martes, 20 de octubre de 2009

Confusa evocación


Hoy el día se transformó paulatinamente, fue oscureciéndose hasta que la lluvia hizo su aparición. De nuevo tiempo gris. No es que los días anteriores con su sol y sus luces fueran menos grises. No. A veces, la luz no determina el color, el color sale de uno, de su interior.
Camino por Lavapies con los ojos abiertos, aunque la tos y la fiebre me inciten a levitar hasta casa a meterme en la cama. Miro el paisaje; los soportes para las cámaras de vídeo vigilancia han hecho su aparición, un negro se acerca sigiloso a un chavalín de 6-8 años y le tapa los ojos, predisponiéndole al juego de adivinar.
- Chocolate, eres tu seguro.
- ¿Como lo has sabido?
- Es que apestas a chocolate.
Me imagino una taza humeante de rico cacao, su aroma me invita a la somnolencia, a una paz interior que hace tiempo que perdí. Sigo mi camino deleitándome en su fragancia, con su textura suave y ligeramente espesa, siento el calorcillo que emana de una taza de chocolate recién elaborado ...
Mi sueño se difumina, la fiebre me ha nublado el entendimiento. La frase retorna a mi cabeza "Apestas a chocolate" ¿Que chiquillo de esa edad renegaría de tan goloso olor?
Estamos en Lavapies, aquí el "cacao maravillao" es de otro tipo. Claramente debería estar en la cama ...


Juliki (enfermo de cuerpo y mente)


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