viernes, 27 de febrero de 2015

Vivir por descarte


Nunca se me ha dado bien elegir. Tampoco me resulta fácil tener claro lo que quiero. Siempre me ha resultado más sencillo funcionar a la inversa, omitir de mi vida lo que me desagrada en lugar de buscar lo que quiero. Supongo que es una actitud cobarde o conservadora. Muy en la línea de ese sobrevivir algo resignado que se lleva en estas fechas. Casi seguro que es un síntoma de ese miedo a vivir, a ser libre, a disfrutar que en cierto modo nos inculcaban de pequeños a través de la religión. En mi caso ha dejado secuelas y, aunque ahora tenga claro mi ateismo y la función controlador de las religiones sobre los individuos, eso no quita para que siga sufriendo los efectos secundarios de una educación que, como un tatuaje, es complicado borrar del todo.
Ante el panorama desolador de la sociedad que nos rodea y en mi afán por salir de la inacción en la que me han sumido los años, las desilusiones y ese no entender el mundo que me rodea, sigo sopesando la idea de votar casi 30 años después de, creo recordar, mi primer y único acercamiento a las urna en marzo de 1986.
Si utilizo la técnica del descarte no es necesario pensar mucho para tener claro donde debe ir mi voto: a Podemos.
No obstante el caso Monedero ha sembrado dudas en mí. Es cierto que no se puede comparar ni en magnitud ni en frecuencia con lo que arrastran el resto de partidos, pero no deja de ser una tarjeta de presentación que no me gusta. ¿Más de lo mismo? Podría ser. Aún así la alternativa sería que no hay alternativa y seguir de brazos cruzados.

Hoy ley en la red leí este escrito que me pareció muy lúcido y me arrancó una sonrisa. Igual no soy el único que utiliza el descarte a la hora de tomar decisiones en la vida.

http://www.eter.com/actualidad/noticia.php?id=17214

Juliki en periodo de reflexión

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