jueves, 10 de septiembre de 2009

Olvidos clandestinos



Ayer volvía a casa después de cenar en buena compañía; iba meditabundo, recopilando sensaciones de la jornada, analizando como fue el día, y decidiendo si al llegar tocaría infusión, lectura o ambas cosas, cuando resbalé. No fue mas que un deslizamiento, sin riesgo de mi integridad física, nada imputable al Ayuntamiento, pues el pavimento estaba en perfecto estado. Simplemente al pisar algo, eso me hizo derrapar. Inmediatamente noté como un tsunami desbordaba la suela de la sandalia, rebosaba y se extendía incontenible sobre y entre mis dedos. Era suave, húmedo, viscoso ... Me vino a la cabeza la imagen de un merengue rebosante de nata. No es que sea goloso, pero pensé que esa posibilidad, comparada con el resto de las que manejaba mi frenética cabeza, sería sin lugar a dudas, la mas satisfactoria. Y allí estaba yo, con toda aquella sustancia extendiéndose por mi pie, a la pata coja, intentándome situar bajo una farola, para que su amarillenta luz me revelara la presencia del consabido merengue. Miré, ví y ...
Odio los perros. Bueno en realidad a ellos no; pobrecillos, bastante tienen con soportar a sus dueños las mas de las veces. Odio visceralmente a sus amos. A la gran mayoría, porque también los habrá bellísimas personas, que aman a sus mascotas y además se comportan civilizadamente, como seres humanos razonables. Pero desgraciadamente son minoría.
Odio a los dueños de animales que tienen por costumbre "olvidar" sistemáticamente las deyecciones que sus mascotas. Si, seguramente no es lo mas placentero del mundo recoger la cagada de su perro, pero, nadie le obliga a tenerlo, y si lo tienes, que sea para lo malo y lo bueno. Me irrita y exacerba ese comportamiento incívico de "compartir" con los demás lo negativo y reservarse para uso exclusivo lo agradable. Un día de esto el niño punky que habita en mi, harto de compartir cacas ajenas, sacará la cresta, recogerá el "regalito olvidado" seguirá al infractor y depositará el excremento en la puerta de su casa o en su buzón, para en un acto de solidaridad y justicia, devolverlo a su legítimo propietario.
Al final ni infusión, ni lectura: Limpieza y desinfección de extremidades inferiores y accesorios propios para facilitar el acto de caminar... Una vez mas, una mierda como final de jornada.


Juliki ( patinador involuntario)

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