sábado, 31 de enero de 2015

Tahúres de la palabra


—Sabía que antes o después la cagarías. Solo había que esperar.
—¿Cagarla?
—No te hagas el tonto. El plazo se ha acabado y este mes solo has escrito cinco entradas.
—¿Y?
—No me jodas. ¿Ya lo has olvidado? Tenemos un acuerdo.
—¿Y qué dice ese supuesto acuerdo?
—¿Estás de coña?
—No te enfades. No vas a tener más razón chillándome.
—Es que no me gusta que se burlen de mí.
—Yo no haría eso nunca.
—Ah, ¿no? Pues acordamos que escribirías seis entradas al mes o cerraríamos el blog.
—Algo de eso me suena.
—Me das la razón.
—Puede, pero has olvidado dos cosas importantes: la primera que llevas el reloj adelantado cinco minutos. La segunda, que el blog es mío.
—Aunque el blog sea tuyo no puedes saltarte nuestro pacto.
—Todo acuerdo es interpretable.
—¿Eso implica faltar a tu compromiso?
—No es mi intención hacerlo; al menos de momento
—¿Entonces qué vas a hacer?
—Ganar tiempo, pulsar el botón de publicar e irme a la cama.

Juliki trilero

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