domingo, 20 de septiembre de 2009

Desapretar los dientes



Mioma. Parece un vocablo amable, suave, incluso sedoso. Suena a familiar, pero nadie desea tenerlo cerca, porque sus sinónimos le arrebatan la careta, desenmascaran la pesadilla y nos acercan al terror: Tumor, cáncer... Estos días atrás, esta palabra acompaño mis pensamientos, atenazándolos, impidiéndome centrarme, no podía razonar con claridad, ni escribir ...
Me enteré que un amigo, alguien con quien compartí infinidad de momentos intensos en el pasado, tenía uno. Es cierto que nuestros caminos se han separado, que su vida y la mía distan mucho de compartir situaciones cotidianas; pero el afecto, el cariño no se han diluido por ello. Es de esa gente a la que aunque el trato se dilate en el tiempo y sea menor de lo que nos gustaría, uno va a seguir queriendo siempre, de por vida.
Ahora parece que todo esta bajo control, que la quimio acabará en breve con cualquier posibilidad de rebrote, que su vida se normalizará y seguirá felizmente su curso.
Reconozco que me asuste, no estoy con fuerzas para combatir desgracias, y los imprevistos me dejan al borde del colapso. El resorte del recuerdo se disparó y reviví momentos del pasado. Me ví en la facultad, sentado solitario en la primera fila, leyendo entre los cambios de clase para esconder mi timidez, para disimular esa escasa capacidad de relacionarme. Un día se acercó él, a indicarme que aquel libro de Jack London que leía no era de los mejores. Hablamos y fue capaz de romper la burbuja que mi miedo estaba tejiendo para mantenerme aislado de los demás. Al día siguiente éramos pareja ... de mus. Después vinieron múltiples vivencias; alegrías y tristezas, cervezas y resacas, charlas y silencios ... Yo me entretuve intentando saber quien era y el acabó la carrera. La vida laboral y familiar dejó obstáculos a nuestro paso, pero seguimos frecuentándonos, mas espaciadamente, pero haciéndolo. En esas estábamos cuando me golpeó la noticia ...
El sábado le ví y pude comprobar que nada de lo sucedido le había cambiado, que seguía derrochando ánimos, vitalidad, buen humor, don de gentes ... Ni el cercenado mioma, ni el posible miedo a sus consecuencias, ni las secuelas de la medicación han podido menguar ni un ápice su persona. Sigue siendo un tipo grande, seguro y capaz de disfrutar lo que tiene, con esa intensidad que solo pueden mostrar los que aman la vida.
Volví enormemente feliz, aunque algo empequeñecido. Pesaroso de no haber estado cerca ni a la altura, por no ser el buen amigo que él se merece. Enrabietado conmigo mismo por no ser capaz de buscar tiempo para dedicarlo a los que quiero, por dejarme arrastrar por la inercia del día a día; por dejar que las excusas absurdas me alejen de mi gente, por mirarme demasiado el ombligo y creer que todo gira en torno a mi. Muchas veces nuestros supuestos problemas personales nos hacen perder la perspectiva, nos olvidamos de los demás. El egoísmo inconsciente nos puede ... una vez mas.

Juliki ( enfadado con mis descuidos)

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