sábado, 1 de agosto de 2009

No como los demás



Tengo la costumbre de atender a las personas que reclaman mi atención y eso a veces me resulta embarazoso. No se si es una consecuencia de mi educación o de mi curiosidad, pero si en la calle alguien se dirige a mi, me paro y escucho lo que me quiere decir sean indigentes, yonkis, personas aparentemente normales o freaks. Lo cierto es que suelo hacer alguna excepción sobre todo con los que intentan venderte suscripciones o que te asocies para salvar ballenas o similares; pero si no tengo demasiada prisa, incluso a ellos suelo atenderlos de vez en cuando.
Esta semana cuando iba a currar, a las siete de la mañana, me volvió a ocurrir. Un joven, espigado, delgado y con unos inmensos e infinitos ojos azules me paró para preguntarme amablemente:
- ¿Le parece normal?
Superada la primera sorpresa intenté comprender si la pregunta se refería a el mismo, a la vida en general o a que él volviera de una noche de fiesta y yo tuviera que ir a trabajar. Entonces con un movimiento ágil y sin dejar de hablarme se saco su chancleta y me la mostró con todo lujo de detalles. Hacía especial hincapié en su desgaste de la suela y sobre todo en el deterioro de la pieza que da consistencia a la chancla y donde se encaja el dedo gordo al ponérsela. Me matizo la pregunta por si me quedaban alguna duda:
- ¿Le parece normal ir así por la vida?
Reflexioné y respondí
- Pues no ...
- Gracias caballero, eso es todo lo que quería saber hoy.
No pude agregar nada mas, se calzó y se marchó. Yo continué hasta mi trabajo, pensando que la vida es sencilla, que debía hacerme menos preguntas o tal vez mas simples y que sería bueno aprender de los pequeños detalles ...
La jornada se desarrollo sin novedad alguna; tal vez yo también había satisfecho todas mis inquietudes del día.

Juliki (testador mañanero de chanclas)

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