martes, 22 de septiembre de 2009

Fatigas recurrentes



Es tarde, el día llega a su fin y me dispongo a realizar el último sprint de la jornada. Me derrumbo ante el ordenador, con intención de escribir algo. Busco la infusión recién hecha que reposa a mi lado pero antes ya de tocar la taza mi piel retrocede, una oleada silenciosa se desprende abrasadora; hay que esperar un poco mas. Repaso mentalmente el día buscando alguna novedad digna de mención y mi cuerpo dolorido hace las veces de testigo indiscreto. Hoy, doble sesión de pilates, clase de prueba de pilates con máquinas y sesión posterior de suelo. Curiosa experiencia, pero seguiré con mis clases sin máquinas de lunes y miércoles ...
El profe que además es osteopata me hace un rápido y contundente análisis postural ... Escoliosis reversible motivada por el desempeño de mis funciones laborales. Apretar el pedal mas de 500 veces diarias pasa factura. ¿Nuevo aliciente para cambiar de aires? Si no estuviera tan cansado me reiría de la ocurrencia, pero ya nos conocemos, mañana nuevo suma y sigue.
Lo bueno de estar agotado es que para el cerebro deja de ser importante pensar y el cuerpo se centra en las labores básicas de mantenimiento y subsistencia. Se enciende la luz roja, el piloto de descanso inminente parpadea y uno después de la infusión debería dejarse caer en la cama y pulsar el botón de off. Al menos aun conservo la ilusión de ser humano, sigo buscando dicho interruptor sin éxito.

Juliki (matao)

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