiente paso a dar, no puedes entretenerte con el paisaje, ni con lo que estar por venir. Única y exclusivamente puedes visualizar lo que toca en cada momento y así, sin distracciones, tal vez llegue a fin de mes y entonces veremos …Soy victima de la gripe D, la del desanimo.

Juliki (ingresado y en aislamiento)

domingo, 11 de octubre de 2009

Prestamo pasajero


Hoy que escriba otro por mi ...

Despues de media vida tengo la impresión de no haber avanzado, a menos que se llame progreso a la resignación.

John Cheeves.


Juliki (con sustituto)

jueves, 8 de octubre de 2009

Vivir a la carrera



Cada día valoro mas la posibilidad de disfrutar de los momentos de calma, que en raras ocasiones nos obsequia la jornada. La lectura sosegada, el paseo reflexivo y la charla calma, son mis momentos predilectos. No obstante si tuviera que seleccionar solamente una acción como exponente del placer supremo, no dudaría ni un segundo en enunciar como tal el anodino, vulgar e ineludible acto de miccionar. No, no tengo el día escatológico, pero no me negareis que cuando uno lleva un largo rato meándose, intentando accionar esos misteriosos músculos para que retengan el caudal rebosante que amenaza con liberarse y por fin el baño queda libre, la alegría nos embarga. A continuación, la contemplación de la taza dispuesta a recibir ese chorro calido que nos desborda, es el preámbulo del gozo; solo empañado por la resistencia del puñetero pantalón que se resiste a descender. Después llega la liberación, esa sensación placentera se consuma y uno casi llega a ser feliz.
He de reconocer que ese momento el deleite dura poco, en seguida es sustituido por la incomoda sensación de " Cuando va a acabar esto" que pasada la urgencia nos devuelve a nuestra impaciencia habitual.
El otro día, en uno de esos paseo en los que mi mirada y pensamientos vagan libres, fui testigo de una situación que me hizo reflexionar. Parada de autobús, madre e hija de apenas dos años, esperan la llegada del vehiculo municipal que a buen seguro las conducirá de vuelta a casa. De repente la niña, que parece inquieta, cuchichea algo a su madre que no alcanzo a escuchar.
- ¿No te puedes aguantar? Replica la madre.
La criaturita mueve de la cabeza a ambos lados de manera reiterada y con una insistencia tal, que no deja espacio a la duda.
Un rápido vistazo a los alrededores, para localizar un árbol próximo donde la madre diligentemente sitúa a la niña en posición, y la mantiene en volandas mientras el chorro describe una curva hasta el alcorque. Allí la orina se fusiona con la tierra, aportando el tan preciado nitrógeno de liberación lenta en forma de urea, que el árbol, sin duda, agradecerá en el futuro.
Pero hete aquí, que antes de que la tarea se complete con éxito, el infortunio en forma de autobús, hace su aparición. La madre reacciona rauda, a la carrera arrastra a su retoño y avanza hacia la puerta delantera que se abre. La mano libre saca el billete del bolso, lo lleva a los labios donde queda apresado y a continuación desciende para subir las bragas de su criatura. El reguero de pis las acompaña hasta casi el primer peldaño, donde la tela de la ropa interior y tal vez alguna reprimenda, lo colapsan. La niña mira hacia arriba boquiabierta, supongo que sin entender aun la causa de tantas prisas y, sobre todo, perpleja ante la nueva realidad que la lleva de vuelta a casa con esa incomoda sensación de humedad que te acompaña cuando te has meado encima.
Una vez mas los placeres de la vida se ven truncados por el ritmo acelerado que absurdamente nos imponen, incluso en la mas tierna infancia, cuando la vida es aun, un nuevo juego por descubrir ...

Juliki ( en busca del placer perdido)

miércoles, 7 de octubre de 2009

Realidad hostil



Empiezo a estar cansado de mi estado de extrema languidez. Creo que es suficiente por el momento. Hoy no toca lamento, ni queja; mañana ya se verá. Volviendo del trabajo me atajó un aguacero y eso siempre refresca mis carencias y alivia mis tristezas.
Hoy toca hablar de mi hermana, de sus últimas peripecias. Muchos son los que comentan nuestro gran parecido físico, a mi no me lo parece, pero no puedo negar que la genética común y los años de educación compartida nos han generado comportamientos similares y formas de afrontar la vida semejantes.
Mi hermana, preocupada por su salud, decidió hacer algo mas de ejercicio; y para ello se plantó en su junta municipal. Allí la informaron que para los sábados, únicamente quedaban clases de defensa personal. Sin tener muy claro en que consistían, decidió apuntarse, porque algo mas de ejercicio haría que estando en el sofá. Fue a su primera clase con la mente abierta y dispuesta a aprovechar al máximo la oportunidad. Tras un calentamiento con carreras y ejercicios varios, el profesor invitó a los asistentes a colocarse por parejas para iniciar la explicación de ejercicios mas específicos de "defensa".
El compañero de mi hermana se presento:
-"Hola me llamo Manuel Jesús y he venido al curso a aprender a matar"
Mientras mi hermana confusa, intentaba analizar la situación, pudo oír como, al fondo, el profesor indicaba el primer ejercicio.
-"Hay que coger del cuello al compañero, solo marcarlo, sin presionar...
Imagino las ganas de salir corriendo que mi hermana experimentó en ese preciso instante, pero como, aunque pequeñita (poco mas de 1,60 m.) es aguerrida; aguanto el tipo y realizó junto a Manuel Jesús los primeros ejercicios, que además del apretón en la yugular, incluyan retorcer el brazo de manera algo mas intensa que una simulación y alguna otra lindeza similar.
Aliviada escuchó como el profe indicaba una rotación de parejas y aprovechó la ocasión para coincidir con la única otra moza que había en el curso. Rosa María, que así se llamaba la susodicha, tuvo a bien comentarle también sus expectativas sobre el curso:
-"Pues yo tengo bajo la ventana cada día unos tipos que estan todo el rato bebiendo, fumando marihuana y dando voces. Le dije a mi marido que bajara a ponerles las pilas, pero como no me hace caso me he apuntado al curso y ya bajaré yo cuando controle a romperles las piernas"...
Creo que las neuronas de mi hermana se colapsaron, resistió cual zombi el resto de la sesión y al concluir fue directa a conversar con el monitor.
-Disculpa, espero que no te lo tomes a mal, pero no tengo intención de volver. No se lo que esperaba, pero no era esto ...
-Mujer, date otra oportunidad, vuelve el próximo día y vemos ...
- Mira, es que me parece que la gente no viene aquí con intención de aprender defensa ...
- Si, bueno es cierto que tus compañeros son algo nerviosos ...
-¿Agresivos querrás decir?
- En fin, las tensiones, la adrenalina ...
Perdóname, pero soy ya bastante mayor para perder el tiempo y arriesgarme a que me algún "nervioso" me haga daño. Disculpa y gracias por tu comprensión.
Mi hermana tiene un problema, como yo; nos equivocamos, no estamos preparados para la vida moderna y en ocasiones, nos olvidamos que para una gran mayoría, la mejor defensa es un buen ataque ...

Juliki (a la defensiva)


lunes, 5 de octubre de 2009

Sucumbir a la espera



Somos motas de polvo que se pierden en un día de viento. Algo insignificante, apenas visible, una nadería pensante que en la mayoría de las ocasiones desaprovecha su potencial. Aislado tal vez uno pueda acabar en ojo ajeno y generar incomodidad, molestia, fastidio... poco mas.
Un conjunto de motas mecidas por el viento se constituyen en tormenta de polvo; si el viento arrecia pueden llegar a levantar remolinos a generar un vendaval... A su paso todo cambia, se trasmuta, se renueva.
Si, es cierto que en el tránsito hay bajas; al abandonar el refugio uno queda expuesto, desnudo. Algunos granos sucumben en el trayecto, es el precio que hay que pagar por derruir lo viejo …
Estoy sentado en la silla frente al ordenador, busco el viento, mi viento. Ese impulso ignoto que me transforme de partícula insulsa a tornado de ilusión, a huracán de esperanzas, a tifón de proyectos, a ciclón de vida.
Espero, la brisa no llega. Ese debe ser el error, aguardar sin hacer nada; quizás sea preciso salir fuera, ir en su busca; y encontrar, a ser posible, una ráfaga amiga que ayude con su aliento, con su soplido iniciador …

Juliki ( sin brío)

domingo, 4 de octubre de 2009

Palabras que huyen


Empecé el nuevo mes, sin el control sobre mis actos; sumergido nuevamente en la vorágine de ese suma y sigue que devora los días iguales sin demora. Me alejé de las palabras para ver si ello favorecía el aclarar ideas, el recuperar fuerzas y retomar el rumbo; el resultado no es mas que un sumirse de nuevo en la desesperanza.
¿Donde quedan esas energías que me permitían antes reactivar mi vida tras un traspiés? ¿Donde huyó aquella fuerza de voluntad que me alentaba a cambiar el mundo? ¿ Y la resistencia de antaño, a que ha quedado reducida?
Sigo siendo yo pero en mi peor versión: aturdido,desteñido, variable, desganado...
Me siento una vez mas a planear el mañana, sin disfrutar el presente y carente de ilusión por el porvenir. Simplemente por enfrentarme a mi pasividad, por no seguir sentado sin actuar; pero sin convición
La melancolía se aferra a mi, quizás como preludio de ese otoño que siempre me hace amarillear las hojas, antes de perderlas; que me retrotrae a mi encierro solitario adolescente, a esa introversión que no acaba de independizarse y que me convierte a ratos en asocial y huraño
Esperemos que no quede sepultado bajo el peso de mi propia muda otoñal ...

Juliki (mohíno)