jueves, 2 de julio de 2009

Perniciosa utopía



Soy pobre, vamos quiero decir que vivo de mi trabajo, como la gran mayoría. Cuando era jovencito me costaba mucho entender el sistema de retribución del trabajo en la sociedad. Aun hoy en día me resulta difícil comprender ciertas situaciones, pero me voy acostumbrando ¿o debería decir resignando? Quizás es que soy un poco idealista y por aquel entonces, aun "virgen" de desengaños debía de serlo mas.
Tenía antaño una especie de idea-teoría para la retribución por el trabajo realizado. Partía de un concepto, creo que lo llamaba trabajo útil, por el cual todo aquel que desempeñaba una labor de manera satisfactoria debería percibir un salario. Dichos emolumentos serían idénticos a igualdad de utilidad. Así pues, un médico y un barrendero deberían recibir igual salario, dado que su trabajo era igualmente útil y necesario. Se que muchos llegados a este punto se rasgaran las vestiduras y alegaran multitud de objeciones: ¿ y el tiempo dedicado por el medico en su formación? ¿y la responsabilidad de cometer un error? Pues si, yo podría intentar esgrimir torpemente que nadie le obliga a ser médico, que su recompensa es la satisfacción de salvar vidas, y en lo personal los conocimientos adquiridos ...
Al final acabaría acorralado y tendría que reconocer que en esta sociedad, esas ideas son perogrulladas, irrealizables e irreales.
Al día siguiente me levanto y en las noticias escucho que un equipo de fútbol ha pagado 35, 63 y 98 millones de euros respectivamente por tres jugadores de fútbol. Pienso por un instante la cantidad de vidas que se podían "apañar" con esas cifras; como ese dinero bien distribuido o dedicado al bien común, a "obras sociales" podrían cambiar realidades y mejorar el mundo.
Me pregunto quien esta equivocado si el iluso adolescente del trabajo útil o los dirigentes de dicho equipo dilapidando el dinero.
Sigo escuchando las noticias y perplejo descubro que 50.000 personas acudieron a la presentación de uno de esos jugadores abarrotando el estadio. No hay duda el equivocado soy yo, a ellos les avalan una ingente cantidad de personas, y ya se sabe, en democracia la mayoría tiene el poder de decidir y … la razón.
Debería salir de mi error, colgar las botas de la tozudez y abandonar la irrealidad en la que vivo; tal vez tendría que acudir a la próxima presentación de futbolero de turno, como cura, terapia o regreso a la realidad.

Juliki (Utópico e irreal)

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