sábado, 8 de agosto de 2009

Sueño azaroso



Mi barrio esta en fiesta, de hecho la calle en que vivo esta llena de tenderetes de comida, bebida, tiro al blanco y sobre todos ellos destaca uno: el bingo.
Aunque no tengo ningún recuerdo sobre ello, seguro que en alguna ocasión me dormí acunado por alguna nana que mi madre me cantara. Han pasado los años y en estas fechas festivas cada noche vuelvo a dormirme al arrullo de una cantinela. No tiene la dulzura de las canciones de cuna, ni el sonido de mi música predilecta, pero es lo que toca. Cada día, cuando me vence el cansancio, me horizontalizo en mi cama, entorno la ojos y me dispongo a dejarme invadir por la misma letanía, por el soniquete metódico del "cantaor" de números del bingo.
- el quince.
- siete.
- cuarenta y cinco.
- el trece.
-¡Bingo!
- Han cantado bingo, procedemos a su comprobación. Tres, siete, trece, veinte, treinta ... Bingo correcto ¿Algún bingo mas?
- ...
- En breve recomenzamos, compren sus cartones ...
Y vuelta a empezar. Su voz es clara, plana, monótona, sin atisbo de emoción. Cada noche la escucho en la antesala del mundo de los sueños y antes de sumergirme en ellos me asalta una pregunta. ¿Le gustara su trabajo?
Eso me da píe a revisar mis propias sensaciones a plantearme mis dudas ¿y tu que?
Poco a poco, de manera torpe voy hilando mis pensamientos y cuando empiezan a tomar forma, desaparezco.
A la mañana siguiente los números se han silenciado. Busco somnoliento ante el espejo las respuestas que anoche comenzaban a surgir. Tampoco están, se habrán quedado atrapadas en el mundo del ensueño; tal vez esperando por fin cuadrar, estar completas y que yo me decida al fin a gritar: ¡Bingo!
Hasta entonces señoras y señores, no olviden comprar sus cartones. El bingo esta a punto de comenzar.

Juliki (en fiestas)

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