miércoles, 6 de mayo de 2009

Mariposas en el estomago



Recuerdo cuando te conocí. Estábamos en el Centro de Ciencias Medioambientales, yo estaba teniendo un mal día. Me habían echado la charla sin motivo y estaba poniendo a punto un aparato para una técnica que tenia la certeza que nunca se usaría. Apareciste de repente como salida de la nada.
-¿Te tomas un café?.
Salí de mi concentración de rumiante y te mire sorprendido. Apenas habíamos hablado hasta entonces, intercambiábamos saludos por las mañanas y creo que cruzamos alguna que otra palabra en una reunión de becarios.
Tendría que ser una infusión pero estoy liado con esto ...
-Vale, no importa adiós.
Saliste disparada y en contra de lo que suele ser habitual en mi, reaccione y salí tras de ti.
-Espera, dame un minuto que apago esto y vamos.
-No, es igual. No quiero molestarte.
Insistí y acabamos en el kiosco de la entrada. Charlamos de nuestras desgracias de becarios, estabas desmoralizada con tu situación y yo hice eso que se me dan tan bien: Te enumere todas las cosas positivas de tu posición de "precaria", con toda esa sarta de argumentos que tiene el que se sabe la teoría, aunque luego sea incapaz de llevarlo a la practica sobre su propia persona. Volvimos al trabajo y el resto de la mañana tuvo otro sabor ...
Al día siguiente al entrar en mi laboratorio había una rosa preciosa sobre mi mesa. Me asuste. Joder, menudo marrón, pensé. ¿quien coño se ha equivocado de mesa y ha dejado esto aquí? Tranquilo chaval, son las 7:00 de la mañana y hay una nota; vemos para quien es, se lo dejamos en su mesa, nadie se entera del error y todo solucionado.
Abrí la nota y me tuve que sentar; la mandíbula se me descolgó. No había error. La nota era para mi. La rosa también ...
Nunca nadie antes me había regalado flores. Creo que fue en ese preciso instante cuando descubrí que en el estomago, además de lo que comemos y los jugos propios del lugar, uno puede a veces sentir el revoloteo inquieto de las mariposas que habitan en el.
Sabia que tu tenías pareja y yo venía herido de mi relación anterior (me dejaron por ser demasiado "majo"); no quería otra relación, me había resignado a ser el solitario amigo de la humanidad. Estaba decidido, acababa de nacer una linda amistad. No fue así; las mariposas revolotearon con insistencia y al final acabamos juntos.
Ha pasado mucho tiempo desde aquello, he vivido muchas cosas a tu lado. Tu me hiciste creer en mi mismo, con esa ilusión desbordante y contagiosa que despliegas cuando algo te emociona. A tu lado volví a crecer. Desde entonces las mariposas han habitado mi estomago. En ocasiones parecen no estar, pero simplemente en su ciclo de la vida, se convierten en gusano para volver a eclosionar, nuevamente como lindas mariposas.
Se que la felicidad no existe como tal. Se puede estar feliz de manera puntual, pero no se puede serlo. El secreto esta en intentar estarlo a menudo. A veces no es fácil, pero me gustan los retos difíciles y aunque normalmente no te dejas, continuo empeñado en intentar "hacerte feliz", aunque sea a ratos. En ocasiones te miro sin que te des cuenta y me parece atisbar que voy por el buen camino, se que no puedo relajarme, pero creo que al final si me dejas, podemos ir estando felices juntos...
Hoy cumples nuevamente 17, la edad eterna de los que son capaces de contagiar y hacer sentir a otros el revoloteo de las mariposas en el estomago.
Gracias por compartirlo conmigo y dejarme caminar a tu lado.


Juliki (con revoloteo)

2 comentarios:

  1. Jo, : ) que bonito, de mayor seré como vosotros;
    estoy segura que lo conseguiré.

    monicaco

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  2. ... me he quedado con los ojillos inundados... es bueno quelas personas maravillosas estén juntas, y permanezcan así.Ojalá que podamos compartir vuestra ilusión muuuucho tiempo y aprender de esa llama incombustible

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