miércoles, 29 de octubre de 2014

Espectadores sin voluntad


Vivimos ante una paradoja diaria. Tenemos la información más accesible que nunca y a la vez nuestro grado de desinformación es el más elevado. La cantidad de noticias a nuestro alcance es tal, que no nos da tiempo a procesarlas y pasan ante nuestros ojos sin dejar demasiada huella o no toda la que debieran. La abundancia de sucesos y la inmediatez con que los vivimos hacen que muchas veces nuestra reacción ante ciertos acontecimientos sea escasa o nula.
Contemplar los telediarios es como estar sentado en una butaca con los tobillos y las muñecas sujetas por correas; ante nosotros vemos desfilar la realidad como si se tratara una carrera de F1. Lo peculiar es que en cada vuelta los coches cambian, son de otra escudería y el piloto que los conduce es nuevo. Da igual si se saltan las normas o cometen irregularidades seguimos observando, de manera pasiva, mientras su carrera continua.
Un escándalo tapa al siguiente en pocas horas o días y la indignación que nos provocó en su momento, se diluye. El resultado es que trascurrida una semana ciertos personajes dejan de ser noticia y olvidamos la rabia que nos provoco su actuación.
Repaso la lista de listillos y ladrones que tanto abundan en estos días y me sorprende descubrir que la mayor parte de ellos permanecen en el olvido, están pendientes de un farragoso proceso judicial o siguen con su vida como si nada. Casi seguro que saldrán indemnes.
¿Cuál es nuestra reacción? No existe; no hay reacción. Nos acostumbramos y acabamos asumiendo que el mundo es así. Volvemos a nuestra vida con afán de sobrevivir, pues mañana será otro día en el que toca madrugar. Esa vida diaria nos deja exhaustos y los problemas cotidianos anulan nuestra respuesta.
Antes destapar un caso, saber la verdad sobre un asunto escabroso tenía consecuencias para el infractor. Ahora pasamos a la siguiente página y leemos el siguiente relato sin conocer el final del anterior. La mayor parte de las historias acaban con un final abierto o lo que es peor un final trucado. Se van de rositas y nosotros seguimos sin reaccionar, sumidos en una especie de involución.

En el siguiente enlace se habla sobre esa inacción y da que pensar: http://gazzettadelapocalipsis.com/2014/01/07/por-que-no-estalla-una-revolucion/

Juliki arreactivo

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