jueves, 29 de octubre de 2009

Escisión de personalidad



Hoy perdí el control; fue solo un instante, pero suficiente para dejarme ese regusto amargo que queda cuando algo burla la propia voluntad, desatando el instinto animal que permanecía aletargado. Suelo ser racional, demasiado en ocasiones, por eso ese arranque visceral me sabe aun peor.
Es cierto que a lo largo de esta semana, he revivido cada mañana la misma indignante situación, como en esas pesadillas en las que uno queda atrapado y todo forma parte de un bucle infinitamente reiterado que no parece ir a parar jamás; pero no valen excusas.
Era temprano, mi cuerpo empezaba a desentumecerse y estaba a punto de llegar al trabajo. Solo un semáforo y 50 metros me separaban de mi destino.
Allí estoy yo, miro fijamente el muñequito rojo en posición de firme, le veo desaparecer y ser sustituido por el otro mas saleroso de color verde. Comienzo mi avance, con la precaución de acompasarlo con un prudente giro de cabeza. Empieza a funcionar el bucle, como el Lunes, el Martes y el Miércoles la historia se repite. Un coche se me echa encima, reculo raudo y entonces algo cambia. La imagen repetida en los días anteriores de echar un paso atrás, levantar los brazos y protestar airado, se distorsiona, se transforma ...
De repente tras el paso atrás, mi cuerpo se balancea, dejo todo el peso en la pierna izquierda y como un resorte perfectamente engrasado ajeno a mi, mi rodilla derecha se flexiona, proyectando mi pie hacia delante.
¡Brum! El sonido del choque me devuelve la consciencia. El coche pita y frena. Yo me encuentro expectante, con los brazos en jarra y de espaldas al sentido del tráfico, como desafiante y me pregunto que cojones espero para seguir cruzando. No se muy bien que ha ocurrido.
Lo analizo. Es sencillo, y aunque no tengo consciencia de haber dado la orden desde mi cerebro, acabo de patear la puerta lateral trasera de un coche en movimiento; el enésimo coche del año que se salta el semáforo y me obliga a retroceder para salvar el pellejo.
El coche arranca y termino de cruzar. Me enfado con mi acción y me recrimino: Tío, estas trastornado por reaccionar así , podrías haberte hecho daño, no esta bien responder con violencia ...
Una frase cruza mi mente "Solo la violencia ayuda, donde la violencia impera" me espeluzno con solo pensarlo. Meto la llave en la cerradura y vuelvo a ser yo, dueño de mis actos, dispuesto a comenzar la jornada laboral, pero sin poder olvidar lo ocurrido.
Solo espero mañana, cuando este sentado en la cama dispuesto a calzarme, poder seguir siendo yo. Sería terrorífico caer nuevamente presa de ese otro yo que hoy surgió de los abismos de mi consciencia, y descubrirme atándome las botas con puntera reforzada de acero, para quien sabe que ...

Juliki (y su Mr Hide)

No hay comentarios:

Publicar un comentario