miércoles, 25 de febrero de 2015

El privilegio de sobrevivir


Tenemos la tendencia a quejarnos por todo, a compararnos con los demás y no mirar nunca dentro de nosotros mismos. Es normal, supongo, que el monstruo que más miedo nos de sea el que habita en nuestro interior y, por eso, intentamos no despertarlo e incluso ignorarlo. El problema es que aunque no se manifieste sabemos que está ahí, agazapado, al acecho.
Miro a mi alrededor, por eso de no mirar dentro y veo gente que lo pasa mal, mucho peor que yo. Me entristece su situación, aunque confieso que no hago gran cosa por ayudarlos. En ese afán egoísta por sobrevivir en que nos embarcamos no soy una excepción y miro a otro lado y me alejo como si su situación fuera contagiosa. Son muchas las familias que se encuentran en el umbral de la pobreza y los excluidos no son ya solo esos que vemos dormir en los cajeros. Desahucios, niños con alimentación deficiente, abuelos que con su pensión mantienes hijos y nietos…
También están los otros, esos que viven a todo trapo y dilapidan el dinero propio y a veces el ajeno, que han adquirido quizás de manera legal, pero en muchos casos inmoral.
Yo estaría en medio de esas dos realidades. Tengo casa, trabajo, pareja y puedo comer cada día. Soy en el fondo un privilegiado ¿Por qué entonces esa sensación permanente de insatisfacción que amanece a mi lado en la cama como una amante que amenaza con quedarse a vivir?
Vale, que en invierno en mi casa de 27 metros cuadrados hace frío porque no me puedo permitir tener la calefacción a todo trapo si quiero poder hacer frente a la factura de la luz. Es cierto que mi trabajo de casi 650 € al mes no me permite apuntarme a cursos, salir de copas o comprarme los libros que me gustaría. También supongo que el hecho de que de mi pareja me separen algo más de 500 km me hace sentir que me estoy perdiéndome una parte importante de la vida. Aun así viendo lo que me rodea he de reconocer que soy un privilegiado
Habrá que asumir que sobrevivir hoy en día es un privilegio. Lástima que ese privilegio no le permita a uno disfrutar de la vida.

Juliki en su isla.

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