jueves, 21 de mayo de 2009

Rescatado del olvido III



Hay historia reales que parecen inventadas pero no lo son. Hace varios años la tía de mi ex, una señora mayor y conservadora vivió una experiencia que a buen seguro nunca olvidara.
Como otros muchos días subió al autobús y ocupo su asiento, no le gustaba ir junto a la ventanilla y se situó en el lado del pasillo. El trayecto transcurría con normalidad, los pasajeros subían y bajaban y ella cansada de hacer punto se dedico a observar las idas y venidas del personal. En una de las paradas observo con desagrado como un jovencito de aspecto desaliñado, pelo en punta y montones de imperdibles, candados y chapas en su indumentaria subía al autobús. Se acerco a ella y sin pedir permiso la arrollo y se dejo caer en el asiento libre junto a la ventana, ella se maldijo por su mala suerte, pero el autobús estaba lleno y no había otro asiento disponible donde cambiarse para alejarse de el.
Hastiada de la compañía y de la excesiva proximidad de ese desagradable ser con el que compartía asiento y que llegaba al contacto cada vez que el conductor aceleraba o pillaban algún bache, decidió mirar la hora para saber si llegaba con tiempo de ver en la tele su culebrón favorito. Espantada se palpo la muñeca para descubrir que su maravilloso reloj de pulsera había desaparecido. La seguridad invadió su cuerpo, estaba claro lo ocurrido, aprovechando los vaivenes del autobús, el desarrapado de al lado le había sustraído el reloj.
Dudo unos segundos si montar una escandalera acusando públicamente al individuo del robo, pero quien sabe si su instinto de autodefensa o la proximidad de su parada que se acercaba, la apremiaron a una inusual reacción.
Metió la mano en el bolso, saco de el las dos agujas de punto y con certeza y decisión, no exenta de discreción, las apoyo contra el corazón del punki que dormitaba en el asiento contiguo. Dame inmediatamente el reloj desgraciado y deposítalo en mi bolso sin rechistar o te ensarto como a un pincho moruno, susurro al ladrón. El punki saliendo de su letargo la miro a los ojos y sin mediar palabra obedeció, con una mueca de sorpresa y diversión.
La señora toco el timbre se levanto y cuando las puertas se abrieron bajo rápidamente , se dirigió paseando a casa mientras aliviada resoplaba para liberar la tensión. Iba excitada y orgullosa, porque había resuelto una situación violenta y estaba deseosa de contar su hazaña a las amigas, que a buen seguro aplaudirían y vitorearían su valor para recuperar lo que era suyo ¡ Y además sin llamar la atención! En estos pensamientos se hallaba aun cuando llego a casa y como era su costumbre se dirigió al dormitorio para ponerse sus cómodas zapatillas que a buen seguro darían un respiro a sus maltrechos pies. Mientras se descalzaba sentada sobre la cama, su mirada despreocupada vago por la habitación hasta detenerse en la mesillita de noche. Allí, inerte e inmutable, un reloj de pulsera marcaba el lento paso del tiempo. Su mandíbula se descolgó mostrando un gesto de horror mientras un grito de espanto salía de su garganta. Aun descalza se abalanzo sobre el reloj que descansaba en la mesilla, comprobó que era el suyo y se dirigió corriendo a la entrada donde había dejado el bolso, lo volteo y dejo caer su contenido sobre el sofá. Así pudo observar atónita y horrorizada como en el centro de todas sus cosas un mugriento reloj con una A de anarquía pintada en la correa descansaba en su nueva morada.
Lo mejor de la historia, aparte de la moraleja sobre los prejuicios es imaginar al punki días después contándole la historia a los colegas … Tronco no te vas a creer lo que me paso el otro día, iba yo to pedo, me subo al bus y me quedo sopa y en esto que va la vieja de al lado me trinca las agujas de punto y me las pone en el pecho, que hasta me dejo marca y todo y me dice que la de el peluco. ¿Y que hiciste tron?
Flipe, con el colocón que llevaba la mire a los ojos y te juro que vi la muerte en su mirada, asinque se lo di y me volví a quedar dormido, joder hasta pensé que lo había soñado . ¡Lastima de peluco que estaba dabutin !…
La vida es relativa y tendemos a prejuzgar por las apariencias. Lo distinto no tiene porque ser malo y uno no siempre lleva la razón, aunque nos parezca lo contrario …

Juliki (ex-gris)

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