domingo, 25 de octubre de 2009

Ídolos en derrumbe



Hoy querría hablar de mi padre, aunque no se de cual de ellos. No, no es que no tenga claro quien es, mal pensados; ni tampoco que sea adoptado (no me consta serlo). No se si hablar de mi padre, tal y como es ahora, o de aquel que se mantiene en el recuerdo de mi infancia y juventud. No estoy flipando, aunque la gripe que me invade, me tenga abotargado; lo que ocurre es que ambos son personas distintas, muy distintas ...
Uno tiende a fabular su historia, a adornarla y convertir en héroes a las personas que admira cuando aun esta intentando convertirse en un proyecto de adulto, de persona. De mi padre siempre admiré su honradez, su sentido de la justicia, tu tesón en el trabajo; quizás no fuera culto, ni listo, ni excepcional, pero se entregaba al 200% en lo que hacia.
De un tiempo a esta parte mi padre es un espectro, la sombra del que fue. Desde que se jubiló parece haber ido perdiendo fuelle paulatinamente; su mundo se ha reducido y su vida parece ser un subsistir y punto. Comer, dormir y alguna rutina mas a la que le ha obligado la enfermedad de mi madre y que realiza mecánicamente, como por obligación. Cualquier pequeño problema le bloquea y parece incapaz de actuar; eso unido a una frase que repite constantemente cuando se le intenta incentivar con algo, me preocupa sobremanera: "Yo ya no quiero aprender nada".
La piel se me eriza con solo pensar en su significado, en lo que realmente me trasmite: Resignación total, derrota, desgana, pereza, abatimiento, ausencia de ilusión ....
Es cierto que esta mayor, tal vez senil. Sus 78 años, le permiten con creces engrosar el listado de los ancianos, pero después de toda una vida de sacrificio de lucha, de sufrimiento, Ahora que podría disfrutar de la vida, renuncia a ella.
Es fácil criticar a los demás, aunque se haga desde el cariño absoluto. ¿que seré yo cuando ronde su edad? ¿en que o en quien me habré convertido?
Miro mis últimos meses y me asusto, me pareciera que mi vida se encamina a algo similar. Es cierto que aun quedan retazos de rebeldía en mi vida, que las ganas de aprender siguen intactas y que el abatimiento y la desilusión son pasajeros, pero aun así existe una tendencia. Dos cosas nos diferencian aun: La primera soy consciente de mi situación, la segunda no me resigno a que esa tendencia se cumpla.
Vuelvo la vista atrás, recuerdo al tipo que en las huelgas de la EMT corría delante de las porras y de las pelotas de goma por defender sus ideales y derechos, que me llevaba a dar largos paseos por el campo, aquel junto al que cogido de su mano grite siendo un criajo: La Vaguada es nuestra ...
De el aprendí gran parte de lo que soy; a no tirar la toalla y a dar lo mejor de mi. Por eso, aunque ahora el no sea el de antes, sigo mirándole orgulloso, porque uno es su bagaje completo mas allá de su situación puntual.

Juliki ( con admiración )

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