lunes, 6 de agosto de 2012

Subsidio por madrugón


El día empezó con esa lucha por arrancarme de la cama, con ese ejercicio de autoconvenci- miento un tanto demagógico de que algo podría cambiar y ser mejor, que utilizo para incorporarme a esto que llaman vida. Como soy cuadriculado los lunes, miércoles y viernes me he marcado salir a correr. Bueno, correr, correr, no. Es un sucedáneo casero que incluye un paseo hasta el Retiro y luego allí, durante diez minutos, arrastrar el cuerpo mientras la respiración se niega a acompasarse con el movimiento. El resultado es que llego a casa hecho una piltrafa, pero después de la ducha me invade una sensación de actividad pseudo-optimista e incluso a veces se me escapa un "No ha estado mal".
Hoy, en mitad del trote cochinero, con los pulmones pidiendo tregua y mis neuronas preguntándose porqué me empeño en venir a hacer esto, mis ojos se han fijado en algo en el suelo. Sin parar y sobre la marcha mi cuerpo se ha flexionado y en un escorzo, que dudo mucho pudiera repetir, mi mano ha aferrado ese algo y he seguido corriendo. Al abrir la mano un billete de diez euros algo embarrado estaba en ella. "Será falso", he pensado, quizás por eso de que uno cuando le pasa algo bueno siempre tiene tendencia a creer que no es real. Lo he guardado en el bolsillo, con barro y todo, y he seguido en mi irracional propósito de completar los diez minutos de carrera. Al terminar y cuando el aire volvía a entrar en mi cuerpo sin estertores ni aspavientos he comprobado que era un billete de curso legal. Aún no entiendo como en mi estado, en plena carrera y sin lupas (me quito las gafas para correr y no me preguntéis porqué), he sido capaz de detectar ese billete arrugado y sucio. El caso es que, en el camino de vuelta, iba pensando que era una especie de recompensa por madrugar cuando he visto en el suelo diez céntimos que también me he embolsado y, aunque suene a trola, en la puerta de mi portal cinco céntimos más me esperaban para completar mi retribución por el esfuerzo.
El resto del día ha sido una auténtica mierda y a estas alturas me asalta la duda de si no hubiera sido mejor quedarme en la cama y no haberme encontrado nada; pero como la vida tiene estas cosas y carece de marcha atrás, hoy me toca convivir un mal día. Subvencionado, eso sí.

Juliki sin ganas

1 comentario:

  1. jeje, al menos no te torturaste pensando e imaginando al pobre tipo que los perdió (yo lo he hecho las contadísimas veces que he tenido la fortuna de encontrarme un billete).

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