lunes, 5 de octubre de 2009

Sucumbir a la espera



Somos motas de polvo que se pierden en un día de viento. Algo insignificante, apenas visible, una nadería pensante que en la mayoría de las ocasiones desaprovecha su potencial. Aislado tal vez uno pueda acabar en ojo ajeno y generar incomodidad, molestia, fastidio... poco mas.
Un conjunto de motas mecidas por el viento se constituyen en tormenta de polvo; si el viento arrecia pueden llegar a levantar remolinos a generar un vendaval... A su paso todo cambia, se trasmuta, se renueva.
Si, es cierto que en el tránsito hay bajas; al abandonar el refugio uno queda expuesto, desnudo. Algunos granos sucumben en el trayecto, es el precio que hay que pagar por derruir lo viejo …
Estoy sentado en la silla frente al ordenador, busco el viento, mi viento. Ese impulso ignoto que me transforme de partícula insulsa a tornado de ilusión, a huracán de esperanzas, a tifón de proyectos, a ciclón de vida.
Espero, la brisa no llega. Ese debe ser el error, aguardar sin hacer nada; quizás sea preciso salir fuera, ir en su busca; y encontrar, a ser posible, una ráfaga amiga que ayude con su aliento, con su soplido iniciador …

Juliki ( sin brío)

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