sábado, 31 de enero de 2015

Sentimientos nómadas


Ha sido un mes raro. Intento buscar una palabra que lo defina y tras marear mi escueto vocabulario me inclino por desubicación. No consigo encontrar mi sitio en el trabajo ni en mi vida personal ni mucho menos un camino a seguir de cara al futuro. La crisis y la edad se han llevado por delante una parte de mi persona y la mayoría de mis expectativas. Sé que no soy el único que intenta reinventarse y parece no saber como hacerlo.
Es obvio que el alejamiento físico de mi pareja por motivos laborales es otro añadido a mi situación. Esa separación forzosa ha dejado de ser una novedad, que hasta resultaba divertida, para transformarse en una realidad cotidiana que cuesta asumir.
Supongo hay algo más, que tiene que ver con que mi espíritu sedentario se ha visto embarcado en una vorágine nómada con continuos viajes a Sevilla. Eso tampoco ayuda a ubicarse o aterrizar.
Nunca he sido mucho de comunicarme por teléfono. Necesito ver y tocar a mi interlocutor y ahora curro de teleoperador. ¿Adaptación, resignación supervivencia? Da igual: realidad.
Cuando llego a casa y suena el teléfono he de hacer un esfuerzo por no ponerme en modo curro y atender, generalmente a mi madre y mi hermana que quieren contarme cosas, cuando yo deseo con todas mis fuerzas alejarme de ese endemoniado invento que traslada voces sin abrazos. Después termino de hablar con la familia, pienso en que echo de menos a mi chica y descubro que el único mecanismo para acercarme a ella es volver a coger el auricular y marcar.
Vale, esta el Skipe donde además de hablar ves una imagen desdibujada de la persona, pero me ocurre lo mismo que cuando empecé a usar la kindle; ensimismado en la lectura me empeñaba el buscar en la esquina la pagina física para voltearla en lugar de apretar el botón. Aquí a veces se me va la mano a la pantalla en un amago de carantoña y la insatisfacción crece.
Pienso en reorganizar mi vida, centrarme y analizar mis sentimientos para que el próximo mes arranque con nuevos planteamientos, pero cuando me pongo a ello mis sentimientos se han montado en el Ave camino de Sevilla o de vuelta de allí. Y me siento un nómada encerrado en un cuerpo sedentario que no sabe que hacer con su vida.

Juliki sin destino

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