domingo, 21 de noviembre de 2010

Utilidad cuestionable


Soy de ciudad. Tal vez por eso en ocasiones me descubro deleitándome con la observación del mobiliario urbano.
Me impresionan sobre manera la variedad de tipos y estéticas de las farolas, mas aun cuando sin motivo aparente se produce su frecuente renovación sin que la iluminación de las calles sufra una mejora aparente con los nuevos modelos incorporados.
Los paneles de recogida de pilas no dejan de asombrarme por lo reducido del habitáculo para depositar las pilas, que suelen sobresalir por la minúscula abertura y choca frente el amplio espacio dedicado a la publicidad. Tal vez lo importante no sea reciclar.
Sobre los contenedores de papel, vidrio y plástico solo puedo mostrar sorpresa por la movilidad que manifiestan tan mastodónticas estructuras que con frecuencia cambian de ubicación y le obligan a uno a pastorear con sus bolsas de reciclados hasta sus nuevas localizaciones.
Pero entre todos los que mas fascinación me ocasionan son los pivote, bolardos y similar. Esas estructuras cuya finalidad originaria supongo debe ser evitar que los coches se suban a la acera, proliferan por doquier. Mi atracción hacia ellas reside fundamentalmente en su variedad de formas y tamaños. Digo yo que para impedir que los coches suban a la acera un único modelo sería más que suficiente para dificultarles dicha infracción. Por eso llevo años analizando y sufriendo los bolardos hasta llegar a descubrir la autentica finalidad de los mismos. La única razón de ser de dichas estructuras no es otra que lesionar peatones y reducir así el número de viandantes que pululan por la ciudad dificultando la libre circulación de los automóviles. Podría ser una deducción caprichosa por mi parte, pero a las pruebas me remito. ¿Quien en un descuido no ha sufrido la acometida de alguno de estos elementos ocasionándole un moretón o dolencia en alguna parte de su cuerpo?
Los hay para todo tipo de lesiones. Estan las bolas a ras de suelo ideales para amantes del futbol despistados que se decidan a patear el balón y destrozarse el tobillo. También estan los bajitos traicioneros que atacan a la tibia dejando las espinillas mas que maltrechas; los intermedios de tendencia rotuliana que acechan las rodillas dispuestos a que el menisco sufra sus consecuencias. Y como no, esos otros, los antibaby, cuya altura deja sin posibilidad de descendencia al mas pintado. De momento solo existe la modalidad aplastahuevos, aunque no descarto que algún día incorporen cuchillas facilitando la castración del despistado.
Últimamente han aparecido dos modelos mas, de mayor altura, tal vez para autobuses, que de momento me he abstenido de probar. El primero a la altura de la cintura, ideal para caderas de jubilados y pensionistas y otro más alto tal vez para partirte el pecho y no precisamente de risa.
Se que deben existir más teorías, tantas como tipos de bolardos, pero estoy seguro que ninguna es capaz de explicar la utilidad de todos ellos. La mía era casi perfecta hasta que hace unos días encontré una nueva disposición, la de la foto. Definitivamente, pensé, los bolardos festejan algo jugando al corro de la patata, tal vez su dominio de la ciudad.
Peatones estad alerta, los días de pasear alegremente por la calle llegan a su fin...

Juliki (magullado, que no ileso)

4 comentarios:

  1. ... Amigo mio, tienes mas razón que un santo! la vida del peatón es muy dura, yo he sido victima de castañazos tobilleros y deslices al estilo Gene Kelly, en mitad de un paseo con mucha gracia que hay en mi ciudad, con baldosas estilo modernista... que algunas se mueven y se vuelven con el contrapeso. Una de ellas se comio mi tacón y con la inercia de mi paso (que no es lento),pues eso, que me caí de morros. Y, cuando me levante, el modelito ya no era el mismo. Un señor muy amble me ayudo, y me dijo: nena, denuncia al ayuntamiento, yo te are de testigo, y de lo que saques, vamos a medias.
    ¿que te parece?

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  2. Con humor defiendes a los humanos peatones frente a esas estructuras de nombre medieval, los "bolardos".
    Reí con ganas.
    Pero...¿Qué me dices de los limitadores de velocidad elevados?
    Enemigos petreos de los humanos conductores y sus vehículos.
    Algunos recuerdan por sus dimensiones a los pequeños bunkers de algún pueblo costero.
    ¿Celtiberia show?

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  3. Sobre los limitadores de velocidad elevados, no puedo pronunciarme, soy peatón. A simple vista creo que el Ayuntamiento y los talleres de reparación de bajos de coche deben ir a medias, de ahí su altura.

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  4. Te deseamos lo mejor, ya lo sabes, pero necesitamos tus sabanas, para alimentarnos
    2011 besos

    http://vivalasopa.blogspot.com/2011/01/feliz-enero-2011.html

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