jueves, 12 de julio de 2012

Rayos de desesperanza


Llevo una semana dedicado a mi casa, tal vez algo más. Primero con la obra, sentado en la escalera atento a que los obreros arreglaran más que destrozaran; después, en esa inabarcable tarea de recuperar la normalidad, de limpiar ese polvo que se empeña en no dejarte solo, intentando devolver cada cosa a su sitio y encontrar eso que tan celosamente guardé para que no se rompiera y que ahora no tengo ni puta idea de donde quedó.

Mientras el mundo, fuera, ha seguido su curso, los mineros se dieron un baño de multitudes, pero regresan a casa como vinieron, sin esperanza. El gobierno ha recortado un poco más en ese suma y sigue ideológico que nos hace retroceder en el tiempo en derechos y salarios que no en impuestos y deberes. Es el mundo al revés. La evolución avanza para que vivamos peor, al menos, la inmensa mayoría. No seré yo el que se queje; aún estando en paro soy un privilegiado. No me falta un plato en la mesa ni un techo bajo el que guarecerme. Cierto es que he hecho los deberes, que no he vivido por encima de mis posibilidades, que he trabajado  para que así sea mientras me han dejado y que pretendo seguir haciéndolo cuando tenga ocasión. Pero no puedo evitar impregnarme de esa sensación que queda en el aire, de esa lucha para la derrota que los mineros, como símbolo de la resistencia, se niegan a admitir, pero que nos invade a todos.

Con la casa reordenada, sin excusas que me despisten llega la hora de afrontar realidades, de responder preguntas. ¿Y ahora qué? ¿Qué quiero hacer con mi vida?

Hay preguntas sencillas de respuesta complicada. Sea cual sea la respuesta que encuentre, espero regresar a casa como los mineros, que aunque su futuro sea tan negro como ese carbón que les robo media vida, aunque parezcan condenados a ser engullidos por el sistema y aunque se les niegue un futuro, hay algo que no podrán quitarles nunca: su dignidad.

Nos queda mucho por aprender y, a veces no es del que creemos que más sabe sino del que tiene más para enseñar. Que aunque parezca de Perogrullo, no siempre es lo mismo.

Juliki come back home

1 comentario:

  1. Muy cierto esto y muy lindo tener la certeza que siempre hay gente admirable de la que aprenderemos algo.

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