martes, 9 de junio de 2009

Ración de fracaso



Me gusta comer, ya desde pequeño; es mas, llegue a este mundo sobre las 15:00 horas, quizás como un augurio de lo mucho que me llegaría a gustar disfrutar del placer de comer
En el hospital me llamaban "siete machos" y las enfermeras andaban sorprendidas de que la madre mas enclenque y delgaducha hubiera parido al bebe mas hermosote (que no hermoso) y con esa incansable capacidad de mamar hasta agotar las existencias una y otra vez.
A medida que fui creciendo mis primeras frases largas giraban en torno a la comida. Mi madre me recuerda frecuentemente que cuando ella las pasaba putas para que mi hermana (mala comedora por aquel entonces) se engullera un yogurt a base de cuentagotas; yo esperaba al lado balbuceando reiteradamente: "No impota mama, si no quere yo me lo pomo".
Como de todo, tengo buena boca, pero claro habiendo comido en el cole no tiene mucho merito. Allí uno no tenía mas remedio que convertirse en un todoterreno. Aun conservo el record de 32 albóndigas con su salsa y sus patatas, que un día que sobraban me zampé, ante la atónita mirada de mis compañeros que no pudieron seguir mi ritmo y la algarabía de las cocineras que no salían de su asombro. Claro que en mi demerito consta también el haberme comido el puré dos veces el mismo día ante la atenta mirada de" la Teresa" (profesora-vigilante) que me lo hizo tragar nuevamente después de haberlo vomitado. No la guardo rencor, posteriormente sería mi tutora y me consta que me apreciaba.
El desayuno diario es para mi uno de los mejores y mas importante momentos del día . Tiene su propia liturgia: Poner a calentar el agua para la infusión, lavar la fruta, ponerla en el plato, meter el sobre de la infusión en la taza, sacar el yogurt de la nevera, exprimir el zumo, llevarlo junto a la fruta a la mesa. Volver sobre mis pasos avisado por el pitido de la tetera a verter el agua en la taza, poner el reloj con el tiempo de la infusión, sacar las galletas y por fin mientras la infusión reposa sentarme a desayunar y comenzar el día. Es en ese momento mientras comienzo a degustar el desayuno, cuando mentalmente planifico lo que me gustaría que fuera el día ... Lamentablemente casi siempre la realidad posterior demuestra mi fracaso como planificador. Y es que las cosas son como son y no como nos gustarían ...

Juliki (ave mañanera)

1 comentario:

  1. mi ritual se basa más en un perderle el miedo al nuevo día que comienza; pero también tiene su encanto, esos minutos de paz y tranquilidad bebiendo el café muy caliente mientras las volutas de humo del cigarro crean caprichosas formas me serenan el cuerpo y se llevan los restos de la noche... Por supuesto en silencio, adoro esos momentos de soledad silenciosa previos a la algarabía callejera... Me pone en paz con el mundo, a pesar de que el mundo se encargue luego de cabrearme.

    ResponderEliminar