viernes, 15 de mayo de 2009

Espejismos urbanos



Las cosas no siempre son lo que parecen. Lamentablemente solemos pasar por ellas sin prestarles la atención que requieren. Transitamos demasiado deprisa por los acontecimientos de nuestra vida como para detenerlos a observar los detalles. La enfermedad tiene esa ventaja, dentro de la desventaja, cambia el tempo de nuestra existencia. La fragilidad nos convierte, quien sabe si por miedo a un daño externo adicional, en observadores compulsivos de nuestro entorno inmediato. Así es como uno descubre que el barrio gris en que habita tiene un colorido especial, o que esos ruidosos vecinos que invaden las calles, son portadores de risas y alegrías ... o que una simple farola encierra en realidad al genio de la lámpara. Solo queda ahora trepar hasta ella, frotarla y pedir los tres deseos sin equivocarse. Yo pido recobrar la ilusión ... ¿Y tu?


Juliki (¿febril o visionario?)

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