jueves, 9 de febrero de 2012

Meses al sol


Me he pasado media vida quitándole importancia a mi edad. Es cierto que uno se hace mayor y ya no es lo que era: no aguanta el alcohol, trasnochar se convierte en sacrificio y el cuerpo nos obsequia con achaques que, sin querer reconocerlo, se convierten en compañeros de viaje. A pesar de ello, no se si porque mi edad mental (para algunas cosas no supero los quince años) me considero una persona activa, con inquietud por aprender y ganas de trabajar.
Hace casi siete meses me quedé en paro y en el tiempo que llevo sin trabajo he envejecido más que en los 44 años y casi once meses del resto de mi existencia. Me consume la inactivad. No es que no haga cosas; leo, escribo (no en el blog), paseo, preparo una oposición..., pero la incertidumbre de no encontrar aparece como los días, sin ausentarse nunca, y enturbia el ánimo.
Cada día que pasa soy consciente de que mi edad no es la mental, es la que el DNI marca, la que cuenta a la hora de no encontrar curro.
Cuando uno es joven le piden experiencia y cuando a fuerza de sacrificio la adquiere le piden juventud. Y eso ahora, a estas alturas de la vida ¿dónde se encuentra?
Uno muchas veces busca lo que no tiene para acabar encontrando lo que no quiere. A eso se sobrevive; lo peor es no encontrar y perderse en el intento.

Juliki buscando juventud

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