sábado, 28 de febrero de 2015

Próxima estación: Retorno


Se acaba el mes y hoy toca disfrazarse de nómada, subirse al AVE y tras tres horas de paisaje y lectura recuperar la sonrisa durante apenas 48 horas. Sabe a poco, a nada, pero hay que intentar disfrutarlo. El cansancio de la semana y del madrugón no los metí en la mochila; se quedaron encerrados en la buhardilla aguardando mi regreso. Sé que el lunes, cuando vuelva, saltaran sobre mi chepa para hacerme interminable la semana. Tocará entonces otra subida al Everest, sin sherpa ni oxígeno, que terminará en un nuevo intento fallido de hacer cumbre; para al final, regresar al campamento base y repetir incansable ese trayecto de ida y vuelta sin ganancia en medio. Semana tras semana.
Es mentira lo que dicen que con el entrenamiento uno se acostumbra a todo. No hay forma de encarar la grisura de esta supervivencia sin premio cuando la persona a la que quieres hacer partícipe de tus victorias y derrotas está a más de 500 km de distancia.
No es la distancia solo, es algo más. Son los momentos no compartidos, los monólogos silenciosos que sustituyen a las conversaciones de antes, son las caricias que flotan en el aire y se pierden en el infinito cual globo extraviado.
Lo pero de todo no es la ausencia y lo breve del reencuentro, es que cuando uno empieza a recuperar la complicidad y a saborear el momento ha llegado la hora del regreso. Es en ese instante cuando descubres que la magia, casi siempre, esconde un truco dentro.

Juliki de paso

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