sábado, 17 de octubre de 2009

Asumir el papel


Ha sido una semana intensa, de esas en las que los sentimientos cambiantes nos trasladan de las puertas de averno a la entrada del paraíso. Unos días llenos de esperas tensas y angustiosas, seguidas de otras insustanciales, tediosas y exasperantes.
He tenido que aparcar mis asuntos para ocuparme de los de otros, asumiendo un papel que se me hacia ajeno. En ocasiones uno no decide como es, ni que función desempeña en sus relaciones con los demás. Muchas veces uno se convierte en lo que otros esperan de él y debe desempeñar la labor del personaje que otros creen que es. Al final uno lo asume como propio, porque así le ven, porque acepta que así debe ser.
Mi madre pasó por el hospital, en un nuevo intento de mejorar su calidad de vida, de enfrentarnos a ese ventrículo isquémico, prácticamente muerto, que solo le permite usar un 10% del potencial de su corazón. Compartimenté mi ser, dejando a un lado mis propios pesares, para convertirme en ese hijo que mi madre cree que soy. He aceptado el rol que ella me otorga, he escuchado sus palabras sobre mi aunque me sonaran extrañas, con conversaciones del tipo:
-Esto no lo puedo hablar con tu hermana, contigo si, porque eres fuerte... Si a mi me pasa algo, quiero que me incineren y me lleves al pueblo; si puede ser metes mis cenizas con tu abuela ...
- No seas tonta, no te va a pasar nada, ya eres una veterana y ...
- Pero si ocurre, quiero que te encargues de eso y con mis cosas hacéis lo que queráis, que tu hermana coja lo que quiera, pero el abrigo y el chaquetón que te comente ya sabes para quien son ...
- Mira, si te quedas mas tranquila yo te escucho, pero sabes que esto es un tramite y que mañana voy estar aquí mismo sentado y nos reiremos de lo pesada que eres con estas conversaciones .
- ¡Ah! y no te olvides de lo mas importante, cuida de tu hermana, que es mas débil que tu. Los ahorrillos que te comente os los repartís ella y tu y ...
-Que si, ¡pesada! pero vas a tener que seguir gestionándolos tu, porque te queda mucha guerra que dar aun.
Dibujo una sonrisa tranquilizadora en el rostro, y por dentro recuerdo la frase que hace dos años el cardiólogo pronuncio: " Lo normal es que su madre vaya a peor y en unos seis meses, sino hay un milagro, se acabe apagando del todo." Superamos esa etapa con obstinación, con la entrega de mi hermana y algo de fortuna cuasi milagrosa.
Pienso en el 1% de posibilidades de que la operación salga mal y me parece un porcentaje inmenso. Apretó los dientes sin crispar mi sonrisa con el anhelo de que mañana este miedo se transforme en ridícula angustia pasajera. Al día siguiente sentado junto a mi madre la veo sonreír y me relajo, no hemos mejorado su calidad de vida, pero sigue ahí.
Pasado el trago debería retomar mi vida, pero no voy a hacerlo. No es cobardía, ni escaqueo, ni dejadez. Son exigencias del guión. Debo continuar en mi papel de rocoso pilar, de animoso apoyo, de serenidad contagiosa que se me supone. En quince días volvemos a subir al cuadrilátero hospitalario, mi madre en el ring y yo desde la esquina alentándola para que se alce victoriosa en su nuevo combate por alcanzar esa ansiada mejora en su calidad de vida. Escucharé estoico sus conversaciones, sonreiré apacible para trasmitir tranquilidad, rumiare silencioso el miedo a esa posibilidad, esta vez del 5%, de que algo falle ...
Después, cuando la victoria sea nuestra, me calzaré el calzón corto y subiré, yo solo, a librar mi propio combate y, aunque ahora solo pueda imaginarme inerte, tumbado en la lona, derrotado; no pienso abandonar, ausentarme ni tirar la toalla ...

Juliki (en el papel que toca)

2 comentarios:

  1. estaré animando desde las cuerdas. Las apuestas están a tu favor.
    Un beso enorme y un abrazo de oso lleno de energía y fuerza.

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  2. Esta mañana me levanto pensando en que tenemos que recuperar esas cenas en el Económico, y en llamarte para quedar esta semana. Pienso que estoy metido en esa vorágine particular que cada uno tenemos y que a veces, muchas veces, nos hace olvidar las cosas en esta vida que realmente merecen la pena. Como los amigos de verdad, los auténticos, de los que no ando muy sobrado, y entre los que desde luego estás.

    Bueno, en realidad, nadie está sobrado de amigos auténticos. Porque aquel que diga que tiene 200 amigos de verdad, probablemente sea porque no tiene ninguno. Como esos coleccionistas de contactos en el Facebook que tienen 900 amigos...

    Total, que veo tu blog y leo que estás enfermo (¿gripe porcina, ovina, vacuna, humana?) y que además estás de nuevo pasando malos tragos con el tema de tu madre. Y yo sin enterarme ni preocuparme por ello. En fin. Hablamos. Pero en cualquier caso, mucho ánimo y un abrazo bien fuerte. Cuídate, Julikis..

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