jueves, 26 de febrero de 2015

Perdidas con la crisis


Son muchas las renuncias que desde que estalló la crisis se han ido apoderando de mí. Algunas eran tan superfluas que ni las recuerdo, otras he aprendido a vivir con ellas y unas pocas en concreto son las que van minando mi ánimo y lastran el discurrir diario de mi vida.
Las primeras me alegro haberlas dejado en el camino. Su no presencia me ha permitido valorar mejor lo que significa vivir con menos. Ahora ni las recuerdo ni las añoro. Las segundas me provocan nostalgia y me hubiera gustado ser capaz de suplirlas con imaginación y fuerza de voluntad. Las clases de pilates y escritura son un claro ejemplo. Podría haber continuado practicando ambas de manera autodidacta en casa. Por desgracia me falta la constancia para llevarlo adelante. Esperemos que el tiempo y un cambio en mi actitud me permitan subsanarlo.
Entre las que dejan huella y cuya carencia me atormenta estan los sueños y la lucha.
Sobrevivir no deja mucho margen a los sueños. La resignación en la que uno se acomoda cuando resiste va apagando también el espíritu de lucha. El resultado, si a eso le sumamos el paso de los años, es una caricatura de aquel tipo idealista dispuesto a comerse el mundo en primera instancia y después a cambiar su micromundo cuando la realidad le descubrió que el mundo te puede acabar comiendo a ti.
Sé que está en mi mano cambiar eso. Tan solo hay que plantarle cara al día y tirar de ilusión y ganas. Lo malo es que estas dos, aunque no han muerto en la batalla por sobrevivir, figuran como desaparecidas en combate. Esperemos que en lugar de encontrar sus cuerpos inertes exista aún la posibilidad de que simplemente estén en paradero desconocido o prisioneras del enemigo y que puedan reaparecer o liberarse antes de que el enemigo inflija la derrota final.

Juliki en pleno repliegue

No hay comentarios:

Publicar un comentario