jueves, 10 de octubre de 2013

Sin el bálsamo del currarás


Fin de ciclo. Una línea más en mi ecléctico currículum. Y de nuevo esa pregunta que acecha al despertar cada mañana. ¿Ahora qué? Repaso mis intentos por reinventarme: de estudiante a químico, de químico a malabarista, de malabarista a tendero, de tendero a estampador, de estampador a desempleado de larga duración, de desempleado de larga duración a esclavo, de esclavo a desempleado por un breve lapso y, dentro de dos meses, si un curro milagro no lo evita, desempleado con cero ingresos.

La desesperación debería estar acechando y, con la puta Navidad por medio, debería estar subido a la lámpara con las pulsaciones a mil y el miedo provocándome las cagarrinas de la muerte. Curiosamente no es el caso. Hay inquietud, algo de preocupación, pero no el pánico de meses atrás.

Trabajar ha tenido un efecto balsámico. He rescatado sensaciones que sin curar el mal han servido para atenuar los síntomas del desempleo. He vuelto a sentirme útil;  a tener ganas de que amanezca para afrontar la jornada; a salir cansado, pero contento de la labor realizada; a disfrutar trabajando; a recordar lo mucho que me gusta trabajar...

Durante cuatro meses y diez días he dado muchas vueltas en círculo. No solo la máquina giraba, también mi cabeza y mi vida se movían en ese círculo infinito intentando buscar una salida para el futuro. Por desgracia no hallé un sustitutivo, una poción mágica ni un nuevo empleo. Tan solo encontré una gotas de ilusión pasadas de fecha y un atisbo del Juliki que fui. De momento eso sirve para seguir adelante.

Este trabajo ha supuesto una ruptura, un abandono de esa dinámica en la que yo, a mis 46 años, me veía alejado del mundo laboral sin retorno posible. Sé que poco ha cambiado, que encontrar otro trabajo va a ser casi misión imposible, pero mientras daba vueltas, en cada uno de esos giros el suelo de la sala se pulía, se abrillantaba, marcando el único camino posible: seguir girando.

He alejado fantasma y miedos que, aunque no tardaran en volver, me permiten un respiro mental. Ahora toca intentar vivir sin, pero vivir libre.
Es curioso que alcanzar la libertad implique una perdida, que abandonar la condición de "esclavo" suponga una merma en la calidad de vida. Siempre hay algo peor que ser cualquier cosa por mala que parezca y es no ser. El desempleo te acerca a esa condición, a la nada, te anula. Para no recaer en ello toca buscar una medicina alternativa, un nuevo bálsamo. ¿Quizás escribir?

Juliki sin

1 comentario:

  1. Busca esa medicina alternativa, que la encontraras! Reinventarse siempre sorprende para bien. Por lo demás escribir es una buena opción. Saludos.

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