viernes, 25 de septiembre de 2009

Ilusiones perentorias


Cansancio de viernes, no es una fatiga cualquiera, va gestándose pausadamente desde las horas finales del domingo; para ir día a día creciendo hasta su máximo apogeo: Viernes. Marca el principio y el fin, el paso de lo cotidiano a lo excepcional, de la rutina al libre albedrío. Pero, ¿ es eso real? A veces me pregunto hasta que punto esa ruptura existe o es una estratagema que nos envuelve para entontecernos, para llevarnos de vuelta al punto de partida: Un lunes mas.
A diario nos venden esa dicotomía entre trabajo y ocio, deber y derecho, obligación y disfrute. No se puede optar a lo segundo sin pasar previamente por lo primero. Suena a trampa y caemos una y otra vez, con la esperanza algún día de salir del agujero y que una herencia, la primitiva o un golpe de suerte nos libere de esa "condena cotidiana" que supone trabajar para vivir y que en realidad nos lleva a vivir para trabajar. Desconectamos el fin de semana para reanudar la faena con nuevos bríos y con la ilusión de que tras soportar cinco días de brega volverá la fantasía del finde. Vivamos pues la ilusión. Mejor el espejismo que la monotonía.

Juliki (iluso)

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