jueves, 16 de febrero de 2012

Acunar las horas


La semana pasada, por primera vez en mucho tiempo, alguien que conozco encontró trabajo. Llevaba meses escuchando aquí y allá la cantinela de la crisis, oyendo que la empresa de un conocido cerraba, que a otro amigo le habían despedido...
Me alegré mucho, aunque reconozco sentí algo de sana envidia. La envidia no era porque él encontrara trabajo y yo no, fue porque él tiene una profesión que le ha permitido encontrar trabajo: es cerrajero. Yo en cambio tengo un título de químico que realmente, en los tiempos que corren, es papel mojado. Supongo que equivoque mi destino estudiando una carrera y no aprendiendo un oficio manual de los de toda la vida, que en el fondo pegan más con mis inquietudes y mi forma de ser. Eso ya no puede cambiarse. Por otro lado soy como soy por el camino que he recorrido; si hubiera tomado el desvío de la Formación Profesional a lo mejor no estaría escribiendo esto. De nada vale lamentarse y aunque la reforma laboral solo augure condiciones más penosas y trabajos de mierda me sigue gustando trabajar. ¿Algún puesto libre?


Juliki a la espera

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