jueves, 25 de septiembre de 2014

Sondear el entorno


Cuando uno se sienta a analizar su situación no siempre resultan agradables las conclusiones a las que se llega. Puede ocurrir que uno acabe enfrentándose a realidades difíciles de digerir. He aquí algunas:

1-Tengo 47 años y es complicado, tirando a imposible, que el mercado laboral vaya a ofrecerme posibilidades de encontrar trabajo por cuenta ajena.
2-La solución en estos tiempos quizás resida en generar tu propio puesto de trabajo.
3-No soy un emprendedor, no tengo espíritu emprendedor, no sé si puedo llegar a serlo
4-Tengo claro que no puedo ni quiero arrancar un proyecto en solitario.
5-Algo hay que hacer. Pronto. Casi ya.

Llegados a este punto uno se enfrenta, quizás, a una ecuación irresoluble. Ese conflicto eterno entre querer, deber y saber. Debo hacer algo para cambiar el curso de mi situación laboral, quiero hacerlo, pero no sé qué ni cómo llevarlo a cabo. Mal comienzo.
¿Hay otras alternativas? Algunas quedan: esperar y resistir, infructuosamente me temo; que el boca a boca me proporcione un empleo, bastante improbable; que un mecenas que confíe en mí me monte un negocio brillante para que con mi trabajo incremente su capital, altamente ilusorio dado que no frecuento mecenas; y por último que me toque el euromillón, según mi hermana un imposible. A mí, a pesar del pesimismo de mi hermana, esto último me parece lo más viable, al menos mientras pueda permitirme seguir jugando de vez en cuando.
Intento buscar alguna opción más realista y tangible; es entonces cuando resuena en mi cabeza la voz del desconocido del bus a Sevilla y rememoro parte de la conversación que mantuvimos.

—Tienes que generar tu propia salida, reinventarte.
—Para eso hay que ser creativo y tal vez más joven.
—Tú lo eres. Mucho más de lo que piensas. ¿Hay algo más creativo que saber adaptarse a cualquier tipo de trabajo? Tú lo has hecho y varias veces. Además, tienes ganas de trabajar, te apasiona hacerlo. Eso acaba con cualquier supuesta limitación por motivos de edad.
—El problema que tengo es que no se me ocurre en que reconvertirme esta vez.
—Vale, no te bloquees y analiza las cosas sin negatividad, sin que todo sea de antemano un supuesto problema.
—Aunque no lo consideré un problema sigo sin saber que hacer.
—Vamos por pasos. Primero busca una idea.
—Ya lo he hecho, pero no encuentro ninguna que me motive o me dé confianza.
—Entonces busca ayuda. Usa la técnica del espejo.
—¿Cualo?
—Pregunta a amigos y conocidos en que te ven trabajando ellos. Ninguno va a dar la solución, pero sus comentarios pueden sugerirte ideas, contribuir a desechar otras… Seguro que te ayudaran a pensar con más claridad y criterio; podrás ver cosas que ahora ni te planteas: de ti mismo, de tus capacidades, de tus posibilidades…
—Y si nada de lo sugerido me convence.
—Estás negando la posibilidad antes de plantearla. Qué el pesimismo no te impida arrancar. No puedes abandonar antes incluso de empezar a actuar. Prueba, pregunta…
—Bueno, entonces el paso previo a encontrar la idea es preguntar a otros en que proyecto creen que puedo embarcarme.
—Eso mismo.
—Y ya que estamos ¿Tú en qué me ves?
—Buena pregunta. Ves como tu mente es más ágil de lo que piensas.
—Sí, pero no te escabullas y responde, ¿en que me ves trabajando? ¿Qué proyecto crees que puedo poner en marcha?
—Yo creo que te podrías dedicar a…

Juliki esperando tú respuesta

1 comentario:

  1. Te gusta el grabado y lo sabes hacer ¿no?...bueno, comento de metida que soy...saludos.

    ResponderEliminar