lunes, 27 de octubre de 2014

Surfear, nadar, hacer el muerto o…


Está claro que para mantener una rutina, además de constancia, se necesita estabilidad. Al menos yo.
Cuando los pilares en los que baso mi existencia sufren vibraciones por un posible tsunami o revolución me pongo a rumiar, a temblar y abandono mis más firmes propósitos. Suena a nueva excusa, pero es real como que el sirimiri te cala sin que te des cuenta.
Las dos últimas semanas mi mundo laboral ha vuelto a convulsionar con pros, contras y algún no sabe no contesta.
Todo empezó con una llamada de mi exjefe que, acuciado por unos trabajos urgentes, decidió ofrecerme trabajar en negro ocupando mi anterior puesto de trabajo, el que tenía con contrato. Como mantenía el curro con la ong, en el que cotizaban por mí, aunque fueran unas pocas horas, decidí no planteármelo y  rehusar amablemente con un “en otra ocasión será”. En mi mente, no obstante, quedó el runrún dañino de dilucidar si tiene sentido caer tan bajo y ocupar en B el puesto de trabajo que otrora fue tuyo en A. La necesidad supongo que nos puede hacer rebajarnos aún mas, sobre todo, cuando uno no puede alimentarse con sus principios; pero ese es debate para otra ocasión.
A la par un amigo de un amigo, única forma real de acceder a un trabajo, me puso en contacto con una gente que tiene un proyecto educativo con chavales muy interesante. Buscaban profes con conocimientos en ciencia y capacidad para sumarse al proyecto educativo. Nada de lo que poder vivir, pero sí al menos unos ingresos ocasionales con una actividad ilusionante. La cosa prometía y tras charlar con ellos vía skipe, me invitaron a asistir a una clase para ver la dinámica y conocernos. Lo que ocurrió me dejó totalmente descolocado y me lo reservo para una próxima entrada pues todavía ando intentando comprender la experiencia.
La tercera gran oleada surge cuando unos días después de confirmarnos los nuevos hospitales para el mes de noviembre mi jefa se presenta a comunicarnos que el curro de captador de sms, ese en el que cotizaban por mí, se acaba el 7 de noviembre. Por suerte o desgracia el anuncio viene acompañado de un “premio”, que consiste en una oferta para trabajar cuatro horas por las tardes en el call center en unas condiciones aún por determinar, pero que no creo que sea un paso adelante en mi mejora laboral sino más bien lo contrario.
Y en esas ando, surfeando sobre el tsunami, me temo que camino de una mayor precariedad laboral o del paro sin derecho a prestación de desempleo si nos ponemos en lo peor; pensando que si soy coherente un mes más toca hacer entradas como loco o cerrar el blog. Y es que no hay mejor antídoto que centrarse en problemas menores cuando la ola de las preocupaciones irresolubles está a punto de engullirte.

Juliki sin salvavidas a mano

No hay comentarios:

Publicar un comentario