domingo, 10 de enero de 2010

Dilapidando una existencia



Quería cambiar el mundo y no fui capaz, me vino grande la tarea. Tal vez sería mas preciso decir que era un esfuerzo colectivo y, no supe o no pude encontrar con quien hacerlo.
Me restringí, me recluí en mi microcosmo y pensé que cambiando algo a mi alrededor sería suficiente; que eso podría repercutir en el mundo, aunque fuere a pequeña escala .
Erré de nuevo y cada vez me encerré mas y mas en mí. Así, llegó un momento en que los cambios no surtían efecto alrededor, ni tampoco dentro de mí. Entonces me limite a resistir, parapetado en mis miedos.
Pasaron los días y descubrí que quizás en eso consiste hacerse mayor. En perder ese ímpetu de juventud que nos hacía creer que todo era posible, en resignarse a que la vida no es lo que uno hace, sino lo que le pasa mientras intenta evitar que algo le pase.
Sé que el razonamiento es falso, sé que la vida es lo que uno esta dispuesto a vivir; que la resignación es solo un periodo en el que uno se refugia para lamerse las heridas, para curarse la pulmonía de vivir el día a día. Pero las enfermedades pueden hacerse crónicas y la convalecencia eterna. Es un riesgo que hay que sopesar ...
Nieva fuera. Mientras, en casa, a la espera de que el frío interior se diluya, guardo reposo. Con la esperanza de sanar, abandonar el letargo en breve y tal vez rejuvenecer …
¿De ilusión también se cura?

Juliki (asomado al mundo)

1 comentario:

  1. Quizás es cosa de la antena. Desde el lejano oeste me transporto a finales de los ochenta en blanco y negro, como en esta foto tan bonita. Estamos a punto de saltar. Casi con lágrimas en los ojos me viene esta evocación ¿Dónde queda?

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