jueves, 5 de noviembre de 2009

Bucear parapetado



Desde hace unos días estoy convencido que me estoy convirtiendo en un buzo. No digo submarinista, ni hombre rana, digo buzo; de los de antes, con escafandra, pies de plomo y un tubo embrionario que te une a la superficie y te aporta el oxigeno necesario para poder seguir respirando.
Y así de esta guisa, cada mañana salgo a la calle, voy al trabajo, hago la compra y me relaciono con mis semejantes (personas quiero decir, porque no me encontré aun con buzo alguno).
No es sencillo desplazarse fuera del agua así pertrechado, todo trascurre ralentizado, a una velocidad tan inusualmente lenta que da tiempo a rumiar los pensamientos como si flotaran en tu propia cabeza. El sonido se percibe como almohadillado, con una especie de eco que le confiere una lejana procedencia; y la vida parece desplazarse ante uno como si se tratara de una fascinante película, pero eso si, vista desde el interior de la pantalla del televisor.
Es curioso, es como estar aislado del resto, pero a la vez contemplando el entorno con nitidez, al alcance de la mano; como cuando uno se allá en el fondo del océano e intenta acariciar ese pececillo cercano que siempre se escapa. Estar sin ser, pero aparentando estar ...
Yo me sorprendo de que nadie me diga nada, ya se que no ven traje, a decir verdad, yo tampoco, pero se que esta ahí, lo siento, lo sufro, me condiciona. También he de decir que me protege, me aísla de las colisiones mundanas, me inmuniza de mi mismo, me preserva de los tiburones urbanos...
Todo sería mas llevadero si no existiera el inconveniente del tubo. No, no me limita su longitud, pues parecería infinito. El problema es el suministro de oxigeno, y es que me da a mi que en algún lugar un cabronazo se entretiene pisando el tubito, reduciendo el flujo; por eso casi no escribo, soy presa de esta anoxia intermitente que me deja rendido.
Se que debería volver a la superficie, a la vida y dejar de sumergirme en la nada, pero se acerca la navidad y hay que protegerse, andar con pies de plomo para sobrevivir, un año mas, a su vorágine.


Juliki ( con la escafandra a cuestas)

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