miércoles, 17 de junio de 2009

Preso de la vida



Hoy quería pensar y he decidido recurrir a uno de esos mecanismos variopintos que utilizo para ponerme a ello. Primero barajé la posibilidad de alternar la lectura y la reflexión que es uno de mis preferidos; pero ante la posibilidad de parapetarme tras el libro y centrarme en los problemas-aventuras de los protagonistas como evasión para no analizar los míos, decidí buscar otras alternativas. La de pasear prometía, pero ante la casi certeza de que al sol se derritieran las escasas neuronas que aun funcionan en mi cabeza la pospuse para otra ocasión. Fregar los platos cruzó por mi cabeza, pero eran pocos y lavar los que estaban ya limpios me parecía un poco excesivo. Quedaba también la opción de fregar la casa, pero el baño necesitaba una limpieza a conciencia y eso hubiera distraído en demasía mis razonamientos. Estando en esta tesitura recordé que en el techo de la habitación tenia unas grietillas que debía repasar y me decidí por esta actividad aparentemente nada complicada y totalmente compatible con rumiar mi existencia. La primera grietecilla no supuso ninguna dificultad y me permitió iniciar mis elucubraciones sobre como sobrellevar mi actual situación. La segunda no me gusto como estaba quedando y decidí rasparla un poquito antes de cubrirla. Prometo que solo quería sanearla un poco, pero cuando quise darme cuenta tenia un surco que recorría un tercio del techo. Decidí aparcar momentáneamente mis reflexiones y comenzar con otra grieta, pero con absoluta concentración en la tarea.
El surco de la anterior parecía un canalillo frente al socavón que cruzaba la habitación de lado a lado. Tome aire, saque el yeso y me dispuse a batallar con ambos enemigos. Fue dura la lucha, ya no tengo grietas, unos bonitos parches adornan mi techo y me tocara pintarlo todo. No he reflexionado demasiado y acabe con yeso hasta en las pestañas, pero cuando iba caminando he pensado que no había estado mal la tarde, solo me falto algo de ejercicio. Una vueltecita por el Retiro en monociclo, que es otro mecanismo de reflexión, hubiera estado bien. Pensaba eso cuando al cruzar un paso de cebra vi con el rabillo del ojo que el autobús no tenía intención de parar y se abalanzaba sobre mi persona. He hecho un calculo instantáneo "Si sigo recto me cepilla" asinque me he puesto a correr delante del “bicho” como si estuviera en los San Fermines. Por fin se ha detenido y el conductor con "un par" me ha abroncado:

- Joder pon mas cuidado tío, deberías haberme dejado pasar.
- Es que es un paso de cebra y eres tu quien debe dejarme pasar a mi.
- Pero no has visto que venia lanzado.
- A lo mejor deberías ir mas despacio
- !Joder con los peatones insolidarios de mierda!

Un día mas he sobrevivido, al final incluso he hecho ejercicio, a la fuerza, pero ejercicio y como colofón he tenido una linda conversación con un "amable" autobusero. Sigo sin entender el mundo, pero sigo en el ...

Juliki (atleta urbano)

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