lunes, 10 de noviembre de 2014

La incertidumbre del volver a empezar


Ha trascurrido una semana desde mi último día de trabajo como captador para una ONG en los hospitales. Otra etapa que se cierra. Me quedaban aún unos días de vacaciones que he empleado en visitar a una amiga. Sosiego, conversación y afecto en grandes dosis. ¿Hay algo mejor para encontrar el equilibrio y disfrutar de esos días de asueto? Finalizado lo bueno, que no puede durar eternamente, vuelvo a la normalidad, a refugiarme en la soledad de mi espacio. Sensaciones raras en esta jornada de reflexión, quizás antesala de lo que se me viene encima. Mañana entrevista-curso de formación para entrar a currar en el call center. ¿Seré capaz de realizar la enésima reconversión? No estoy en edad de volverme a reciclar, pero la alternativa se parece bastante a una ausencia de alternativa. Es lo que toca. No hay otra.
Intento buscar el lado positivo y aunque eso de acabar un trabajo y tener la posibilidad de comenzar otro es para estar contento, no puedo evitar una cierta sensación de derrotismo, de resignación. Desde hace un tiempo cada nueva oferta de trabajo es como bajar un nuevo peldaño hacia el inframundo del mercado laboral. Peores condiciones, horario de tarde y, para colmo, colgado de un teléfono que es uno de esos aparatos con los que no acabo de hacer buenas migas. Prefiero el cuerpo a cuerpo, como en los hospitales,  donde al menos tenía delante a la persona y podía usar el lenguaje corporal, visualizar sus reacciones…
Da igual, habrá que aprender, ilusionarse y seguir intentando hacerlo bien. La tarea no importa si uno está decidido a intentar sacarla adelante.
Me gustaría haber terminado ya el curso de formación, conocer los detalles completos del trabajo y tener la certeza de que van a cogerme. Es tal vez esa duda la que me mantiene intranquilo, inquieto, expectante…
Miró la cama que parece invitarme a sumergirme en ese mundo onírico donde el currículo y la edad carecen de peso, donde si el trabajo es malo uno puede ahuyentarlo en un abrir y cerrar de ojos. Va siendo hora de abrazar a Morfeo, de intentar descansar para estar mañana fresco, aunque la incertidumbre se empeñe en seguir rondando en la cabeza. ¿Qué me deparará el mañana laboral? ¿Pesadilla o sueño? ¿Susto o muerte?

Juliki al borde de la piltra

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