viernes, 7 de septiembre de 2012

Mamoneos de ayer y hoy



Ayer mientras comía me atraganté. No fue que la comida se me fuera por mal sitio. No. Fue culpa de la radio que andaba encendida, o mejor dicho, del comentario que un individuo, que nunca llegará a ser persona, hacía de una noticia.
El susodicho, con dos cojones, defendía públicamente que cada mujer se pagara sus mamografías por considerarlas casi, casi como un capricho, un artículo de lujo.

Las probabilidades de que me tenga que realizar una mamografía, por mi condición de hombre, son mininas, pero me parece una barbaridad que alguien justifique que una mamografía no es esencial y por lo tanto defienda que no deba permanecer dentro de lo que se considera asistencia sanitaria básica. Si empezamos así, prescindiendo de ellas, de la rehabilitación, de las prótesis..., ¿qué vendrá luego? Tal vez no merecerá la pena curar las enfermedades y será mejor rematar al que contraiga algo; total, hay suficiente mano de obra para sustituirle y sale más barato.

Ha costado mucho llegar donde estamos. No a nosotros que nos lo dieron casi todo hecho. A nuestros padres, a nuestros abuelos y a todos los que les precedieron para que ahora retrocedamos y volvamos a ese quién pueda que se lo pague y el que no que se joda.

Voy a confesarlo todo. Me atragante porque de mi boca salió una lindeza que escuché de pequeño y no pude evitar pronunciar. La frasecita, que es una autentica pasada, reza así: hijo de puta, mal cáncer te entre en el culo y cuanto más corra más te duela y si te paras revientes.  Vale que es una burrada desearle eso a nadie; vale que si ese individuo la palmase nada cambiaría ya que, por desgracia, a otro con similares ideas se le llenaría la boca con ese tipo de afirmaciones. Yo lo admito, me pase diez pueblos, pero no me arrepiento. Quizás es que ha llegado el momento de dejar de ser indiferente, de que queden impunes ciertas palabra, de que ninguna agresión quede sin respuesta. Ese tipo de ideas, las del politicucho que intenta hacer recortes anteponiendo la economía a la vida, no pueden ser el futuro al que aspiramos, porque huelen y saben al pasado del que pretendíamos huir.

Mi barbaridad, siéndolo, es del mismo orden de magnitud que su comentario. Por eso, aunque han pasado varias horas y he tenido tiempo de repensármelo, me sigue viniendo a la boca el mismo exabrupto cuando recuerdo sus palabras. Y sigo sin arrepentirme porque, uno, aunque esté encerrado en un pozo, aún respira, siente y aspira a otro tipo de vida.

Juliki, con la cresta despeinada

1 comentario:

  1. En tiempos difíciles, es cuando las bestias muestran los dientes...

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